Al priorizar la recuperación del capital natural y las prácticas ancestrales, las comunidades en Guatemala están fortaleciendo su resiliencia a las sequías inducidas por el cambio climático.
El “Corredor Seco” es una región ecológica de América Central, que abarca parte de Guatemala, y es particularmente vulnerable a las lluvias cada vez más irregulares, que sufren sequías e inundaciones.
Como resultado, la pobreza y la inseguridad alimentaria se han convertido en problemas importantes para las familias y comunidades que viven en el área.
En los últimos años, las comunidades en el corredor seco del país han establecido prácticas para ser más resistentes al clima variable, priorizando la autosostenibilidad local.
Un proyecto, implementado por Commonwealth Copanch’orti’ y apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo, puso a prueba una serie de actividades para ayudar con los esfuerzos de adaptación. Lanzado en 2013, el objetivo principal del proyecto era devolver el poder a las comunidades locales, dándoles las herramientas necesarias para adaptarse y ser resistentes al cambio climático.
Se seleccionaron cuatro ciudades en el distrito de Chiquimula para el programa, debido a su mayor nivel de vulnerabilidad al cambio climático.
Un enfoque prioritario fue observar el desarrollo y la gestión de los bosques, y se adoptó un sistema de agrosilvicultura (una práctica en la que se cultivan árboles entre otros cultivos, generalmente para aumentar la biodiversidad y mejorar los rendimientos agrícolas). En este caso, los árboles cercanos ayudaron a restaurar los suelos agotados, mejorando así los rendimientos de maíz, frijol y café.
La cobertura forestal general se incrementó para mejorar el manejo de la cuenca y para proteger el suelo del calor excesivo y directo. Los programas de reforestación que incluían incentivos llevaron inversiones al área y, con ello, una recuperación de alrededor de 5000 hectáreas en los lugares que más necesitan mejoras en la producción de agua.
Otra área que se examinó fue la seguridad alimentaria y nutricional.
Se implementó un sistema integrado en la producción de aves de corral donde las comunidades recibieron los componentes básicos para mantener un fuerte suministro de carne y huevos. Las gallinas fueron alimentadas con productos más saludables y vacunados, y las familias recibieron equipos como incubadoras, criaderos y comederos.
Sin embargo, un componente más crítico fue el plan de capacitación, que permitió a los miembros asignados de cada aldea aprender cómo mantener las vacunas, dar primeros auxilios básicos y comprender formas de aumentar su producción avícola.
Se observó una actividad similar en la producción de granos. Se asignaron bancos comunales de semillas a las aldeas, a quienes se les enseñó sobre la conservación del suelo, los fertilizantes orgánicos y el manejo posterior a la cosecha.
“El proyecto puede ampliarse y reproducirse en el resto del Corredor Seco de Guatemala y América Central, donde viven alrededor de 5 millones de personas en condiciones similares”, dijo Omar Samayoa, especialista en cambio climático del BID.
“Las actividades del modelo original se pueden adaptar a las condiciones locales con, por ejemplo, otras especies de animales y plantas que se encuentran dentro del área, y se pueden agregar otros proyectos, como saneamiento de agua y estufas de leña eficientes”, agregó Aymé Sosa, Consultor de Cambio Climático en el BID también con sede en Guatemala.
Siete años después, las comunidades de la región han mejorado su resistencia al cambio climático. Esto promueve la idea de la autosostenibilidad y reconoce la importancia de la propiedad local.
Una evaluación posterior al proyecto identificó que un tercio de las niñas en la región habían aumentado de peso y estatura en 27% y 23% respectivamente, debido a un consumo más saludable de proteínas vegetales y animales.
Se estima que más de 6000 familias de aldeas en todo el distrito generan anualmente alrededor de US $ 3.2 millones de ingresos por la venta de carne, huevos, maíz y frijoles, así como por incentivos forestales.
“Un proyecto de esta naturaleza promueve los medios de vida de las familias rurales”, dijo Sydney Samuels, ex Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales. “También ayuda a reducir la desnutrición crónica en áreas de desertificación, presentándose como un ejemplo para otras regiones”.
El modelo ha demostrado ser una inversión pública exitosa con altos retornos socioeconómicos y ambientales, y sus logros han despertado interés en la expansión.
Actualmente, hay planes para ampliar las obras en 66 municipios en el Corredor Seco de Guatemala, con la perspectiva de ayudar a mejorar innumerables vidas mientras se protege la biodiversidad.
Para obtener más información sobre el proyecto, comuníquese con Omar Samayoa ([email protected]) y Aymé Sosa ([email protected]) del BID en Guatemala.
Foto de portada: Vitalina Mejia, líder comunitaria y beneficiaria de los programas de avicultura (Foto: Andrea García).
Publicado originalmente en Climate Home.
Síguenos en Twitter: @BIDCambioClima
Leave a Reply