Han pasado dos años desde que el COVID-19 apareció, y desde entonces se han dedicado grandes esfuerzos para evitar que vuelva a suceder un evento similar. Y, aunque seguimos aprendiendo las lecciones que esta pandemia nos trajo, los expertos aseguran que esta no será la última vez que una enfermedad infecciosa o relativamente extraña surja de nuevo, de hecho, el reciente brote de viruela del mono nos lo demuestra. Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar que una pandemia como el COVID-19 vuelva a suceder? Es necesario reforzar la capacidad de preparación y respuesta ante las futuras pandemias, pero hay un elemento adicional que podría ser de gran utilidad dentro de las estrategias de prevención: la conservación natural.
Hace unas semanas, el Laboratorio de Capital Natural del Banco Interamericano de Desarrollo, el cual hace parte de la División de Cambio Climático, junto con la organización Conservation International, presentaron el seminario web “La aparición de enfermedades infecciosas y la destrucción de la naturaleza: moraleja para América Latina” para mostrar los últimos descubrimientos de un estudio recientemente publicado por Conservation International y sus colaboradores: The costs and benefits of primary prevention of zoonotic pandemics, (en español: los costes y beneficios de la prevención primaria de pandemias zoonóticas). Este blog, pretende resumir las principales conclusiones de dicho evento, con el fin de resaltar el rol que la conservación natural puede jugar en la prevención de aparición de enfermedades infecciosas y futuras pandemias.
¿De dónde vienen las enfermedades infecciosas y zoonóticas?
Durante décadas, las enfermedades infecciosas emergentes, incluidas las causadas por nuevos patógenos han aumentado. La mayoría de estas enfermedades tienen su origen en los animales, en especial la fauna salvaje, y luego se propagan entre personas. Pero ¿por qué motivo continúan en aumento estas enfermedades? El estudio de Conservation International y sus colegas explica que hay tres elementos clave para entender este fenómeno:
- La deforestación y la degradación de los bosques: La tala de bosques, sobre todo en áreas tropicales y subtropicales como América, África y Asia, dan paso a que la fauna silvestre desplazada por la deforestación interactúe con la población y algunos animales domésticos, generando así el surgimiento de patógenos que se transmiten entre especies.
- La comercialización de especies: El desplazamiento y la comercialización de animales salvajes, legal o ilegalmente, dan paso al contagio, especialmente cuando los animales se encuentran en condiciones de hacinamiento y estrés, aumentando la vulnerabilidad de infección. Los expertos aseguran que el SARS y al menos un brote de viruela del mono se produjeron en estas circunstancias.
- Control deficiente de infecciones y contagios durante la cría de animales: Las granjas industriales y no industriales que tienen bajo control de infección y contagio, pueden generar el ambiente propicio para que se propaguen patógenos entre animales y humanos.
¿Cómo se transmiten los virus de animales a humanos?
La propagación del virus puede producirse por el contacto entre personas y animales infectados, tanto vivos como muertos. Una vez se haya producido el contagio de animal a humano, se produce un brote, y cuando este empiece a transmitirse entre personas se genera una epidemia, que puede convertirse en una pandemia, como vivimos hace dos años.
Teniendo en cuenta la interacción entre humanos y animales, los expertos han identificado determinados lugares, como focos en los cuales existe una mayor probabilidad de generación y propagación de enfermedades infecciosas emergentes, por ejemplo, lugares con alta densidad poblacional e interacción con fauna silvestre.
¿Cómo la conservación natural nos puede ayudar a prevenir una nueva pandemia?
Aunque la inversión y la mayoría de acciones suelen enfocarse en la preparación y la respuesta de enfermedades, más que en la prevención, es fundamental invertir en este último punto, dentro del cual la conservación natural hace parte, ya que ayudaría a reducir el riesgo y la potencial amenaza de una nueva pandemia. Por lo tanto, es de gran importancia destinar fondos no solo en la preparación y la respuesta de enfermedades, sino también en la prevención. Si empezáramos a invertir en prevención, además de reducir las probabilidades de una pandemia, también disminuiríamos el impacto económico y los potenciales costes que esto traería, ahorrando billones de dólares. De igual forma, desde la prevención y la conservación natural, lograríamos salvar vidas de forma equitativa, ya que las herramientas de preparación y respuesta, como pueden ser las vacunas, suelen estar solamente al alcance de población en situación privilegiada.
¿Dónde y cómo deberíamos utilizar los fondos para la prevención?
Existen diferentes acciones que los gobiernos, tomadores de decisiones, instituciones y otros actores pueden implementar desde la conservación natural para prevención de pandemias. A continuación, presentamos algunas de estas acciones que desde el BID promovemos activamente y pueden ser útiles como referencia para futuros proyectos.
Uno de los primeros elementos clave para prevenir una pandemia es frenar la deforestación y la degradación de los bosques, especialmente en zonas tropicales y subtropicales altamente pobladas. La probabilidad de contagios aumenta en lugares biodiversos como bosques tropicales, donde conviven diferentes virus, hay un gran número de personas, y tienen altos índices de deforestación. No obstante, es importante tener en cuenta que la biodiversidad en sí misma no produce brotes, epidemias y pandemias. Lo que sí causa la aparición de enfermedades infecciosas, es la alteración de la biodiversidad mediante la destrucción de la naturaleza, como puede ser en este caso la deforestación, una de las mayores causas que aumentan el riesgo de contagio.
El mapa que de la imagen muestra cómo está distribuido el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas de origen animal en todo el mundo. Aquellas zonas con mayor riesgo suelen estar situadas en los trópicos o subtrópicos, donde hay o hubo alguna vez bosques, y hay una alta densidad poblacional.
Adicionalmente, es necesario trabajar un aspecto social muy importante como lo es la pobreza, ya que esta puede incentivar la deforestación, la degradación de los bosques, así como la caza y el comercio de especies. Por este motivo, el BID está llevando a cabo un estudio para diseñar un programa piloto de transferencias monetarias condicionales con el objetivo de reducir la pobreza y restaurar y conservar el capital natural simultáneamente, lo que, a su vez, puede contribuir en la prevención del surgimiento de enfermedades y pandemias.
De igual forma, la deforestación y la degradación de los bosques tienen una estrecha relación con el aumento de amenazas a la administración y la autonomía de los indígenas sobre sus tierras. En el Amazonas, las zonas gestionadas por pueblos indígenas son las menos propensas a caer en la deforestación, por lo cual es necesario garantizar la prioridad de los pueblos indígenas y comunidades locales como beneficiarios, y trabajar en conjunto para preservar la naturaleza, elemento que ya trabajamos desde la Iniciativa Amazonía del BID.
Asimismo, es esencial mejorar la salud y la seguridad económica de las comunidades que habitan en zonas de alta deforestación para evitar contagios, efectos secundarios y propagación de virus e infecciones que podrían desencadenar una pandemia eventualmente. El fortalecimiento de los sistemas locales de salud es por tanto prioritario, y el BID actualmente se encuentra diseñando e implementando proyectos para mejorar el nivel de los centros de atención múltiple, que pretenden ofrecer servicios de salud a nivel comunitario a través de clínicas comunitarias, que permiten proveer atención primaria.
También, es importante ayudar a mejorar la seguridad económica de estas comunidades. Es necesario desarrollar programas de formación y capacitación para garantizar que los habitantes de dichas regiones cuenten con las habilidades y capacidades necesarias para aprovechar las oportunidades que ofrece la bioeconomía y el uso sostenible del capital natural. Esta es una de nuestras áreas prioritarias desde la Iniciativa Amazónica del BID y el programa Natural Capital Lab.
Finalmente, retomando la pregunta inicial de este artículo ¿Podría la conservación natural ayudarnos a prevenir la próxima pandemia? La respuesta es “sí”, pero es importante tener en cuenta que esto dependerá del trabajo en conjunto de los tomadores de decisión, formuladores de políticas, las instituciones académicas, los bancos multilaterales de desarrollo y las organizaciones de la sociedad civil, quienes tienen la labor de incluir la prevención de pandemias, junto a los planes de preparación y respuesta. Es fundamental aplicar políticas que den prioridad a la prevención de pandemias en las fases iniciales a través de la conservación de la naturaleza, y entender que, tanto la naturaleza como las comunidades son fundamentales para hacer frente al surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas y prevenir así la próxima pandemia, porque es necesario que a partir de ahora, la conservación natural se entienda también como una cuestión de salud pública.
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