Acabo de regresar tras haber pasado tres días en el simposio de Mega-Infraestructura Sostenible y Evaluación de Impactos en Panamá, organizado por el BID conjuntamente con la Asociación Internacional de Evaluación de Impacto (IAIA, por sus siglas en inglés). Hemos visitado el que probablemente sea el proyecto de infraestructura más conocido de América Latina y el Caribe, el Canal de Panamá. Allí vimos cómo gestionan el agua y la biodiversidad, y cómo se asegura la participación de las partes interesadas a fin de avanzar hacia la expansión del canal de manera sostenible.
A través de los temas expuestos en el simposio, quedó claro que la infraestructura es vital para el crecimiento económico inclusivo y la integración de América Latina y el Caribe. A su vez, resulta clave para la provisión de servicios tales como transporte, agua y saneamiento, energía y comunicaciones a una población urbana creciente.
Los proyectos de infraestructura han tenido un impacto tan profundo en la población a lo largo de tanto tiempo que se han vuelto objeto de creciente escrutinio público. Los proyectos con efectos negativos sobre la población o el medio ambiente se han visto a menudo demorados o paralizados por causas judiciales o acciones de la sociedad civil, con frecuencia promovidas en las redes sociales.
Se está gestando un gran desafío en América Latina y el Caribe. Por un lado, son necesarios proyectos de infraestructura nuevos y rehabilitados para entregar servicios en medios urbanos y rurales cada vez más complejos. Por otra parte, surge la necesidad de gestionar efectivamente los riesgos e impactos asociados con los proyectos de infraestructura cuyas consecuencias afectan a un número de actores y ambientes diferentes, a menudo a través de varias décadas y grandes extensiones.
Afrontar la infraestructura a través de una perspectiva de sostenibilidad resulta un mecanismo adecuado para responder al desafío ya mencionado, al potencialmente poner a disposición herramientas para incorporar de manera integrada los aspectos económico, social, ambiental y de gobernabilidad en el ciclo de vida de la infraestructura.
A lo largo del simposio, surgieron tres grandes desafíos:
- Cómo acordar qué implica la infraestructura sostenible
- Cómo pasar de una visión centrada en el proyecto hacia una que posea un abordaje más amplio, abarcando carteras de proyectos, paisajes y múltiples sectores, entre otros
- Cómo desarrollar, compartir modelos y otorgar los incentivos apropiados para apoyar la expansión de infraestructura sostenible.
Entonces, ¿qué es la infraestructura sostenible? Existe un creciente número de herramientas y abordajes para describir y medir la sostenibilidad. Tales abordajes consideran la variedad de objetivos de la sostenibilidad y los dividen en diferentes áreas relevantes a los proyectos de infraestructura. Durante el simposio, los participantes analizaron definiciones alternativas de principios de infraestructura sostenible. El objetivo es definir más claramente el concepto. Tales principios contribuirán a precisar dónde se debe poner el foco para generar infraestructura sostenible. Sin esa visión, será difícil saber hacia qué debemos apuntar así como evaluar si estamos acercándonos a nuestros objetivos.
Un principio se destacó: el de la buena gobernabilidad para encarar los proyectos en un contexto más amplio y de planificación integrada, tanto a nivel sectorial como regional. Esto incluye asegurar que la necesidad de infraestructura estratégica haya sido establecida y que la planificación se encuentre integrada a otros desarrollos de infraestructura, los desarrollos de otros sectores y a todos los otros usuarios de los recursos. El proceso de planificación más amplio debería prestar atención especial a las necesidades y valores de la sociedad civil e involucrarlos directamente desde el proceso de planificación en adelante. De hecho, los procesos de infraestructura sostenible pueden, y deben, ser una valiosa herramienta para la defensa y promoción de los derechos humanos.
Alcanzar dicha meta es un claro desafío para toda América Latina y el Caribe, donde el rol del gobierno en cuanto a la planificación de infraestructura se ha ido modificando con el transcurso de los años al incorporarse el sector privado y descentralizarse la toma de decisiones hacia las regiones y municipios. En este sentido, las organizaciones internacionales como el BID tienen la gran responsabilidad de demostrarles a las contrapartes de la región, a través de datos concretos y fidedignos, que construir una infraestructura sostenible puede resultar costoso en el presente pero no hacerlo representará un costo mayor en el futuro.
Por ejemplo, como resalta Roberto Roy, Presidente de la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, la actividad esencial del canal es “vender agua”. Por lo tanto, sería un grave error diseñar la expansión del canal sin tener en cuenta las medidas de conservación de agua para la mitigación de los efectos del cambio climático sobre la disponibilidad hídrica, que por tanto afectarían el adecuado desempeño del proyecto a largo plazo.
Otro asunto que surgió en los debates fue que a menudo la sostenibilidad se trata de la integración y compensaciones entre las distintas necesidades de los diferentes actores. Por lo tanto, no existe un santo grial de infraestructura sostenible. Lo que existe son proyectos y carteras de proyectos que exhiben aspectos de sostenibilidad en grados diferentes. Por ello, resulta cada vez más importante la necesidad de medir, describir y compartir ejemplos de sostenibilidad como manera de promover el cambio. De similar importancia es compartir abordajes innovadores para la promoción de la sostenibilidad, tanto mediante la identificación de áreas a ser mejoradas a través de los proyectos, como mediante la identificación de potenciales fuentes de financiación mediante préstamos concesionales o aportes no reembolsables para apoyar el cambio.
La Estrategia de Infraestructura Sostenible del BID se enfoca en cómo suministrar servicios de infraestructura de adecuada calidad a los ciudadanos de la región por medio de infraestructuras planificadas para ser ambiental, social y fiscalmente sostenibles. La estrategia también plantea un cambio de paradigma fundamental: de considerar a la infraestructura como un “activo”, a considerarla un “servicio”. A su vez, este cambio en la percepción da lugar a un cambio que implica no sólo valorar el propósito de la infraestructura sino también de asegurar que la analicemos a lo largo de todo su ciclo de vida.
Alexandre Meira da Rosa, fue nombrado Vicepresidente de Países en julio de 2014. Entre Julio del 2010 y Julio del 2014 se desempeñó como Gerente del Sector de Infraestructura y Medio Ambiente del BID. Previamente a unirse al BID, ocupó diversos cargos dentro del Gobierno Federal de Brasil, el más reciente siendo Viceministro encargado de Asuntos Internacionales del Ministerio de Planificación, Presupuesto y Gestión . El Sr. Rosa posee una licenciatura en Derecho de la Universidad de Minas Gerais, una maestría en Economía de la New School for Social Research en Nueva York, y un Certificado de Postgrado en Finanzas de la Universidad de California en Berkeley.
Foto: Autoridad del Canal de Panamá
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