En el clásico ensayo, “La Economía de la nave espacial tierra”, el reconocido economista británico K. Boulding (1966) comparó la visión convencional de la economía con la “economía del vaquero”.
En esta concepción, el vaquero de antaño siempre tenía un lugar a dónde ir y cuando se le agotaban los recursos, se movía a otra parte como si tuviera a su alcance un espacio natural, sin fronteras y recursos ilimitados.
Boulding sostiene que esta es una visión equivocada, debido a que la economía se desarrolla en un sistema cuyo capital natural es finito. Insiste en ver al planeta Tierra como una nave espacial con reservas limitadas.
En nuestra nave espacial Tierra, el astronauta prudente, que no tiene cómo expandir sus fronteras, debe gestionar sus activos, incluyendo su capital natural, del tal forma que pueda garantizar una provisión de bienes y servicios a largo plazo.
EL PIB, LA RIQUEZA Y LA CONTABILIDAD DEL CAPITAL NATURAL
Aún hoy, persiste la visión de que el medio ambiente posee una capacidad infinita para proveer servicios y enfrentar los efectos adversos de la actividad económica.
Esto se debe, en gran medida, a que el capital natural está escasamente representado en las mediciones convencionales de la economía, como en el caso del Producto Interno Bruto (PIB), el indicador más utilizado del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN).
La contribución total del capital natural no aparece en el PIB. La silvicultura es un ejemplo: los recursos madereros sí se contabilizan en las cuentas nacionales, pero los demás servicios forestales –la filtración de aire, entre muchos otros– se pasan por alto.
Además, el PIB toma en cuenta solo una parte del desempeño económico –los ingresos– pero no contabiliza la riqueza ni el valor de los bienes y servicios naturales que subyacen a estos ingresos. Por ejemplo, cuando un país explota sus minerales, en realidad está agotando su riqueza natural.
SEÑALES DE LA ECONOMÍA DEL VAQUERO EN AMÉRICA LATINA
Como resultado de algunas señales engañosas del PIB sobre el desempeño de la economía, el impacto económico y social del deterioro de los ecosistemas de todo el mundo y de su capacidad de respaldar el bienestar humano y el crecimiento económico sostenible pasa inadvertido para los gobiernos y las sociedades.
Esta omisión es grave ya que el capital natural es un activo esencial especialmente para los países en desarrollo, en donde constituye una parte significativa (36%) de la riqueza total (Figura 1).
Esto reviste especial importancia en América Latina pues, con tan sólo el 16% de la superficie terrestre mundial, incluye seis de los países con mayor biodiversidad del mundo –Brasil, Colombia, Ecuador, México, Venezuela y Perú– y alberga el sumidero de carbono más importante del planeta en la Amazonia.
Sin embargo, los vastos recursos naturales de la región se están agotando como consecuencia de un crecimiento que no ha incorporado en sus cuentas nacionales la medición de la verdadera contribución del capital natural al crecimiento económico ni los impactos de la economía en el medio ambiente.
Con la mayor población urbana (más del 80%) y la tasa de motorización de más rápido crecimiento en el mundo (4,5% por año), América Latina se enfrenta al reto de la contaminación, la sobreexplotación de sus aguas y recursos naturales, así como a los impactos negativos del deterioro ambiental sobre la salud de las personas, especialmente de los pobres, y sobre el medio ambiente.
LAS CUENTAS DE CAPITAL NATURAL COMO INSTRUMENTO DE POLÍTICA PÚBLICA
La contabilidad de la riqueza (incluyendo la contabilidad del capital natural) puede proporcionar estadísticas detalladas para una mejor gestión de la economía de un país.
El concepto de contabilizar el capital natural ha estado presente desde hace más de 30 años. Sin embargo, hace poco la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas dio un paso determinante para afianzar esta práctica a nivel global con la adopción del Marco Central del Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica (SCAE).
Además, se sigue trabajando en el desarrollo de una metodología unificada para contabilizar los aportes de los ecosistemas.
Se espera que la incorporación de las mediciones de capital natural fomente e informe de mejor forma el diálogo político sobre desarrollo y que las cuentas sirvan como instrumento de cambio en el debate público.
Existen diversas iniciativas en el mundo que buscan contabilizar el capital natural, sin embargo se destaca la Alianza Mundial para la Contabilidad de la Riqueza y Valoración de los Servicios de los Ecosistemas (WAVES por sus siglas en inglés) que busca promover la institucionalización de las cuentas de capital natural en el gobierno de varios países del mundo. Esto lo hace evidenciando el uso de cuentas y trabajando con socios de diversa índole.
LA INICIATIVA WAVES EN LATINOAMÉRICA
En América Latina, WAVES trabaja a nivel regional con socios como el BID y otras organizaciones internacionales a fin de elaborar cuentas de capital natural y de promover que su información se utilice en la toma de decisiones de política pública. También trabaja directamente y con los mismos objetivos en tres países de la región: Colombia, Costa Rica y Guatemala.
En Colombia, las cuentas para el Lago de Tota se están utilizando como herramienta de gestión para ayudar en la asignación de agua a los usuarios que compiten por el recurso.
En Costa Rica, las cuentas de agua servirán para apoyar la estrategia de manejo integrado de ese recurso.
En Guatemala, las cuentas de bosque documentaron la magnitud de la tala incontrolada, lo que promovió una nueva Estrategia Nacional para la Producción y Uso de leña.
Aún hace falta mucho por hacer, pero no cabe duda de que los esfuerzos en la construcción de una contabilidad del capital natural serán determinantes para un cambio de tendencia hacia la aplicación de la economía del astronauta.
En próximas entregas se presentarán los casos específicos de Colombia, Costa Rica y Guatemala.
Si te interesa el capital natural y la biodiversidad, siguenos en Twitter @BIDecosistemas .
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