No malinterpreten el título de esta entrada. “Los Inayudables” no es el título de una película, aunque quizás podría serlo. Tampoco quiero decir que existen personas a las cuales el cambio climático los afectará de tal manera que no pueden ser ayudados. Nada de eso…
Entonces, ¿a qué o a quién me refiero como inayudables? ¿Son realmente inayudables?
Me refiero a quienes se dan a la tarea de tratar de convertir al cambio climático en una cuestión de “creer o no creer” en el mismo, y es una de esas historia tristes (muchas que ha habido a lo largo de la historia de la humanidad) en las que la ignorancia y la arrogancia nos hacen una mala jugada.
Un ejemplo reciente es este artículo publicado en el diario El Universal de Venezuela, titulado “¿Crees en el cambio climático?“. Y de hecho, aunque el artículo es bastante sobrio y balanceado, el solo título refleja una tendencia que existe en nuestra región, y que no es nada despreciable ya que existe a todos los niveles. A mi me han dicho en mi cara, en reuniones de trabajo con personas de alto nivel en la toma de decisiones en nuestros países, frases como “nosotros no creemos en eso [el cambio climático]”, o “eso es un problema de los países desarrollados, no de nosotros”. ¿Qué les parece?
Hagan una búsqueda en línea para que vean que van a conseguir una cantidad de opiniones de este tipo de “no creyentes” en el cambio climático. Increíble…
Debido a mi experiencia de trabajo en este campo, sostengo que, y siéntanse en plena libertad de estar en desacuerdo conmigo, el cambio climático NO es un problema político. SI es un problema ambiental que tiene importantes ramificaciones políticas, pero esto es una diferencia sutil y cruzar esa línea se vuelve fácil (y conveniente para muchos). Al convertir al cambio climático en algo que depende de lo que opinamos al respecto (algo político), cometemos el error de ignorar el conocimiento científico irrefutable de que esto es un problema real (no inventado), independientemente de lo que opinemos de ello.
Como mis estudiantes me han escuchado decir mil veces: si la población por medio del voto decide que el cielo es verde, esta se convierte en una verdad política sobre la cual podríamos llegar a tomar decisiones importantes; independientemente de que el cielo sea en verdad azul, o quizás gris en un día lluvioso 🙂
Por ello, les dedico esta entrada muy especialmente a ustedes los inayudables. Les recomiendo que piensen en las olas de calor y de frío en nuestros países, las frecuentes inundaciones, la mayor incidencia de lluvias y sequías extremas, y al innegable retroceso de nuestros hermosos glaciares andinos. Y les recomiendo tambien que se lean el artículo en El Universal, porque aunque el título del mismo engaña, está bastante bueno!
¿Conoce usted a algún inayudable? ¿Piensa que los podemos ayudar? ¿Qué podemos hacer en el BID para llegarles?
Lea la versión en Inglés de esta entrada aquí.
Mauricio dice
La única verdad es la realidad… Y la realidad siempre – tarde o temprano – se impone a la ideología (es decir a la idea que se tiene de la realidad). Pero creo que la cosa no termina una vez que “políticamente” se afirme que el cambio climático existe… porque luego se puede seguir “politicamente” decidiendo acciones para enfrentarlo y no mirando la realidad tal cual es. Un claro ejemplo es el de los biocombustibles (producidos en su mayoría con alimentos o espacios donde se podría producirlos): “políticamente” se los está apoyando como abordaje al Cambio Climático – aun desde el mismo BID -, sin ver la totalidad de factores (las investigaciones que dicen que los efectos no son positivos, la seguridad alimentaria a nivel mundial, etc.)
Saludos
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Mauricio, comparto tu punto de vista a plenitud. El camino es largo, y la aceptación o “aprobación” de entes políticos es solo un paso en ese camino. Gracias por tu comentario.
Hector M. dice
Fernando,
comparto totalmente tu preocupación con quienes observan el cambio climático como si fuese una cuestión de fe, y adoptan al respecto actitudes cuasi-religiosas, tanto “a favor” como “en contra”. Estas actitudes se pueden referir, por un lado, a la “creencia” en la existencia o no del cambio climático, a la “creencia” o no en su origen parcialmente antropogénico, o a la “adhesión” o no a las políticas de mitigación del cambio climático basadas en la reducción de emisiones. Este último punto, por supuesto, ya no pertenece a la evidencia científica sino a la esfera de la adopción de políticas, y está mucho más abierto a la discusión.
Sin embargo, no creo que sea útil, para este tema, tu recomendación de reforzar la “creencia” en el cambio climático observando eventos extremos, como cuando dices: “Les recomiendo que piensen en las olas de calor y de frío en nuestros países, las frecuentes inundaciones, la mayor incidencia de lluvias y sequías extremas, y al innegable retroceso de nuestros hermosos glaciares andinos.”
Como bien sabes, ningun estudio existente ha establecido una clara atribución de recientes eventos extremos al cambio climático antropogénico: ni las inundaciones, ni las sequías, ni las olas de calor, ni las olas de frío, ni los huracanes. Los más destacados científicos climáticos del mundo específicamente han negado cualquier intento de atribución mecánica de ese tipo, en diversos casos (por ejemplo en el caso del Huracán Katrina). Los fenómenos de corto plazo constituyen lo que en inglés se llama “weather” (el “tiempo” en su acepción meteorológica en español), mientras que las condiciones de largo plazo constituyen el “climate” o “clima”.
Por otro lado, los modelos climáticos existentes son bastante imprecisos. Muchos de sus supuestos y componentes están afectados por amplias incertidumbres, y sobre varios aspectos nuestra ignorancia es todavía muy grande (por ejemplo, se sabe que el calentamiento por efecto invernadero causa mayor evaporación, y parte de ésta va a parar a las nubes; las nubes por un lado operan como “invernadero” reteniendo calor, pero por otro reflejan luz solar al espacio enfriando el planeta o evitando que se caliente; el efecto neto de las nubes, como lo manifiesta claramente el IPCC en sus informes y toda la literatura científica, no es todavía muy conocido ni ha sido adecuadamente investigado). Estas incertidumbres de base se trasladan en grandes incertidumbres sobre el comportamiento futuro del clima, en cualquier escenario.
Hay también fenómenos inesperados. No se ha podido deducir de ningún modelo climático (ni fue previsto por ellos) el hecho de que la tendencia creciente de la temperatura global, registrada desde 1970-75 hasta mediados de los noventa, se haya convertido en una tendencia estable con leve tendencia decreciente entre 1995 y 2010 (un periodo que ya supera los 15 años) pese a algunos puntos “altos” debidos al Niño en 1998 y 2010. Hubo por cierto episodios graves de El Niño (como en 1998), pero que no salen de los márgenes históricos: hasta ahora el ciclo multidecadal más intenso “on record” de la Oscilación Meridional del Niño ha sido el de 1885-1915, y según el IPCC (así como la mayor parte de los especialistas en el Niño) no hay ningún indicio de que el calentamiento global vaya a incidir ni en la frecuencia ni en la intensidad del fenómeno de El Niño. En forma similar, los pronósticos sobre huracanas son muy ambiguos: aparentemente habrá menos huracanes, pero los intensos serán un poco más intensos.
Existe una tendencia de “no creyentes” o “negadores” del cambio climático, mayormente motivada por preocupaciones ideológicas y económicas (por ejemplo, en la extrema derecha conservadora de los EEUU, muy abundante en el ala derecha del Partido Republicano), que teme enfrentar mayores impuestos a raíz de los esfuerzos de mitigación: les importa un bledo la ciencia, solo quieren que no les aumenten los impuestos, y su nivel científico por lo general es nulo.
Pero por otro lado hay una gran cantidad de puntos inciertos acerca de las características y dimensiones del cambio por venir. Por último, hay también muchas dudas acerca de las políticas a adoptar. Muchas de las discusiones no versan sobre la realidad del cambio climático, sino sobre las políticas a adoptar. Como en cualquier discusión de este tipo, hay que analizar cuidadosamente los costos y los beneficios, así como las incertidumbres involucradas, y aun dentro de un marco de “prudencia” o “precaución” no todo el mundo está de acuerdo en los detalles. Más especialmente, los países en desarrollo (como los de Asia y América Latina) tienen grandes resquemores en la adopción de políticas que harían más lento su desarrollo económico, cuando ellas están basadas en pronósticos con amplios márgenes de incertidumbre. A diferencia de lo que ocurre en EEUU, las dudas sobre las POLITICAS climáticas (no sobre el cambio climático en sí) en el mundo en desarrollo no representan una opinión interesada de los ricos o de la extrema derecha, sino más bien una preocupación de los gobiernos de centro-izquierda interesados en garantizar un rápido desarrollo económico para sus pueblos. Estas connotaciones ideológicas, siempre sobre las POLITICAS climáticas, no implican de por sí nada acerca de los procesos físicos del cambio climático, que tienen ya de por sí bastantes incertidumbres aparte de aquellas que se relacionan con las políticas.
El “clima” es un promedio de las condiciones meteorológicas vigentes durante un largo período (tanto la media como la variabilidad). Usualmente se usan promedios de 30 años, como los que estableció desde hace decadas la Organización Meteorológica Mundial, pero para ciertos aspectos hacen falta promedios más largos pues hay fenómenos cíclicos que abarcan cinco o seis décadas por lo menos (como las oscilaciones multidecadales de El Niño, o los ciclos solares de mediano plazo).
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Gracias Hector. Buenos puntos, y agradezco el intercambio. Creo que estamos de acuerdo, dado que afirmas “Como bien sabes, ningun estudio existente ha establecido una clara atribución de recientes eventos extremos al cambio climático antropogénico: ni las inundaciones, ni las sequías, ni las olas de calor, ni las olas de frío, ni los huracanes.” Yo concuerdo con esto. La idea es que el clima está cambiando, sea o no por razones antropogénicas (no hago referencia a razones antropogénicas). El clima cambia a varias escalas (desde estacional, a interanual, a interdecadal, y posiblemente más allá). El punto central de mi entrada es que el cc no es un problema político, y creo que ahí tambieen estamos de acuerdo. Saludos cordiales.
Hector M. dice
Fernando, es que el argumento de que no es posible (hasta ahora) la atribución de eventos extremos al cambio climático no se restringe al cambio climático antropogénico, sino a todo tipo de cambio climático. Por ejemplo, si la temperatura hubiese estado aumentando en la segunda mitad del siglo XX debido a factores puramente naturales, como la radiación solar, aun así no se podrían atribuir a ese cambio los eventos extremos recientes, considerados individualmente, o en grupos, o en conjunto.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Entendido… pero mi intento no ha sido tratar de sugerir una correlación. Mas bien, el mensaje que trato de transmitir a los “inayudables” es que hay evidencia de que el clima ha estado cambiando (de acuerdo en que los eventos extremos puedan no ser el mejor ejemplo). Pero definitivamente hay evidencia de que el clima ha estado cambiando, y que esto no es un asunto de “creer o no creer”.
Hector M. dice
Fernando,
el retroceso reciente de los glaciares andinos, como el de otras latitudes, es evidente. Sin embargo, tanto su origen como su significación no son tan evidentes. Por una parte, y sin dudas, y dado que en general no ha disminuido la precipitación sobre los Andes (ni el IPCC prevé que disminuya) su retroceso evidencia un aumento gradual de temperatura. Pero hay que tener en cuenta que el retroceso no empezó a mediados del siglo 20, a raíz del aumento de emisiones de gases de invernadero. Por el contrario, comenzó alrededor de 1680-1730, y vienen retrocediendo desde entonces; en las últimas décadas ha habido una cierta aceleración, sobre todo en Bolivia, pero no tanto en los Andes septentrionales y medios (de Colombia a Perú), como lo muestra por ejemplo el estudio (que es una revisión de muchos estudios) de Vincent Jomelli y otros autores (2009), citado abajo.
He tratado el tema con mayor extensión, refiriéndome también a sus implicaciones para la agricultura andina, en mi artículo “El pan del futuro: Cambio climático, agricultura y alimentación en América Latina”, publicado en Debates en Sociología No.34, revista publicada por la Pontificia Universidad Católica del Perú (el paper está disponble en http://ssrn.com/abstract=1823645).
REFERENCIA:
Jomelli, Vincent; Vincent Favier, Antoine Rabatel, Daniel Brunstein, Georg Hoffmann & Bernard Francou, 2009. Fluctuations of glaciers in the tropical Andes over the last millennium and palaeoclimatic implications: A review. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, doi:10.1016/j.palaeo.2008.10.033. Puede ser solicitado al autor principal a jomelli@cnrs-bellevue.fr.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Gracias por el dato. Mira mi respuesta a tu otro comentario. En el caso andino, el clima ha estado cambiando en una escala temporal multi-decadal o mayor, lo cual evidencia que como trato de explicar, el clima cambia (simplemente). Gracias también por la referencia.
Hector M. dice
Sobre la falta de fundamento de atribuir eventos extremos al cambio climático, referencias:
Gavin Schmidt, “Going to extremes”, http://www.realclimate.org/index.php/archives/2011/02/going-to-extremes/. Schmidt sostiene que no hay ninguna teoría o resultado que indique que el cambio climático incrementa los eventos extremos en general; que algunos eventos extremos se podrán volver más comunes, y otros más raros; y que la atribución de los eventos es difícil porque hay escasos datos observacionales, insuficiente comprobación de los extremos simulados en modelos climáticos, y limitada evaluación de las predicciones de los modelos en general.
Judith Curry, “Is extreme weather linked to global warming?”, http://judithcurry.com/2011/06/02/is-extreme-weather-linked-to-global-warming/.
La Dra Curry dice estar totalmente no-convencida por los argumentos que atribuyen al cambio climático antropogénico ya sea un evento extremo en particular, o un grupo de eventos extremos, o alguna estadística de eventos extremos. Se requiere, dice, una base de datos mucho mayor, y una mucho mejor comprensión de la variabilidad natural de ciclos como El Niño y otros análogos, antes de depositar alguna confianza en inferencias que se hagan sobre el impacto de las influencias antropogénicas sobre los eventos meteorológicos extremos.
En otras palabras, estos destacados científicos le dan a esa cuestión una respuesta similar a la que le da a su esposa el señor gordo, al volante de su auto sumergido en el agua, en la figura que encabeza este post, respuesta que por ende parece bastante razonable. Claro que el Dr Schmidt y la Dra Curry se expresan en forma más delicada que el señor gordo.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Exacto!!! Gracias, me has hecho reír con el final de tu comentario. Nuevamente, me mantengo al margen del origen antropogénico dado que tenemos que adaptarnos “no matter what”.
Hector M. dice
Pero mi observacion no se referia a eso, sino al hecho de que tú aconsejabas a los que dudan del cambio climático que observen los eventos extremos que han estado ocurriendo. Lo que dicen los científicos es que tales eventos extremos no son vinculables al cambio climático. Hasta donde sabemos, parecen estar dentro de lo normal del clima, es decir, dentro del margen de variabilidad histórico del clima existente. Por lo tanto tu consejo estaba fuera de lugar: la comprobación de que ha habido inundaciones, sequías o huracanes no indica que esté ocurriendo un cambio climático.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
OK, ahora si llegamos a un punto de desacuerdo. Te refiero a la definición que da la agencia de administración atmosférica y oceanográfica de los Estados Unidos (NOAA) en su programa reciente de “servicios climáticos” (www.climate.gov). “Climate refers to variability and change across multiple time scales, with an emphasis on extremes, seasonal to multi-decadal and longer scales.” Esto es una evolución en el concepto que es muy importante (y en la cual concuerdo), dado que la separación entre la “variabilidad” y el “cambio” del clima se fusionan en un contínuum de escalas temporales. El término “cambio climático” va a ir siendo, poco a poco, desplazado simplemente por “clima”, dado que en un futuro aceptaremos que el clima cambia, simple y llanamente. En base a esto, sostengo mi afirmación (y consejo). A los “no creyentes” en que el clima cambia, basta apuntarles algunos de estos eventos extremos (contenidos dentro de este concepto más amplio de clima). Saludos…
Hector M. dice
Fernando,
es que el clima siempre ha cambiado, desde hace millones de años. Pero lo que se llama “cambio climático” es precisamente el cambio climático que es (al menos parcialmente) antropogénico.
Si no es antropogénico, lo único que se puede hacer es aceptarlo, como uno acepta la sucesión de inviernos y veranos, o las fases mensuales de la Luna. En todo caso, cabe ante esos cambios “naturales” la adaptación o la flexibilidad, ya que para sobrevivir los seres vivos debemos estar siempre adaptados al ambiente en que vivimos.
Si es antropogénico, en cambio, se abre la posibilidad de actuar sobre las causas de origen humano que están cambiando el clima, como por ejemplo las emisiones de gases de efecto invernadero. Todo el Acuerdo Marco de la ONU sobre Cambio Climático, y la labor del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, se basan precisamente en la idea de que al menos una parte del cambio climático es antropogénico. De hecho, la DEFINICION de cambio climático adoptada en el Acuerdo Marco define el “cambio climático” UNICAMENTE en su dimensión antropogénica; el IPCC en cambio admite en su definición del concepto de cambio climático tanto los cambios de origen natural como aquellos de origen antropogénico.Esa diferencia en las definiciones ha sido remarcada muy especialmente por el especialista en política climática, Roger Pielke Jr, en sus libros y artículos sobre el tema, y en particular en el último, The climate fix (New York: Basic Books, 2010). Pielke destaca las consecuencias de esas ambigüedades o contradicciones en los conceptos de cambio climático que se utilizan en esos marcos institucionales y también en otros ámbitos.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Correcto Hector… Yo me refiero al “cambio climático” en el sentido más amplio (IPCC), por lo cual mi enfoque profesional (y el de mis entradas en este blog también) es en adaptación (como dicen, “manejar lo inevitable”). Gracias por la aclaratoria.
Fernando Maury dice
Estimado Fernando.Ley su articulo,muy interesante,tambien muy interesante los comentarios de Hector.Debido a éste articulo estube indagando en la red y me tope con un articulo por demas INTERESANTE,a continuación les envio la pagina para que hagan un comentario al respecto: http://es.wikipedia.org/wiki/Influencia_antropog%C3%A9nica_sobre_el_clima Nosotros a traves de nuestra empresa estamos aportando un granito de arena para acabar con la DEFORESTACIÓN,se trata de una tecnologia nueva de RECICLAJE(Convertir ´´la basura plastica´´en Tablas sustituto de la Madera convencional.Nuestra Pag. http://www.heatvenezuela.com Saludos y los Felicito…
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Tocayo (y co-terráneo tambien :-). Saludos y gracias por tu comentario.
César Loma Núñez dice
Los avisos de -meteoalerta- aclaran sobre el riesgo potencial de un fenómeno adverso previsto. Estos umbrales se han establecido con criterio climatológico y de adversidad cercano al concepto de “probable o poco probable” siempre y cuando impliquen un peligro para la población. El riesgo meteorológico se relaciona con la “rareza” del fenómeno ya que, cuanto mayor sea ésta, menos preparada está la población para enfrentarse a sus efectos. Esa es la definición que la más sencilla de cualquier enciclopedia utiliza para calificar los fenómenos con relación al clima. En ese entendido, se han desarrollado cuatro niveles básicos: verde, amarillo, naranja y rojo. El primero de la clasificación dispone la inexistencia de riesgo meteorológico alguno. En el segundo, no se halla identificado riesgo para las personas pero sí en lo referente a alguna actividad en concreto. En el nivel naranja, se presentan fenómenos que no son habituales y con grado de peligro en actividades usuales como moderado-alto y el último, indica según la clasificación que el riesgo meteorológico es extremo y se presenta con fenómenos meteorológicos no habituales de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto. Ahora bien, si llevamos esta misma clasificación meteorológica al actual estado de situación climático, acaso no se tendría que “tachar” de la lista a los niveles de nulo o escaso riesgo como son el verde y el amarillo? No es verdad que las aguas, el aire, los suelos y otros recursos naturales no renovables en el planeta ya no tienen en un gran porcentaje garantizada su disponibilidad a largo plazo para la humanidad? En ese entendido, si resulta válida la comparación con la pirámide meteorológica, entonces estamos en estado de “Alerta Naranja”. Cuestionemos entonces cómo podemos incidir en el cambio de mentalidad de las personas, para que la relación hombre-naturaleza sea más armónica? Acaso se están debatiendo medidas de seguridad ambiental a escala mundial? Cuáles son? Se ponen en práctica medidas de mitigación para la prevención, reducción y sanción? No lo sé. Siguen y suman las declaraciones de principios, se reiteran las convenciones y cumbres cuyas conclusiones arrojan estupendos marcos axiológicos y se dictan modernas leyes y reglamentos a niveles de Estados y empresas, pero todavía nos preguntamos porqué aún después de tanta logística montada, participación de delegaciones, cuerpos diplomáticos, dignatarios de Estado, Organizaciones Internacionales y empresas, persiste y aumenta la contaminación? Por qué se calienta más la tierra? Es que no solamente tenemos una amenaza latente en términos de disminución de alimentos y de agua para un par de generaciones venideras, lo cual representa la alerta naranja. Lo calamitoso es el riesgo de llegar al nivel de alerta roja, porque precisamente el cambio climático originará que en un futuro no muy lejano haya escasez de estos principales elementos para la existencia humana. Las enfermedades se podrían propagar a gran escala, pero lo más grave de todo esto, es el hecho de que la paz mundial estaría seriamente amenazada precisamente por la insuficiencia de productos e insumos de primera necesidad para nosotros los seres vivos. Actualmente nos encontramos ante una realidad incuestionable, y el cambio climático es un claro ejemplo de aquello. Sino es así, veamos las consecuencias de los fenómenos del niño y la niña, la cantidad de ríos que están secos, lluvias permanentes y ni que decir de los glaciares que se están cayendo a pedazos. No es un tema fácil esto de sumar voluntades y esfuerzos a escala mundial para intentar controlar el nefasto desenlace ambiental que se avecina si no actuamos a tiempo, claro que no lo es. Sin embargo, creo, sin ánimo de pecar de alarmista, que solamente aquellos quienes no valoren la vida como el bien más preciado de todos los bienes, podrían dejar pasar por alto todo lo que hasta aquí hemos dicho.
Finalmente, quiero cerrar este ejercicio, concluyendo que estamos en un momento de inflexión en que nos enfrentamos a la necesidad de decidir; es decir, optar por dos rumbos respecto de lo que hemos dicho en líneas anteriores. La primera opción nos invitaría a volver a la escala meteorológica “verde” donde los riesgos se presentarían como nulos para la colectividad. Ese camino significaría una toma de conciencia de la humanidad acerca de los efectos nocivos que sufre actualmente la naturaleza. Ese norte tendría que representar un proceso permanente para revertir los daños que hasta aquí hemos sufrido. No será tarea fácil, pero por una cuestión de responsabilidad, debemos intentarlo. El otro rumbo, nos posiciona y acerca al nivel rojo,- escala que los actores globales no pueden controlar hasta el día de hoy y que causa polémica planetaria-, vía que indudablemente cambiará el orden de cosas que hasta aquí hemos concebido como modelo de vida.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Buena reflexión. Creo que hay una tercera opción a las dos que planteas, y es una combinación de las mismas. No hay ningún problema en tratar de “mitigar” el problema que se ha creado, al hacer un esfuerzo por reducir las emisiones que contribuyen al cambio climático (incluso reducirlas a cero, lo cual es algo que el BID se ha trazado como meta). Al mismo tiempo, y en paralelo, podemos seguir buscando maneras de “adaptarnos” al cambio climático que ocurrirá de todas formas. No creo que sea lo uno o lo otro, sino ambas cosas. Necesitamos todas las armas que tengamos a nuestra disposición para enfrentar este gran reto.
Walberto dice
Fernando, creo que el problema principal está en que todos los informes sobre cc se centran en recientes dataciones, más preciso desde la era industrial. No sé si la intención es atribuir todo lo que ocurre a la emisión tropógena de los GEI. La Tierra, con sus 400 millones de años, viene desarrollando ciclos donde hubo glaciaciones y eras calientes. Un papel importante de ese tobogán cumple el Carbono, en especial el CO2. Ahora tendríamos que estar en una época de inicio de glaciación. Sin embargo, y gracias a los GEI, estamos teniendo estas temperaturas a las que nos acostumbramos. Si miras lo que ocurrió a finales de 1600 e inicios de 1700, verás que esa pequeña glaciación afectó considerablemente a Europa, pero hubo “algo” que llevó a la elevación de temperatura a lo que tenemos hoy.
El tema del deshielo glaciar no es novedad ni es algo nuevo. La Tierra no llegó a tener polos. Eso es reciente.
Coincido que hay cambio climático, y siempre existirá en la Tierra.
Creo que hay muchos desgastes en alarmar, y el riesgo es que sectores inescrupulosos pueden aprovechar este momento en que se crea una sicosis sobre el tema.
Siempre hubo eventos de extremos calor, sequía, inundaciones. Es normal, las placas se mueven, habrá más volcames en erupción. Todo es normal en la tierra.
¿Has pensado qué puede ocurrir si se secuestran los GEI? La pequeña era de hielo, que mencioné, está relacionada con una masiva reforestación en Sudamérica, cuando la peste mató a mucha gente y se abandonaron cultivos que fueron aprovechados por los montes que rebortaron muchos árboles que captaron gran cantidad de GEI provocando un desequilibrio.
Estas investigaciones están, y cuando quieras puedo compartir con todos.
MSc en Medio Ambiente y RR.NN. Walberto Caballero
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Gracias Walberto por el comentario. Creo que lo importante es tratar de “despolitizar” el problema, y trabajar en soluciones más sostenibles y alternativas al camino que llevamos como civilización. Ignorar el problema (negarlo, peor aún) no es sostenible. El problema que enfrentamos no es trivial y requiere de acciones múltiples y conectadas, lo cual a su vez requiere liderazgo y conocimiento (preferiblemente liderazgo CON conocimiento).
Jorge Escurra dice
Fernando, muchas gracias por el interesante blog. Llama mi atención el concepto sobre los inayudables descrito en el blog, personas que quieran hacer del cambio climático algo político, en el arte del creer o no creer. Justo después de disminuir la temperatura del aire acondicionado por las inesperadas lluvias en DC, me pregunte a mi mismo; ¿nos interesa verdaderamente los inayudables?. Algunos me podrían decir que sí, porque estas personas son los tomadores de decisiones que muchas veces dialogan con los representantes de los organismos internacionales, y sus conceptos y puntos de vistas influyen en las decisiones de estrategia de desarrollo en sus países. Otros me dirían que nó, porque probablemente sus opiniones son políticas o con intereses, por consiguiente si los inayudables conocieran que a través de un programa del cambio climático recibirían una gran donación para sus respectivos departamentos a los que representan, preguntémosles si seguirán siendo inayudables?. Ahora bien si continúan con esa opinión, ya no serán los inayudables, si no los que no han tenido exposición a un medio de pérdida de vidas y daños costosos por el aumento de frecuencia de los desastres naturales, y tarde o temprano estarán expuestos a ellos o los vulnerables/expuestos se los harán saber.
No quisiera armar un debate si el aumento de la frecuencia de los desastres naturales están relacionados con los impactos del cambio c o aumento poblacional, lo que si me gustaría indicar la actual oportunidad que nos trae el cambio climático en incrementar recursos para estudiar su actual y futuro impacto, fomentar medidas de prevención a desastres naturales y desarrollar medidas de adaptación.
En conclusión, ¿en quién nos debemos preocupar?, debemos enfocarnos en los más vulnerables a los desastres naturales, y ¿que debe hacer el BID?, enfocarse en un desarrollo innovador y efectivo, en donde la supervisión combine lo operacional con lo técnico en uno, como lo ha estado haciendo o de repente un poquito más.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Hola Jorge, gracias por tu comentario. El debate relacionado con el cambio climático ha pasado por varias etapas, y en todas ellas han existido lo que yo llamo los “inayudables”. Hace apenas 20 años, no se podía hablar de cambio climático ni siquiera en la literatura científica. Hace 10 años, el debate se centró en la polémica de sus posibles causas antropogénicas. Hace 5 años, la necesidad de adaptarse empezó a asomarse, pero la adaptación es todavía un tema en pañales. Hoy en día seguimos enfrascados en un debate de reducción de emisiones que, aunque podría ser constructivo, considero que no debe ser la prioridad (y menos en cómo está planteado en el sistema de la UNFCCC. Parece mentira, pero en el escenario de hoy, todavía muchos de esos “inayudables” toman decisiones en base a posiciones políticas que no ayudan a resolver el problema. En mi opinión, nuestro rol como institución debe atacar todos los frentes: continuar innovando y elevando el perfil de la adaptación como necesidad de desarrollo, pero al mismo tiempo informando y orientando el debate para que sea más productivo.
Patricio dice
Estimados amigos, les saludo desde Ecuador; disfrutando de la calidad de sus artículos pienso en la necesidad de diseñar estrategias para que asumamos mayor compromiso con las estrategias de adaptación promoviendo mayor información a nivel general; evidentemente es un tema sobre el cual hay amplio debate pero sobre las constataciones que tienen extensas poblaciones que se expresan en: “claro que el clima ya no es como ántes…”, es fundamental el difundir las necesidades de adaptación con variados y apropiados instrumentos.
Consulto a ustedes si conocen materiales formativos que pudieran utilizarse a nivel comunitario. Gracias.
Fernando Miralles-Wilhelm dice
Hola Patricio, gracias por su mensaje. Creo que la mejor opción es buscar en la página del BID al Instituto Interamericano de Desarrollo Económico y Social (INDES: http://www.iadb.org/es/indes/instituto-interamericano-para-el-desarrollo-economico-y-social,2482.html). Tambien, todos los documentos (reportes y material educativo) del BID se pueden hallar sin costo alguno: http://www.iadb.org/publications/index.cfm?lang=es). Espero que esta información le sea de utilidad. Saludos!
Dolores Rojas dice
Un inayudable es Macario Schettino, economista y columnista del diario El Financiero de México. Le envío el link a su columna por si quiere ayudarle a entender.
http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/creencias-costosas.html
Saludos,
Dolores Rojas
Marina Lemos dice
Inayudables: El Honorable Concejo Deliberante de Pilar, Buenos Aires, Argentina que acaba de derogar una Ordenanza que evitaba construir y destruir los humedales del río Luján.
La cuenca se encuentra en situación de EMERGENCIA HÍDRICA, declarada por la Provincia de Buenos Aires