Esta semana el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) lanzó un llamado de alerta, enfatizando los beneficios de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1.5 grados, ya que a la fecha nuestro planeta está viviendo las consecuencias de un aumento de temperatura entre 0.8°C y 1.2°C en promedio.
Los países que firmaron el Acuerdo de París y se comprometieron a tomar acción climática deberán buscar nuevas formas para atender la problemática y deberán hacerlo rápidamente. Como saben, el Acuerdo de Paris busca “limitar el aumento de la temperatura media por debajo de los 2°C por encima de los niveles pre-industriales y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1.5°C” y el informe del IPCC demuestra los beneficios que aportaría limitarse a un aumento de 1.5°C
La realidad es que medio grado hace la diferencia. Veamos por qué. Según la copresidenta del grupo de trabajo del IPCC, Valerie Masson Delmotte, esta diferencia, tendría los siguientes beneficios:
- evitaría una mayor extinción de especies,
- reduciría la subida del nivel del mar en 10 centímetros para 2100, salvando muchas zonas costeras y litorales (en las que hoy residen grandes ciudades),
- permitiría que 420 millones de personas estén menos expuestas a las olas de calor extremo y que 65 millones menos estén expuestas a olas de calor excepcionales,
- podría limitar el derretimiento de la capa de hielo de la Antártida Occidental lo que frenaría que la mayoría de los arrecifes de coral del mundo desapareciesen,
- e impediría más de 100 millones de muertes prematuras a lo largo de este siglo.
Pero alcanzar 1.5°C de aumento promedio máximo de temperatura no será fácil, implica cambios más importantes en nuestro consumo y patrones de crecimiento que la meta de 2°C. La diversificación de las matrices energéticas para la adopción de renovables, un uso sostenible del suelo y la planificación de las ciudades serán clave para llegar a cero emisiones netas de carbono antes de 2050.
La planificación es por ende nuestro mejor aliado, recordemos que otros reportes como “The Sustainable Infrastructure Imperative” del New Climate Economy establecía que la infraestructura que se construye antes del 2030 será la fuente del 60% de las emisiones futuras. Debemos planificar, financiar y entregar infraestructura sostenible para que la región de América Latina y el Caribe garantice un crecimiento económico inclusivo y un desarrollo resiliente al clima. Ayudar a los países en sus planes de descarbonización para que puedan diseñar metas sectoriales hacia un futuro de cero carbono.
En BID, somos conscientes de que el cambio climático es un problema real en las economías emergentes en donde se sufren a diario los impactos del fenómeno. Por ello, trabajamos en conjunto con los países en buscar soluciones que sean sostenibles. Así fue como nació la plataforma NDC Invest en 2016, donde hoy once países de la región están transformando sus compromisos climáticos en planes de inversión con el fin de impulsar el crecimiento, el desarrollo y la acción climática.
Copyright de la foto: Douglas Scortegagna, FLICKR
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