Xapurí es una pequeña ciudad en Acre, en la región norte de Brasil, con una población de 18 mil habitantes, ubicada a 180 km de la capital, Río Branco. Su economía y el sustento de la mayoría de los residentes siempre han dependido de las actividades de extracción y manejo del bosque amazónico, desde la producción hasta el procesamiento de productos, destacándose el caucho y las castañas, que han sido extraídos por generaciones en la región.
En Xapurí, lugar de nacimiento del recolector de caucho y destacado ambientalista brasileño, Chico Mendes, se encuentra la Cooperativa Agroextractivista de Xapurí (Cooperxapuri), una rama de la Cooperativa Central de Comercialización Extractivista de Acre (Cooperacre), la mayor cooperativa de productos agroforestales extractivos del estado y la mayor productora de castaña de Brasil. Cooperacre opera en 18 municipios de Acre, reuniendo a 35 cooperativas y asociaciones con más de 2.500 familias asociadas.

Cooperxapuri, por su parte, está formada por 200 productores que representan a 540 familias. En 2023, produjeron 262 toneladas de caucho a un precio de US$ 4,2 por kilo. El caucho es el producto principal entre las familias y es exportado a una empresa francesa que transforma el material en plantillas y suelas de tenis. El segundo producto más extraído, la castaña, rindió 80 mil latas, que representan 800 toneladas en 2023, las cuales se venden en Brasil y se exportan a 11 países. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), Xapurí es el tercer municipio brasileño con mayor producción de castaña de Brasil en 2023, con un total de 2.005 toneladas. Acre, en 2023, registró un valor total de producción de extracción vegetal de US$ 4,26 millones.
“Por cada 3 mil latas de castaña producidas, se genera un empleo de un año completo”, afirma el productor Tião Aquino, nacido y criado en la ciudad, y actual presidente del Consejo de Cooperxapuri.

Sin deforestar ni destruir el bosque, los productores organizados pueden extraer recursos de forma controlada y con conocimiento de su capacidad de regeneración, así, el extractivismo puede incluso promover el mantenimiento de los ecosistemas. Por lo tanto, el éxito de la cooperativa demuestra que es posible vivir de los recursos de la naturaleza y prosperar sin deforestar ni contaminar.
Ante el avance de la deforestación ilegal y los crecientes problemas causados por el cambio climático, como los recientes incendios forestales que han afectado a Brasil, la “bioeconomía” se ha revelado como una oportunidad para la preservación de la naturaleza, y la mejora de los medios de vida de las comunidades que dependen de los recursos de la tierra.
Un modelo de gestión sostenible
Hoy en día, Acre cuenta con un 85% de su territorio cubierto por selva amazónica preservada, y es el estado brasileño con mayor proporción de tierras destinadas a la conservación y uso sostenible. Para llegar a este modelo, el estado contó con el apoyo del Programa de Desarrollo Sostenible de Acre (PDSA), financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y liderado por el Gobierno de Acre.
Dividido en dos fases (2003-2010 y 2013-2021), el programa se ha convertido en una referencia internacional, aportando diversas soluciones para promover beneficios económicos y la “bioeconomía” en la región, combatiendo la deforestación y conservando la biodiversidad del bioma amazónico
La primera fase del proyecto se centró en fortalecer la gestión ambiental, asegurar el uso eficiente de los recursos naturales e impulsar el crecimiento del sector silvo-agropecuario. La segunda fase buscaba aumentar la contribución del sector forestal al desarrollo económico de forma sostenible, reducir la pobreza y la deforestación, y promover el uso responsable de los recursos naturales.
Durante la primera fase del proyecto, se creó el Parque Estatal del Chandless, con 695 mil hectáreas, duplicando las áreas de protección integral en Acre, y se crearon los bosques públicos de Mogno, Liberdade y Gregorio, abarcando aproximadamente 461 mil hectáreas. En la segunda fase, se creó la Floresta Estatal de Juruparí, con 155 mil hectáreas. En total, estas unidades de conservación suman más de 1,3 millones de hectáreas, verdaderos tesoros naturales de la Amazonía.

“En su segunda y más reciente fase, el PDSA también apoyó a 1.200 familias indígenas con asistencia técnica y recursos financieros para desarrollar planes de desarrollo forestal sostenible en 76 mil hectáreas, y a otras 3.500 familias rurales a implementar planes productivos sostenibles en productos como la castaña, caucho, açaí y otros productos forestales”, afirma Octavio Damiani, especialista líder en Agricultura y Desarrollo Rural del BID.
Los estudios muestran que los ingresos de estas familias aumentaron en casi un 30% en comparación con aquellas que no participaron en el proyecto. El valor total de la inversión fue de US$203 millones, de los cuales US$131 millones fueron préstamos del BID y US$71 millones fueron fondos del estado de Acre. Aproximadamente 14.500 personas fueron beneficiarias directas de las acciones del programa, y sus ingresos aumentaron un 28% en la fase II, en comparación con aquellos que no participaron.
Para el director de Desarrollo Regional de la Secretaría de Planificación de Acre, Marky Brito, quien siguió todas las etapas del PDSA, el proyecto tuvo un profundo impacto en la vida de los acreños.
“El programa dejó un legado de empleados capacitados, una estructura de gobierno más ágil y eficiente, productores familiares capaces de producir de manera sustentable y una vasta superficie de bosques tropicales preservados, garantizando estos valiosos recursos para las generaciones futuras”, afirma.
El éxito del modelo de Acre demuestra que, al valorar la naturaleza y sus recursos, es posible conservar la biodiversidad y, al mismo tiempo, prosperar económicamente. Un ejemplo de esta colaboración entre Cooperacre y el PDSA fue la construcción de una planta procesadora de castañas en Xapurí, que hoy emplea a 70 personas.
“Desarrollo social, preservación y restauración ambiental no son intereses divergentes. Este es un modelo que trabajamos para ampliar en impacto y escala, de manera articulada, bajo el paraguas de nuestro programa Amazonía Siempre. Esta iniciativa beneficia a quienes viven en el bosque y a quienes no viven en él, ya que la importancia del bosque amazónico es global”, dice Morgan Doyle, Gerente General del Departamento de Países del Cono Sur del BID.
Impacto en la vida de los pequeños productores
A 33 kilómetros de Xapurí, en el Seringal Cachoeira, Antonio Mendes, conocido como Duda, primo de Chico Mendes, ha vivido en esta región desde que tenía 9 años. Duda ha experimentado los beneficios del PDSA, especialmente en el mejoramiento de caminos, en la profesionalización de la producción a través de cooperativas y en el fortalecimiento de las cadenas productivas.

“Los productos ahora se comercializan mejor y llegan a varias partes del mundo”, dice.
De generación en generación, las riquezas naturales de Seringal Cachoeira, además de alimentos, también son responsables por la permanencia de la familia de Duda: la castaña y el caucho, hoy, también sostienen a sus hijos y yernos. El futuro parece prometedor para estas comunidades, que continúan siendo clave en la preservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible.
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