Centroamérica y la República Dominicana enfrentan un doble desafío: su riqueza natural, social y económica convive con una alta vulnerabilidad frente a desastres y eventos climáticos extremos. Terremotos, huracanes, erupciones volcánicas y tormentas han dejado huellas profundas en la región, afectando millones de vidas y generando pérdidas económicas millonarias. Pero, más allá de las tragedias visibles, miles de emergencias de menor escala impactan a diario en las comunidades más vulnerables.
Frente a este panorama, surge una oportunidad histórica: cambiar el enfoque de la gestión de desastres. En lugar de reaccionar, es momento de anticipar e invertir en resiliencia. La evidencia muestra que prevenir daños futuros no solo es más eficaz y costo-efectivo, sino también más justo, protegiendo a quienes más lo necesitan.
Este 13 de octubre fue el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. Conozcamos los pasos significativos que se han dado en el avance de esta agenda en Centroamérica y la República Dominicana, con ayuda de entidades regionales como el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres en América Central y la República Dominicana (CEPREDENAC) y el Consejo de Ministros de Hacienda o Finanzas de Centroamérica, Panamá y República Dominicana (COSEFIN); y organismos internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas para Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de Latino America (CAF).
Avances en la región
En su poema “Unión Centroamericana”, Rubén Darío versaba: “Unión para que cesen las tempestades, para que venga el tiempo de las verdades”. Aunque las tempestades y los desastres han continuado siendo parte del escenario multi amenaza que caracteriza a Centroamérica, los procesos impulsados desde el SICA han contribuido a reducir la vulnerabilidad en la región.
Con el acompañamiento del CEPREDENAC y otras instancias de integración regional, los países han fortalecido sus marcos de política pública y sus sistemas nacionales, subnacionales y sectoriales de gestión del riesgo. Los Ministerios de Finanzas del COSEFIN han incorporado progresivamente los impactos económicos de los desastres en la planificación financiera, contando con instrumentos de protección financiera que complementan los fondos de emergencia.
El comportamiento errático de variables climáticas y la acumulación de factores de vulnerabilidad configuran escenarios de riesgos cada vez más sistémicos y frecuentes. Solo en infraestructura, las pérdidas anuales esperadas en Centroamérica, estimadas a través de análisis probabilista del riesgo, ascienden a US$ 4 mil millones, que equivalen al 25% del crecimiento anual del PIB de la región y ponen en riesgo los medios de vida de la población más vulnerable.
Un cambio de paradigma
Ya no basta con reaccionar: hay que anticiparse. Pasar de gestionar desastres a invertir en la reducción del riesgo es más eficaz, más eficiente y justo. Este es el mensaje del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres: “Financiar la resiliencia, no los desastres”. Con menos del 2,5% de los presupuestos nacionales y menos del 1% de la cooperación internacional destinada a esta materia, el desafío es colocar la resiliencia en el centro de las políticas de financiamiento para el desarrollo en América Latina y el Caribe (LAC), y Centroamérica tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo.
Para avanzar en la reducción del riesgo de desastres, es fundamental actuar en tres frentes:
- Planificar infraestructura resiliente. Algunos países ya han incorporado criterios de riesgo en sus sistemas nacionales de inversión pública, como Costa Rica, Guatemala y República Dominicana. Los bancos de desarrollo, como el Banco Mundial, BID y CAF también exigen estándares más altos para asegurar que los proyectos sean sostenibles y resilientes. El gran reto es incluir y evaluar los costos y beneficios de la resiliencia dentro de los criterios de inversión. La clave está en demostrar un efecto multiplicador, por ejemplo, aumentando el valor de la infraestructura pública y privada, reduciendo los costos de los seguros y generando co-beneficios económicos, ambientales y sociales.
- Fortalecer la resiliencia de la infraestructura existente. Reducir la vulnerabilidad de las obras ya construidas requiere de inversiones sostenidas, lo que resulta complejo en contextos de deuda elevada y presupuestos limitados. Aquí cobran importancia los instrumentos financieros innovadores: canjes de deuda por resiliencia, bonos de resiliencia que atraigan capital del creciente mercado de bonos verdes y de sostenibilidad (que ya ha movilizado más de US$ 3.7 billones), o esquemas de financiamiento combinado (blended finance), que movilicen recursos privados en sectores clave.
- Prepararse financieramente para reconstruir con resiliencia. La reconstrucción que integra principios de infraestructura resiliente es una oportunidad para reducir el riesgo acumulado. Para lograrlo, se requiere realizar una planificación previa, instrumentos financieros que aseguren recursos oportunos, reglas claras y capacidad técnica para reconstruir mejor, más rápido y de forma más inclusiva. En la región ya se utilizan mecanismos como los préstamos contingentes y seguros paramétricos, que permiten contar con liquidez inmediata tras una emergencia y facilitan una reconstrucción más resiliente.
Coordinación regional e iniciativas innovadoras
En el marco del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la Estrategia Regional para la Gestión Financiera de la Reducción del Riesgo de Desastres, impulsada por CEPREDENAC y COSEFIN, representa un paso importante en esta agenda en Centroamérica y República Dominicana. Su propósito es claro: cerrar las brechas que impiden invertir más y mejor en la reducción del riesgo de desastres para un desarrollo más resiliente.
La región promueve el uso compartido de herramientas, la movilización de financiamiento de forma innovadora y el fortalecimiento de la gobernanza con el apoyo de los organismos internacionales y la banca para el desarrollo, por medio de acciones como el desarrollo de Marcos de Financiamiento para la Reducción del Riesgo de Desastres de UNDRR, de Gestión de Pasivos Contingentes del Banco Mundial, de la Iniciativa de Preparados y Resilientes en las Américas del BID y la Plataforma de Coinversión en Sistemas de Alerta Temprana de CAF.
De esta manera, los países de Centroamérica y República Dominicana trabajan en conjunto y contribuyen a una agenda necesaria para LAC, en la que cada inversión representa una oportunidad para reducir el riesgo, bajo la premisa de que no puede haber desarrollo sostenible sin resiliencia.
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