Las elecciones que hacemos sobre cómo viajamos pueden tener un gran impacto en el clima. Solo pregúntenle a Greta Thunberg. La activista sueca evita volar, lo cual genera aproximadamente 100 g de CO2 por km, y prefiera tomar el tren que registra apenas 15 g de CO2 por km.
El 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero son causadas por la construcción y operación de infraestructura. Los proyectos pueden tener una vida útil de varias décadas, lo que significa que las decisiones que se tomen ahora sobre qué tipo de infraestructura construimos determinarán si podemos resolver la crisis climática o no.
La infraestructura es fundamental para lograr un crecimiento inclusivo y sostenible, y cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS): las personas necesitan agua potable segura, sistemas de alcantarillado bien administrados, suministro de energía confiable y transporte público eficiente. En muchos países, aún falta la infraestructura para prestar estos servicios, o esta es lamentablemente inadecuada. Como era de esperarse, los ciudadanos están cada vez más frustrados por la falta de infraestructura sostenible y de calidad.
Pero, ¿existe realmente una diferencia entre infraestructura sostenible e infraestructura de calidad? ¿Qué significa “sostenible”? ¿Y qué es la infraestructura de “calidad”?
Una publicación reciente del Grupo BID arroja luz sobre esto. Propone un marco y atributos para una infraestructura sostenible que busca garantizar que un proyecto sea sostenible durante todo su ciclo de vida, desde la etapa inicial de planificación, la construcción y el mantenimiento del activo de infraestructura, hasta que se desmantele o se ponga en uso alternativo. También destaca la necesidad de fortalecer la forma en que los proyectos se eligen y diseñan a nivel ascendente, lo que puede depender de qué tan bien funcionen las leyes y regulaciones gubernamentales.
El marco contiene 66 criterios para guiar cómo se puede determinar la sostenibilidad de un proyecto en cuatro pilares clave:
- Financiero y económico (por ejemplo, ¿el proyecto crea empleos y beneficia a la economía local?)
- Social (por ejemplo, ¿existen normas de salud y seguridad para los trabajadores?)
- Ambiente y cambio climático (por ejemplo, nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, contaminación, pérdida de biodiversidad y resistencia a los desastres naturales)
- Institucional (por ejemplo, adquisición transparente de bienes y servicios para trabajos de mantenimiento).
En el G20, la infraestructura también ocupa un lugar destacado en la agenda. Bajo la presidencia de Japón en 2019, el G20 emitió los Principios para la inversión en infraestructura de calidad, que se basa en seis pilares:
- Maximizar el impacto positivo de la infraestructura para lograr un crecimiento y desarrollo sostenible
- Aumentar la eficiencia económica en vista de los costos de ciclo de vida
- Integrar consideraciones ambientales en inversiones en infraestructura.
- Construir resiliencia contra los desastres naturales y otros riesgos.
- Integrar consideraciones sociales en inversiones de infraestructura.
- Fortalecimiento de la gobernanza de la infraestructura.
Combinados, los atributos y marco para una infraestructura sostenible del BID y los principios de infraestructura de calidad del G20 se superponen bien: la eficiencia económica incluye elementos como los costos de ciclo de vida, los excesos de costos y las tecnologías innovadoras, y en general está cubierto por el concepto del BID de sostenibilidad económica y financiera. Las consideraciones ambientales abarcan ecosistemas, biodiversidad y clima; y son una buena combinación con el pilar de sostenibilidad ambiental del BID, excepto que el G20 separa la resiliencia como un principio adicional. Las consideraciones sociales están en línea con la sostenibilidad social; y gobernanza de infraestructura con sostenibilidad institucional.
También hay algunas distinciones sutiles. Entre los principios de infraestructura de calidad del G20, hay un mayor enfoque en las cualidades económicas y de ingeniería de un proyecto, como centrarse en tecnologías innovadoras. Mientras tanto, el marco de infraestructura sostenible del BID se centra más en las dimensiones sociales, destacando una gama más amplia de problemas sociales y ambientales y busca no solo minimizar los daños, sino idealmente mejorar y restaurar los problemas existentes (por ejemplo, desarrollar sitios brownfield en infraestructura verde para la prevención de inundaciones).
Sin embargo, en general, la infraestructura sostenible es infraestructura de calidad, y la infraestructura de calidad es infraestructura sostenible. Dada la breve ventana para llevar a los países a vías de desarrollo de bajas emisiones y evitar quedar atrapados en tecnologías contaminantes y capital ineficiente, necesitamos fusionar urgentemente estas conversaciones. Esto está sucediendo, pero hay mucho más por hacer. El Grupo BID está promoviendo diálogos regionales sobre infraestructura sostenible, que reúne a actores de políticas, negocios, academia y sociedad civil.
Tener un lenguaje común puede ayudarnos a encontrar soluciones juntos. Comprender que la infraestructura sostenible y la infraestructura de calidad son esencialmente lo mismo, es un paso crucial para acelerar la entrega de una infraestructura más sostenible y de alta calidad.
Foto: Luis Echeverri Urrea – Shutterstock.com.
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