Desde que me uní al grupo de trabajo del BID sobre la adaptación climática, he estado pensando acerca de cómo el BID y otras partes interesadas en el desarrollo podrían facilitar y mejorar el proceso de toma de decisiones relacionadas con la adaptación al cambio climático, teniendo en cuenta la incertidumbre que aún tenemos sobre los impactos climáticos, la complejidad del problema y otras prioridades del desarrollo.
La siguiente historia de un amigo ilustra, una vez más, un aspecto de cómo la gente toma actualmente sus decisiones:
El año pasado, este amigo se había separado de su novia, debido a la existencia de diferentes expectativas sumamente marcadas en relación a su futuro común. Más tarde, él estuvo saliendo con otra chica, la cual, sin embargo, no llegó a convertirse en una sustitución adecuada. En una fiesta reciente volvió a encontrarse con su ex novia y ahora están saliendo juntos a pesar de las diferencias existentes y que eran un obstáculo evidente para una sostenibilidad a largo plazo de su relación. La historia no es en realidad nada excepcional, pero la parte interesante es la razón por la cual mi amigo ha vuelto a salir con ella: tiene que ver con la comodidad a corto plazo de una familiaridad existente y a la falta de alternativas convincentes.
Esto podría darnos una información valiosa sobre cómo facilitar mejor nuestras decisiones relacionadas con la adaptación al cambio climático: por un lado, los datos y la información existente sobre el impacto climático y las propuestas de rutas alternativas económicas y de comportamiento deben ser constantemente mejorados para ser cada vez más convincentes.
Por otro lado: una mayor cantidad de datos no necesariamente conducirá a una mejor comprensión del problema, ya que finalmente sólo aumentará su complejidad. Por lo tanto, es hora de pensar acerca de la presentación correcta de los conocimientos existentes —que por cierto no es poca— para guiar a la gente y a los responsables de la toma de decisiones a que salgan de su zona de confort cuando estén siguiendo, obviamente, tradiciones insostenibles.
Why Isn’t the Brain Green? es un artículo sorprendente sobre la toma de decisiones ambientales y de cambio climático, publicado por Jon Gertner en el New York Times Magazine en 2009. Pone de manifiesto algunos hallazgos interesantes (algunos nuevos, otros no tanto) que podrían ser de ayuda:
1) La gente es más reacia a las pérdidas que al interés por las ganancias
2) Las personas evalúan sus riesgos en un proceso que tiene dos partes: analíticamente, a través del análisis de costo-beneficio y en base a un sentimiento por lo general basado en la experiencia previa
3) La gente tiene una “reserva finita de preocupación”, resaltando sus miedos a corto plazo que sus temores a largo plazo
4) Las personas tienen una mayor afinidad de riesgo cuando toman decisiones en grupo, y no individualmente. La cooperación y las decisiones colectivas son más propensas a buscar beneficios a largo plazo (bienes comunes), incluso bajo el clima de una incertidumbre restante, e influencia futuras tomas de decisiones individuales
5) Sólo aquellos estímulos o emociones que han sido experimentados personalmente por uno mismo cambiará el comportamiento de las personas, no los experimentados por otros
6) La toma de decisiones en gran medida puede estar influenciada por el tipo de preguntas que hagamos o por estructurar las decisiones de la manera correcta, convirtiendo a los intereses a largo plazo o distantes en algo más atractivo
7) La investigación del comportamiento debe integrarse desde el principio en cualquier investigación que sea relevante para la formulación de políticas y la toma de decisiones, y no sólo cuando los resultados tienen que ser “ajustados”
Así, además de apoyar la toma de decisiones en la creación y mejora de las opciones alternativas, debemos aprender cómo encuadrar y presentar el conocimiento existente y considerar la investigación del comportamiento en el diseño de proyectos.
Jose Antonio Teran P dice
El cambio climático está en directa proporción al de la economía de un país.
Es decir si se proyecta un cambio climático de un país, se estaría indirectamente proyectando su economía.