¿Infraestructura sustentable? ¿Pero eso no es un oxímoron? Tal vez lo haya sido alguna vez, pero en el futuro, si se lo hace bien, podría ser una gran oportunidad.
Lo que está en juego es de vital importancia para construir la clase correcta de infraestructura. Estamos en medio de un crecimiento sin precedentes de la infraestructura que cambiará para siempre la faz de nuestro planeta, y en la que las necesidades humanas y el crecimiento económico ponen fuertes presiones sobre la naturaleza y el medio social.
Es con esto en mente que la Asociación Internacional para la Evaluación de Impactos (IAIA por sus siglas en inglés), el BID y un grupo multisectorial de profesionales, se reunirán en diciembre en Panamá para explorar estos desafíos a través de la lente de los “proyectos sustentables de mega-infraestructura”.
En todo el mundo, los países se las ven en dificultades ante la necesidad de construir y renovar la infraestructura. Existe una creciente brecha global entre cuánto se invierte en la actualidad y el monto que será necesario para cubrir las necesidades futuras de infraestructura en el mundo. En una escala global, se estima que para el 2030 esta brecha de inversión será de US$60 billones.
Al mismo tiempo, los medios naturales y sociales en todas partes están enfrentando desafíos sin precedentes debido al crecimiento poblacional y al aumento de las necesidades asociado con dicho crecimiento. Los proyectos de mega-infraestructura (aquellos proyectos realmente grandes y costosos, que dejan una huella de carbono en el largo plazo) son crecientemente considerados como una solución para hacer frente a estas necesidades presentes y futuras. Dados los efectos potencialmente negativos generalmente asociados con este tipo de proyectos, se requieren nuevos enfoques sustentables para el desarrollo de la infraestructura.
No podemos seguir construyendo como lo hicimos en el pasado: lo mismo de siempre, “business as usual”, ya no es aceptable. De aquí en más, los proyectos deben ser evaluados a través de la lente de la sustentabilidad, con la mirada puesta no sólo en lo económico, sino también en las cuestiones ambientales, sociales y de salud. Y aquí es donde la evaluación de impacto y las salvaguardias entran en juego.
La evaluación de impacto es un proceso valioso que determina los efectos potenciales del desarrollo sobre el ambiente y las personas. Si se utiliza correctamente, la evaluación de impacto puede marcar la diferencia entre un diseño de proyecto bueno y otro excelente.
Pero contar con buenas prácticas de evaluación de impacto en sí no es suficiente. Las evaluaciones deben estar acompañadas de salvaguardias ambientales y sociales efectivas y de estándares de desempeño que protejan a nuestro ambiente y a nuestras comunidades de los efectos negativos no deseados del desarrollo. ¿Pero alcanzará eso para mitigar los efectos negativos? Tal vez no. Quizás, para asegurar una “infraestructura sustentable”, nuestras salvaguardias deban hacer más: promover lo positivo posible pero también producir un beneficio neto a nuestro ambiente natural y a nuestras comunidades.
Súmese al IAIA, al BID y a expertos de más de 20 países en nuestro simposio en Panamá del 1 al 3 de diciembre. Allí, los expertos compartirán la experiencia que adquirieron trabajando en proyectos de mega-infraestructura, desde minería a gas natural licuado, pasando por carreteras, puertos y líneas de metro.
Juntos buscaremos respuestas a algunas de las preguntas más difíciles y complejas: ¿Qué constituye “infraestructura sustentable” en el Siglo XXI? ¿Cuáles son los criterios ambientales, sociales y económicos que definen a esos proyectos? ¿Cuáles son los principios y criterios necesarios para lograr un diseño y planificación efectivos de los proyectos? Ayúdenos a definir “infraestructura sustentable” para el Siglo XXI.
Para mayor información y para registrarse en el simposio, visite IAIA Panama Symposium website
Jill Baker
Jill Baker es Directora Ejecutiva de la Asociación Internacional para la Evaluación de Impactos (IAIA por sus siglas en inglés), la principal red global de especialistas en evaluación de impacto. Jill es canadiense, posee una gran pasión por el medio natural, y ama gozar de los grandes espacios al aire libre de su país. También disfruta de los desafíos complejos e interesantes, lo que junto a su pasión por la biología la llevaron a embarcarse en una carrera relacionada con temas ambientales y económicos. Antes de sumarse a la IAIA en 2014, trabajó en organizaciones de los sectores privado, público y sin fines de lucro de Canadá. Previamente, se desempeñó como especialista en evaluación de impacto y como perita en políticas de desarrollo sostenible.
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