La última década se ha caracterizado por una serie de desafíos para América Latina y el Caribe (ALC). Entre los más relevantes para la vida y desarrollo de nuestras ciudades destacamos los siguientes:
- Notable desaceleración de la economía respecto de otras regiones.
- La emergencia derivada del cambio climático se ha materializado en un incremento de los desastres socionaturales.
- Los altos indicadores de desigualdad que exhiben nuestras ciudades revelan que la región mantiene los niveles más elevados a nivel mundial.
El día de hoy damos comienzo a una serie de blogs que busca explorar cómo la desigualdad urbana y la pobreza multidimensional se expresan en nuestras ciudades.
¿Una nueva década perdida?
Múltiples crisis sociales, políticas, económicas y medioambientales han golpeado a los países en vías de desarrollo que buscan convertirse en sociedades más justas y sostenibles. De acuerdo con la CEPAL, el crecimiento de América Latina para el periodo 2014-2020 ha sido el más bajo en los últimos 70 años, fenómeno que ha sido denominado como una ‘década perdida’. Según el Banco Mundial, la región sólo creció un 0.8% el año 2019.
Desde el 2019, la población urbana resintió esta crisis y comenzó a demandar un nuevo contrato social entre Estados y ciudadanía. ALC no fue la excepción. El año inició con manifestaciones en Venezuela y Haití, continuó en Honduras, julio en Puerto Rico, septiembre en Perú, octubre en Chile, Bolivia y Ecuador, y finalizó en Colombia en noviembre, cerrando un año que dejó importantes reflexiones y desafíos, especialmente para los gobiernos y las organizaciones multilaterales. El 2020 sumó la pandemia global que visibilizó y profundizó aún más las desigualdades antes mencionadas. Estudios de la CEPAL indican que el retroceso en materia económica equivale a unos 10 años, y que recién el 2023 se pueda retomar el ritmo. El 2020 fue un año que ha invitado a replantearnos la sociedad que queremos y hacia dónde vamos, y con ello, formular nuevas preguntas y respuestas para el diseño y planificación de mejores ciudades.
Nuestras ciudades como foco de desigualdad
La desigualdad se mide generalmente en términos cuantitativos, y más específicamente económicos. En términos de desigualdad socioeconómica, tanto la inequidad de ingreso como la de acumulación de la riqueza, han sido parte central de estos estudios. En la región, por ejemplo, el 1% de la población más rica recibe el 21% de los ingresos producidos por la economía según el BID. Este índice conocido como Gini, ha sido utilizado por diversas instituciones internacionales para graficar la desigualdad existente en los países. ALC, por ejemplo, tiene un coeficiente de 0.462, y los países más desiguales son Brasil (0.513), Colombia (0.508) y Panamá (0.504), mientras que los menos desiguales serían Uruguay (0.397), El Salvador (0.400) y Argentina (0.424), según CEPAL. A modo de referencia, el promedio de los países OCDE es 0.365.
Uno de los aspectos llamativos, es que es justamente en las grandes ciudades donde la desigualdad se expresa con mayor intensidad. Según una investigación, ciudades como Bogotá, Sao Paulo y Río de Janeiro superan un coeficiente de 0.6, mientras que Buenos Aires y Santiago alcanzan los 0.5. Esta disparidad también se ha reflejado en los niveles de ingreso per cápita, donde las ciudades capitales por lo general concentran los promedios más altos. Analizando datos por ciudad en Chile, existiría una correlación entre nivel de desigualdad y la concentración de conflictos sociales.
Las distintas desigualdades: más allá de lo económico
Cuando hablamos de pobreza, se tiende a generalizar y lo asociamos únicamente en la escasez de dinero. Esto es, una dimensión económica de la pobreza, sin incorporar otras dimensiones. La pobreza multidimensional, como concepto esencial para entender el desarrollo sostenible, ha marcado la agenda multilateral de la última década. Por un lado, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), promovido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ligado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya ha sido implementado en distintos países de ALC, los cuales coinciden en la inclusión de dimensiones como salud, educación, vivienda y trabajo en sus mediciones.
El año 2015, el Informe de Desarrollo Humano incluyó la información de 101 países en vías de desarrollo, sumando un 75% de la población mundial. Según este documento, 1.500 millones de personas, es decir el 29%, entre 2005 y 2014 vivieron en condición de pobreza multidimensional. En ALC la situación no es muy diferente: 39 millones de personas viven en hogares que califican dentro de la pobreza multidimensional aguda, donde 1 de cada 10 niños son parte de estos hogares. A diferencia del Gini, el IPM tiene un fuerte componente territorial que es preciso relevar en materia de planificación urbana. Por otro lado, en términos de justicia socio ambiental, una de las principales conclusiones es que los nuevos contratos sociales deben inevitablemente ir más allá de lo económico e incorporar nociones de representación y reconocimiento, tal como ha sido señalado por la filósofa Nancy Fraser. En este sentido, la inclusión de una perspectiva de género, raza, condición migratoria o edad, entre otras, son elementos clave al momento de diseñar políticas y programas que busquen disminuir las brechas desde el reconocimiento.
La Red de Ciudades del BID y el desarrollo urbano multidimensional
En este relevante desafío, la Red de Ciudades BID, es una plataforma que busca un desarrollo urbano sostenible desde el ámbito social, ambiental y económico. Son alrededor de 200 las ciudades parte de esta red, la cual está alineada con los ODS, la Nueva Agenda Urbana y el acuerdo de París. La Red ha generado espacios colaborativos, difusión de conocimiento y buenas prácticas entre la sociedad civil, la academia, el sector público y privado, con el objetivo de impulsar los desafíos que experimenta la región. Desde ahí, el rol de la mujer en la construcción de ciudad, la importancia de la cultura, la recuperación verde post-pandemia, el fenómeno migratorio y el reconocimiento de grupos marginados han sido temas centrales. Plataformas como ésta son iniciativas que pueden lograr espacios de intercambio y colaboración entre las ciudades de ALC, generando esfuerzos orientados a los desafíos que plantea la desigualdad, más allá de lo económico.
Más allá de la desigualdad multidimensional: la desigualdad multiescalar
El desafío, entonces, radica en complementar estos diagnósticos cuantitativos con componentes cualitativos de la desigualdad, que permita entender las distintas desigualdades estructurales de la ciudad. De esta manera, incorporar las diversas inequidades, vulneraciones y violencias que viven los distintos grupos tanto en el diseño de las políticas públicas, como en su diagnóstico previo, desarrollo e implementación.
Pero,¿qué entendemos por desigualdad urbana?, ¿cuáles son estas desigualdades que complementan lo meramente económico?
No os perdáis el próximo blog de esta serie, en el que abordaremos cómo la desigualdad de nuestra región debe ser entendida no sólo desde un punto de vista multidimensional, si no también multiescalar.
Elliana dice
Muy interesante blog, esperamos con mucha expectativa el siguiente. Sería interesante también poder tener acceso a los links de las investigaciones que refieren de Cepal y otros datos. Gracias!