A medida que la importancia de las inversiones en la primera infancia se ha ido comprendiendo mejor, cada vez son más las intervenciones que buscan mejorar el involucramiento de padres y madres con sus hijos. La mayoría de estas intervenciones van dirigidas a las madres. Pero, ¿qué ocurre con los padres? ¿Cuánto hacen por los niños en la primera infancia y cuán eficaces han sido los esfuerzos para ayudarles a hacer más? En una nueva investigación, analizamos el papel de los padres en la primera infancia a nivel global y el impacto de las intervenciones para lograr una participación más plena de los padres.
En el contexto del Día del Padre, compartimos cinco hallazgos:
1. Menos de tres cuartos de los niños de países de renta baja y media viven con sus padres
Las encuestas sobre prácticas de crianza en 69 países de renta baja y media muestran que ¡sólo el 72% de los niños viven con sus padres! La cifra varía según las regiones y va desde el 61% en América Latina y el Caribe hasta el 96% en Oriente Medio y el Norte de África.
Los padres pueden estar ausentes por diversas razones y su ausencia puede afectar a los niños de múltiples maneras. Los datos sobre la ausencia paterna son variados: por ejemplo, la migración de los padres en algunas ocasiones ha tenido efectos negativos en la salud de los niños, si bien, por lo general, no se han observado impactos fuertes de la pérdida del padre en los resultados educativos de los hijos. Estos estudios no tienden a enfocarse en la salud mental o el bienestar general de los niños, que obviamente también podrían verse afectados por la ausencia del padre.
2. Los padres participan menos en juegos y otras actividades con sus hijos que las madres
En la mayoría de los países estudiados, los padres participan en actividades lúdicas con sus hijos –como leer en voz alta, contar cuentos o jugar– mucho menos que las madres o incluso que otros adultos en el hogar (Figura 1). De las seis actividades lúdicas por las que se preguntó, las madres realizan una media de 2,9, y los padres sólo 1,3. Otros miembros adultos del hogar participan en 1,6.
Esta desigualdad entre hombres y mujeres refleja desigualdades más amplias en las tareas de cuidado, más allá del de los niños. Los padres también pasan menos tiempo con los hijos que las madres en los países de renta alta, aunque ese tiempo ha aumentado sustancialmente en los últimos años en Estados Unidos, por ejemplo.
Gráfico 1: Número de actividades de estimulación realizadas por padres, madres y otras personas en las 72 horas anteriores a la encuesta en 69 países de renta baja y media
3. Los programas de crianza pueden modificar los conocimientos y el comportamiento de los padres, pero la evidencia es mixta
Cambiar los conocimientos que tienen los padres sobre desarrollo infantil y crianza parece posible, como demuestra el análisis de 22 evaluaciones de programas para la primera infancia en países de ingresos bajos y medios. Clases de salud infantil para padres en un país aumentaron sus conocimientos. Lo mismo ocurrió con la educación sobre lactancia materna para padres en otro país. Sin embargo, cambiar los comportamientos es más difícil: las reuniones semanales para parejas sobre crianza e igualdad de género redujeron la violencia contra madres e hijos; pero las clases de salud no afectaron en última instancia su comportamiento en el hogar. En un país, un programa de crianza digital (a través de mensajes de WhatsApp) ¡incluso redujo las interacciones de los padres con sus hijos!
En algunos casos (no todos), los programas que no se dirigen a los padres específicamente todavía mejoran su involucramiento con sus hijos, o sea, porque los padres aprenden de las madres. Esto sugiere que una forma de ayudar a los padres a comprometerse es hacerlo indirectamente.
4. Involucrar a los padres es un reto
Varios programas han intentado invitar a los padres a participar con sus parejas. Pero su participación suele ser baja: en un caso los padres sólo asistieron a una de las 16 clases en promedio –mientras las madres asistieron a 13. En otro caso, hombres y mujeres recibieron invitaciones similares a clases de salud infantil. La asistencia fue casi 20% superior entre las mujeres.
5. No sabemos mucho sobre cómo los programas afectan a los propios padres
La inmensa mayoría de los programas para la primera infancia afectan a las madres, pero son pocos los que miden específicamente su impacto en ellas. Menos aún miden el impacto en los padres. Los que lo hacen suelen mostrar efectos, como cambios en los ingresos y cambios en el estrés. Si nos preocupamos por la rentabilidad global de las intervenciones en la primera infancia, es esencial comprender los efectos en todo el hogar.
El camino a seguir
Es mucho menos probable que los padres participen en actividades de desarrollo de la primera infancia que las madres. Los esfuerzos realizados hasta ahora han tenido un éxito desigual: la participación de los padres suele ser escasa y, cuando lo hacen, los efectos no siempre son positivos.
Aquí compartimos tres sugerencias para tener en cuenta en el futuro:
- Preguntar a los padres cuáles son sus limitaciones y diseñar programas para superarlas. La mayoría de las intervenciones dirigidas a los padres utilizan la misma estructura que los programas para madres. Sin embargo, los padres en países de ingresos bajos y medios presentan retos específicos, como menos tiempo en casa, menos conocimientos sobre cómo criar a los hijos y roles de género restrictivos.
- Medir los efectos indirectos para los padres de los programas de formación dirigidos al cuidador principal. Varias evaluaciones han documentado efectos positivos en los padres. Los programas pueden medir esos efectos y explorar incentivos para que se produzcan con más frecuencia.
- Cerrar la brecha entre saber y hacer. Los escasos datos de que disponemos sobre la participación de los padres sugieren que es más fácil cambiar sus conocimientos que sus comportamientos. Diseñar programas que garanticen que los padres tengan oportunidades de poner en práctica lo que aprenden puede ayudar a salvar esa distancia.
Para ayudar a los padres a participar plenamente en el desarrollo temprano de sus hijos será necesario diseñar programas creativos en los que los padres estén dispuestos a participar y que conduzcan a un compromiso más positivo con sus hijos. También requerirá continua evaluación para comprender lo que funciona en este ámbito en expansión.
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