Los países de América Latina y el Caribe se enfrentan a una pandemia con innumerables consecuencias sociales y económicas. Al mismo tiempo, también experimentan incendios intensificados por el cambio climático en el Gran Pantanal de Brasil y huracanes que azotan el Caribe. Esta compleja situación muestra que los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) deben trabajar juntos para apoyar una recuperación sostenible.
Las consecuencias del COVID-19 en la región son trágicas. América Latina y el Caribe es la más afectada junto a Asia con más de 310.000 muertes. Se estima que podemos perder hasta 17 millones de trabajos formales y 23 millones de informales este año, y que 2,7 millones de empresas cerrarán.
Nuestro camino para salir de la pandemia depende de crear una nueva normalidad enfocada en el desarrollo económico sostenible. Los bancos de desarrollo tienen un papel vital que desempeñar para apoyar este cambio al asegurar que ejecutemos los proyectos de la manera correcta, seleccionemos los proyectos correctos y ayudemos a mejorar los sistemas de gobierno, financieros e institucionales.
Primero, necesitamos ejecutar proyectos de la manera correcta. El enfoque tradicional en el cambio climático ha sido medir y verificar las emisiones e incorporar la resiliencia a los riesgos climáticos. Si bien este enfoque es importante, debemos ir más allá.
Por eso, el BID acaba de publicar un nuevo marco de política ambiental y social. Esta política va más allá de medir y reducir las emisiones para tratar de evitarlas. También incorpora una lista de exclusión que limita el financiamiento de combustibles fósiles por parte del BID para reflejar los compromisos de los países con el Acuerdo de París. Además, la nueva política requiere evaluar el cambio climático y los riesgos de desastres y aplicará un método para la gestión de riesgos que asegure que los proyectos sean resilientes.
En segundo lugar, los bancos de desarrollo también pueden ayudar a garantizar que gestionemos la crisis climática al desarrollar los proyectos correctos. Decidimos qué proyectos apoyar en respuesta a la demanda de nuestros clientes. La actualización más reciente de la estrategia del Grupo Institucional del BID enfatiza el desafío transversal del cambio climático y la sostenibilidad ambiental.
Nuestro Marco de Resultados Corporativos (CRF, por sus siglas en inglés) también refleja compromisos con la financiación climática y el uso sostenible de la tierra. Se refiere a la necesidad de que el prestatario controle y gestione el riesgo climático en los proyectos. Los bancos de desarrollo pueden ayudar a los países a garantizar una planificación a largo plazo para la descarbonización y adaptación. La planificación incluye garantizar la participación de las partes interesadas e incluir en la priorización y ejecución de proyectos a los ministerios de finanzas, los ministerios de planificación y los ministerios sectoriales.
Veintiún países de la región, incluyendo as Chile, Costa Rica y Jamaica, han anunciado su intención de lograr emisiones netas cero para 2050 y mejorar la ambición de sus Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés). Los BMD pueden apoyar a los países en cuanto a la acción climática financiando proyectos de estas NDCs más ambiciosas.
Los proyectos van desde la infraestructura resiliente al clima y baja en carbono, a la mejora de la resiliencia social y la mejora de los sistemas de salud, hasta la promoción de la educación para una transición justa. Con eso en mente, en agosto, el BID aprobó 200 millones de dólares en préstamos a Las Bahamas para apoyar a las pequeñas empresas, administrar los recursos naturales y promover la Economía Azul.
En tercer lugar, los BMD tienen un papel clave para ayudar a mejorar los contextos institucionales. Un desafío fundamental para la acción climática es lo que las organizaciones, más allá de las responsables de los planes climáticos, deben poseer y ejecutar esos planes. Nuestro trabajo con los países de la región muestra cómo las estrategias a largo plazo pueden respaldar una transición justa a cero emisiones netas.
Esto puede ayudar a los países a evitar quedar atrapados en costosas rutas intensivas en carbono. Con la energía renovable ahora más barata que los combustibles fósiles en muchos países, 90 mil millones de dólares equivalentes al valor de los activos están en riesgo de quedar varados en el sector eléctrico de la región.
Otro desafío fundamental son las barreras regulatorias y de gobernanza que aumentan los costos y disminuyen la eficacia de las soluciones climáticas. La mejora de las regulaciones puede eliminar las barreras de precios y ayudar a impulsar un cambio transformacional. Cambiar los impuestos y los subsidios puede aumentar los ingresos fiscales para ayudar a los gobiernos a recuperarse. Las mejoras respaldadas por el BID en cuanto a la política y las regulaciones fiscales pueden ayudar a crear acuerdos institucionales para el financiamiento sostenible.
Esto significa entregar financiamiento que respalde las inversiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) y garantice que los proyectos consideren y gestionen los riesgos climáticos. Esto es importante en gobiernos con restricciones fiscales que necesitan urgentemente inversiones financieras privadas para recuperarse.
Una lección clave aprendida de la última crisis fiscal es que debemos cambiar los sistemas financieros e institucionales para asegurarnos de que la recuperación sea sostenible a largo plazo.
El BID y otros BMD pueden apoyar al desarrollo con bajas emisiones de carbono y resiliencia al clima de conformidad con el Acuerdo de París y como respuesta al COVID-19. Esto incluye garantizar que las inversiones bancarias sean bajas en carbono y resilientes al clima y respalden los planes nacionales de descarbonización y adaptación.
Los BMD deben desempeñar su papel para garantizar un impacto a largo plazo y ayudar a los países a introducir la sostenibilidad en las instituciones. Un papel final de los bancos de desarrollo es proporcionar el conocimiento con el fin de implementar cambios para un mundo más sostenible y promover los innumerables beneficios colaterales, incluidas la reducción de la desigualdad y de la contaminación.
Existe un fuerte apoyo público para una recuperación sostenible. Decenas de países y ciudades de la región y Europa están muy interesados en esta agenda. La recuperación sostenible puede ser el puente para lograr que los países se encaminen hacia el desarrollo sostenible e inclusivo y, al mismo tiempo, promover los compromisos sobre el clima y la biodiversidad mundiales. América Latina, el Caribe y Europa pueden ser los ingenieros para construir ese puente.
Este artículo fue publicado originalemente por la Fundación EU-LAC.
Foto: Graham Watkins
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