A menudo damos por sentado los materiales de construcción. Olvidamos que el acero, el cemento, los productos químicos, el vidrio o los ladrillos forman la realidad física de nuestra civilización. Los utilizamos para construir casas, escuelas, hospitales, oficinas, carreteras e incluso para crear estructuras que nos ayuden a evitar o reducir el impacto de los desastres naturales. Pero ¿podemos seguir confiando en estos materiales cuando su producción provoca el 34% de las emisiones mundiales de CO2? ¿Teniendo en cuenta también que los líderes mundiales se comprometieron a alcanzar las cero emisiones en torno a 2050? Aunque no lo crean, la respuesta es sí. Según un reciente informe del IDDRI y el BID, es posible transformar la industria, reducir costes, fortalecer las cadenas de valor y a la vez, reducir la contaminación nociva en el proceso. Pero no todo es tan sencillo, para llegar a ese punto es fundamental que los gobiernos identifiquen las barreras que impiden la descarbonización de la industria y las eliminen una por una.
Reducir emisiones contribuirá a una industria ligera más sana y competitiva
La buena noticia es que la tecnología necesaria para reducir las emisiones en la industria ¡ya existe! La mayoría de las industrias ligeras pueden encontrar alternativas en fuentes de calor para funcionar. Por ejemplo, la industria de procesamiento y fabricación de alimentos requiere temperaturas moderadas, ya que, para cocinar, pasteurizar o generar vapor, no se necesita más de 150°C. Temperaturas de esta magnitud pueden generarse con electricidad, ya sea utilizando resistencias eléctricas, inducción, bombas de calor, tecnologías eléctricas y solares combinadas, todo ello sin emitir a la atmósfera gases de efecto invernadero que atrapan el calor.
La electrificación de la industria ligera puede suponer una reducción de los costes, especialmente si la electricidad proviene de energías renovables modernas como la eólica y la solar, siendo esta última la fuente de energía más barata. La electrificación también puede habilitar una mejora de la calidad del aire, lo cual ayudaría a mejorar las condiciones de salud – más de 5 millones de personas mueren prematuramente cada año en el mundo a causa de la mala calidad del aire. Por último, la electrificación puede apoyar el desarrollo de un ecosistema nacional de industria limpia, que incluya la generación de electricidad limpia, el almacenamiento, y la transmisión además de la electrificación de la industria. .
La mala noticia es que muchos factores impiden la rápida electrificación de la industria. En la mayoría de los países, el carbón, el petróleo y el gas fósil se venden a mejores precios que la electricidad. Si bien la energía renovable es la fuente más barata, la generación de electricidad tiende a depender de inversiones heredadas, cuyos costes se trasladan a las industrias, mientras que los combustibles fósiles suelen estar exentos de impuestos o subvencionados. Para complicar aún más las cosas, las soluciones electrificadas suelen requerir mayor capital inicial, que puede ser difícil de financiar, especialmente para las empresas informales. Por último, la falta de información puede ser un problema. La tecnología eléctrica todavía parece nueva, y muchas empresas simplemente no la conocen.
Los gobiernos pueden eliminar estas barreras. Reformar los precios es clave: la electricidad es el futuro, y los combustibles fósiles son el pasado, los gobiernos no deberían gravar la primera y subvencionar los segundos. Los incentivos financieros, como los créditos fiscales, las subvenciones a la inversión o los préstamos a bajo interés, también pueden incentivar las inversiones en innovación transformadora. Asimismo, las auditorías gubernamentales de emisiones y los programas de apoyo a la información pueden ayudar a las pequeñas y medianas empresas a tomar decisiones informadas.
También hay soluciones para la industria pesada
La industria pesada es un problema a parte. Para producir hierro, acero, cemento, hormigón y productos químicos, las empresas industriales actualmente utilizan materias primas específicas que emiten gases de efecto invernadero, y a menudo necesitan generar temperaturas entre cientos a mil seiscientos grados centígrados.
Aquí también existen soluciones técnicas. El hidrógeno verde, producido a partir de la electrólisis con electricidad limpia, es una solución prometedora. Se puede utilizar para producir químicos como fertilizantes sin emitir CO2. El hidrógeno también puede sustituir al carbón para la reducción del mineral de hierro, mientras que los hornos de arco eléctrico -que actualmente sólo se usan para reciclar- pueden combinar chatarra de hierro de alta calidad con nuevo hierro. En el caso del hormigón, las soluciones técnicas pasan por cambiar su composición (para minimizar el uso de cemento y sustituir el clinker) y, en el futuro, por la captura y el almacenamiento de carbono. En el caso de los metales, es fundamental reciclar más, ya que el reciclaje utiliza mucha menos energía que la extracción de materias primas.
La descarbonización de la industria pesada también trae beneficios. El hidrógeno verde, por ejemplo, puede ayudar a integrar fuentes renovables intermitentes en la red eléctrica: los electrolizadores pueden utilizarse más cuando el sol y el viento proporcionan más energía de la que necesita el resto de la economía, y reducir la producción si la capacidad de producción de electricidad tiene dificultades para satisfacer la demanda.
Pero aquí también hay barreras a la adopción. La producción y mezcla de cemento y hormigón se realiza principalmente por equipos de construcción a pequeña escala, a menudo informales. El hormigón fabricado por profesionales puede optimizar el tamaño de los agregados, minimizar el uso de cemento y adaptar los sustitutos del material cementante a la aplicación.
Otra barrera clave es que la tecnología sigue siendo nueva y costosa. Es el caso de la producción de hidrógeno verde, la reducción directa con hidrógeno en la metalurgia, y la captura de carbono para el cemento. Afortunadamente, la innovación avanza rápidamente en países como Chile. Dada la creciente demanda de materiales, los países en vía de desarrollo pueden ser candidatos ideales para el despliegue temprano de estas tecnologías.
¿Qué pueden hacer los gobiernos para descarbonizar la industria pesada?Es importante que propicien la creación de la infraestructura necesaria para facilitar el reciclaje, para recoger y separar los residuos metálicos de los aparatos electrónicos. Algunos países también pueden participar en programas globales de aceleración de la tecnología industrial y en pilotajes comerciales, como la producción de fertilizantes o de hierro a partir de hidrógeno verde, o el despliegue de la captura y el almacenamiento de carbono para el cemento.
Crear demanda también es importante: los gobiernos pueden actualizar los códigos de construcción para fomentar la sustitución de materiales cementantes, y la normativa puede utilizarse para imponer la producción y mezcla profesional de cemento y hormigón en la mayor medida posible. Del mismo modo, las compras públicas pueden favorecer los materiales más ecológicos y pueden ofrecer un incentivo basado en la intensidad de los GEI para los materiales de muy bajas emisiones.
Manos a la obra para alcanzar la prosperidad libre de carbono
Si todas las partes interesadas trabajan en conjunto por alcanzar este objetivo, América Latina y el Caribe podrán realizar la transición a un sector industrial más limpio.
Existen otras barreras que impiden la adopción de prácticas mejores y más limpias en la industria, y algo similar puede decirse de la mejora de la energía, los edificios, la agricultura, el transporte y la gestión de residuos. Obtenga más información leyendo el informe del BID sobre 15 transformaciones hacia la prosperidad libre de carbono.
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