Para mantener el calentamiento global por debajo de 2°C, el mundo necesita electricidad libre de carbono. Pero parece que los inversionistas energéticos no están de acuerdo. Centrales de carbón, gas y diésel representan una buena parte de los trillones de dólares programados para ser invertidos en expansión eléctrica en los próximos años.
Estas centrales tienen el riesgo de convertirse en activos abandonados. Pueden necesitar ser apagadas, dejarse inactivas la mayoría del tiempo o ser modernizadas con costosos equipos de captura de carbono y almacenamiento – si la tecnología resulta disponible – para poder operar en un mundo consistente con el Acuerdo de París. Estos son los resultados de un análisis que realizamos con la Universidad de Oxford. (El estudio, liderado por Alex Pfeiffer, fue publicado en Environmental Research Letters).
Estimamos que las plantas de energía de carbón, gas y diésel planeadas para la próxima década agregarían 270 billones de toneladas en emisiones de carbono durante su vida útil. ¿Esto es mucho? Sí. La economía global hace frente a un presupuesto de carbono. Entre más carbono emitimos, más va a subir la temperatura. Estimamos que, para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, el sector energético no puede emitir más de 240 billones de toneladas a nivel mundial para fin de siglo. Las plantas de energía planeadas excederían ampliamente este presupuesto.
Peor: incluso si las nuevas plantas fueran canceladas, alrededor de un quinto de los activos existentes de carbón, gas y petróleo a nivel mundial están en riesgo de ser abandonados. Si fuesen usados con su vida útil y tasa de uso promedios, los generadores existentes emitirían alrededor de 300 billones de toneladas de carbono. Un exceso del 20% comparado con el presupuesto de 240 billones. Resulta que el inventario actual de centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles no es sostenible.
¿Cómo llegamos a esos números? Un ejemplo: una central eléctrica de carbón emite unos 5 millones de toneladas de CO2 por año (para los especialistas: piense en una planta de carbón de 1GW que emite alrededor de 1kgCO2/kWh y es operada 5,000 horas por año). Las centrales eléctricas son construidas para una vida útil de 30 a 40 años. Durante este tiempo, una central de carbón puede emitir 150 millones de toneladas de CO2. Esta contabilidad en compromiso de emisiones de carbono permite anticipar las emisiones de carbono futuras implicadas por las decisiones de inversión actuales.
¿Qué pueden hacer los gobiernos y los inversionistas?
- Apoyar el desarrollo de las energías renovables. La región no tiene un déficit de recursos.
- Pensar dos veces antes de invertir en nuevas plantas de combustibles fósiles. ¿Son parte de una ruta realista hacia cero emisiones antes de fin de siglo?
- Prepararse a cerrar centrales eléctricas nuevas y existentes antes de lo anticipado.
- Planear una reducción gradual de la industria de energías fósiles, prestando atención al impacto que esto tendría para los trabajadores y las comunidades.
La buena noticia es que vamos avanzando. El costo de la electricidad renovable se ha reducido tanto que cada vez más se considera como la opción preferible por inversionistas que solo están interesados en hacer dinero. Casi dos tercios de las nuevas capacidades en el mundo son paneles solares, centrales eólicas o presas hidroeléctricas. Nuestro trabajo en el BID es continuar liderando el camino, analizando qué ha funcionado mejor en los países más avanzados y replicar las historias exitosas.
Créditos de la foto: Glasseyes view – Flickr
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