Si eras un niño o adolescente hacia fines de la década del ’70 y en la del ’80, seguramente bailaste ante algún video musical en MTV y trataste de llevar un peinado inspirado en los movimientos musicales del momento: desde aquellos esponjosos y enrulados de estrellas pop como Madonna y Michael Jackson, hasta unos más elaborados y voluminosos al estilo glam rock, como los que lucían el integrante de Motley Crue, Nikki Sixx, y Slash de los Guns n’ Roses.
Y como bien es sabido, en la mayoría de los hogares, el responsable de estos peinados tan sofisticados era un producto cotidiano: el spray para cabello.
Durante esa misma época comenzaron las advertencias en los medios sobre el descubrimiento de un agujero sustancial en nuestra capa de ozono. Recuerdo que de pequeño imaginaba cómo repentinamente esa capa protectora de nuestro planeta comenzaba a desaparecer y todos íbamos a derretirnos producto de la radiación solar ultravioleta. Ya no sería seguro estar al aire libre.
No obstante, gracias a la labor del químico mexicano Mario Molina y su contraparte de Estados Unidos, Frank Sherwood Rowland, que les valió el Premio Nobel de Química en 1995, se conoció que la principal causa del deterioro de la capa de ozono era el uso de Clorofluorocarbonados (CFCs) que ciertos productos liberaban hacia la atmósfera.
Los CFCs constituían uno de los componentes principales de esos spray para cabellos que alguna vez fueron tan populares, así como de varios productos de limpieza de uso habitual. También se encuentran entre los principales agentes refrigerantes utilizados por neveras y aparatos de aire acondicionado. El trabajo de Molina y Sherwood dio lugar a la creación del Protocolo de Montreal, un acuerdo mundial que cuenta con 197 signatarios para proteger la capa estratosférica de ozono, eliminando progresivamente del planeta la producción y consumo de sustancias reductoras de ozono.
Sin embargo, como las moléculas de CFC perduran entre 20 y 100 años en nuestra atmósfera, y debido a los esfuerzos recientes por ir eliminándolos gradualmente, se calcula que para el año 2060, la capa de ozono en las regiones norte, sur y polares, se habrán repuesto por completo. Este progreso inspiró.
Lamentablemente, los impactos de los CFCs no se limitan a la capa de ozono. También constituyen un gas de efecto invernadero (GEI), más potente incluso que el Dióxido de Carbono (CO2), lo que los vuelve un precursor fundamental del cambio climático. Una sola molécula de CFC-12 puede contener casi 11.000 veces el calor del CO2 lo que lo vuelve un gas del efecto invernadero increíblemente potente. Y la historia no termina ahí: otros gases utilizados para refrigeración y en unidades de aire acondicionado, como los HCFCs y los HFCs, también tienen un fuerte efecto de gas iNvernadero.
El Banco Interamericano de Desarrollo ha estado trabajando junto a varios países miembros en años recientes para apoyar la eliminación de CFCs y reducir el impacto de GEI de los aparatos de refrigeración. Un ejemplo es el préstamo de US$30 millones otorgado a México, trabajando en conjunto con la Secretaría de Energía (SENER) y la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE). El crédito ofrece beneficios ambientales y sociales basados en el ahorro energético y reducción de GEI en el sector eléctrico. Se prevé que el programa reemplace más de 4.000 unidades antiguas de aire acondicionado por otras más modernas y eficientes en un 80% de los 2.258 edificios de las oficinas de la Administración Pública Federal. Se calcula que se ahorrarán más de 115 GWh al año, sumando otros componentes del proyecto, como el reacondicionamiento de luminarias. Estos ahorros anuales equivalen a casi el 35% del consumo eléctrico de las oficinas de la Administración Pública Federal.
Como parte de la misión de las salvaguardias del Banco por cumplir con el Protocolo de Montreal, se instauraron procesos para garantizar que todos los antiguos equipos con emisión de CFCs que fueran removidos, sean manejados y destruidos adecuadamente de manera tal que se prevenga que sus CFCs se liberen a la atmósfera.
La historia no termina aquí. Actualmente, el Banco está trabajando en más operaciones para ayudar a que los países eliminen progresivamente los CFCs y reduzcan los impactos de GEI de equipos desactualizados en la región.
Así como algunos peinados nunca pasan de moda, el spray para cabellos ha logrado sobrevivir, pero sin CFCs. Y si bien nuestras necesidades de refrigeración jamás desaparecerán, las opciones para reducir nuestros impactos de GEI y ozono, ya existen. Debemos seguir desarrollando opciones para mantenernos a la moda, frescos y seguir adelante.
Sara dice
No creo que el agujero de la capa de ozono sea culpa de estos sprays, pero sin duda, todo suma.
El problema de estos producto es que además de maltratar la salud de nuestro problema, también lo hacen con la de nuestro cabello