Mientras que los precios del petróleo vuelven a estar por encima de los 100 dólares, causando cierta incertidumbre y preocupación a los países que dependen de él para que su economía marche como debería ser, se viene gestando en algunos laboratorios del mundo una silenciosa revolución. Se trata de la revolución de los combustibles solares.
La idea es sencilla y todos la aprendimos en el colegio. Se trata de imitar a la naturaleza en el proceso de la fotosíntesis, donde a través de la energía solar se pueda fijar el dióxido de carbono en otra forma de energía química que luego nos sirva para las actividades que ayudan a mover una economía y desarrollar una sociedad. Desde combustibles para el transporte, pasando por la fabricación de materiales como el plástico hasta la producción de electricidad.
El problema, como ya es conocido por todos, es que con el uso y quema de los combustibles fósiles, el producto de la fotosíntesis de hace millones de años, en vez de fijar el dióxido de carbono estamos liberándolo a través de la quema de esos mismos combustibles. Allí, en la atmósfera, contribuye al calentamiento global y al cambio climático.
Pero qué pasaría si tenemos un proceso donde la única energía de entrada que necesitemos sea renovable, como la solar o eólica, que fije el carbono y al final tengamos un material que nos sirva para “mover” toda nuestra sociedad y que al ser utilizado sólo se emita a la atmósfera la misma cantidad de carbono que se fijó anteriormente? Pues en ese instante habremos solucionado el mayor problema de nuestro tiempo.
Esto es lo que básicamente pretende el primer tipo de combustibles solares denominados biocombustibles, que explotados de una forma sostenible, solucionarían gran parte de las necesidades de transporte y energía de nuestra sociedad. En este primer caso no se está imitando el proceso de la fotosíntesis, simplemente utilizándolo.
El Banco Interamericano de Desarrollo apoya actualmente una serie de iniciativas para aumentar la producción de biocombustibles en América Latina y el Caribe a partir de caña de azúcar, palma africana, jatropha o trozos de madera, donde son estas mismas plantaciones las que ayudan a fijar el dióxido de carbono presente en la atmósfera durante su crecimiento y luego en forma de etanol o biodiesel llegan a reemplazar a la gasolina o diesel obtenidos del petróleo. El dióxido de carbono que se ha fijado puede también venir de algún proceso industrial o de plantas de tratamiento de desechos.
En este video se describe uno de los proyectos que el Banco ha apoyado en el sector de los biocombustibles:
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En la próxima entrega hablaremos de otro tipo de combustible solar que sí imita el proceso de la fotosíntesis y puede constituirse en el futuro próximo como una de las soluciones al problema energético mundial. Una pista: Viento y gas natural. Mientras tanto, escucho ideas…
hernan dice
Es un programa muy importante ;a producion de los Biocombustibles en Brazil orientado a la producion basada en la teoria de los ciclos energeticos como modelos de MDLA DESARROLLO LIMPIO
vale la pena introducir esta tecnologia en Colombia ,lo de resolver seria el personal que corta la cana ,y suspendr la quema como un vertimiento a la atmosfera de alto impacto
saludos hernan/colombia
Efrain dice
Es interesante aunque no me parece que sea una solucion para aplicarla en gran escala en especial en las ciudades porque no es una solucion sino que continua agravando el problema de contaminacion en las ciudades. Hay que tener en cuenta zonas de produccion y zonas de consumo, sobre todo en transporte me parece que no se puede aplicar.
Como combustible para la generacion en centrales termicas puede ser mejor.