Los bosques, los ríos, los suelos y los minerales, entre otros activos naturales, son la base de la riqueza de los países de América Latina y el Caribe, ya que generan servicios ecosistémicos con numerosos beneficios ambientales, económicos y sociales.
El crecimiento económico de los países de la región ha sido positivo en años recientes, si bien ha dependido principalmente de la acumulación de factores más que de un aumento en la productividad agregada (como, por ejemplo, el cambio tecnológico). Esto plantea retos importantes para alcanzar una senda de crecimiento sostenido en el largo plazo y hacer frente a los retos del desarrollo.
No menos importante es el hecho de que, si bien esta región ha logrado importantes avances en el manejo de los recursos naturales, aún queda mucho por hacer. La sostenibilidad del crecimiento económico de la región dependerá del uso sostenible de los recursos naturales y la creación de riqueza basada en la conservación (y acumulación) del capital natural.
Estimaciones sobre los principales componentes de la riqueza total de los países de Centroamérica destacan que los activos naturales son estratégicos para la región. ¿Por qué la naturaleza genera riqueza y bienestar? Porque buena parte de los bienes y servicios que producimos y consumimos dependen de esa naturaleza. La “sostenibilidad fuerte” depende de políticas de desarrollo que no pongan en peligro el capital natural para favorecer la acumulación de la riqueza total como un todo.
La región enfrenta importantes retos para la sostenibilidad ambiental:
- Presiones sobre los recursos hídricos.
- Una condición geográfica que la expone a la incidencia y frecuencia de fenómenos naturales.
- El avance de la frontera agrícola, que genera deforestación.
- La pesca intensiva.
- El uso desmedido de agroquímicos.
- El aumento de las emisiones por mayor consumo de energía basada en fuentes no renovables.
Todo esto pone en riesgo el futuro de la región, que crece y obtiene retornos de la naturaleza mediante la degradación del capital natural. ¿Qué muestra la evidencia? Según nuestro reciente estudio “El futuro de Centroamérica: retos para un desarrollo sostenible”, si se sigue una senda de crecimiento insostenible, la factura puede ser costosa para futuras generaciones.
Por ello, es importante que la región pase de un esquema de comando y control a uno de incentivos económicos, para fomentar prácticas de uso sostenible de los recursos naturales. La gama de posibilidades es amplia: el pago por servicios ambientales, los cánones por uso del agua, la eliminación de aranceles de importación a tecnologías limpias, equipos y maquinaria ecoeficiente, el crédito a la micro y pequeña empresa para reconversión productiva, la exoneración del pago de impuestos a las inversiones en conservación de los recursos naturales o los impuestos a las actividades (producción y consumo) contaminantes.
Pero la sostenibilidad de la riqueza natural no es solamente un tema de políticas públicas. También es importante para la estrategia empresarial y el desarrollo productivo. El desempeño ambiental y un manejo sostenible de los recursos naturales contribuye con la competitividad de un país mediante la implementación de estándares, innovaciones y tecnologías ambientales que mejoran la productividad de las empresas, atraen inversiones y promueven nuevos sectores y productos. El aumento en la competitividad contribuye, a su vez, a la productividad y el crecimiento económico.
El debate por el agua
En el caso del recurso hídrico, la región tiene el reto de modificar la visión que se tiene del agua en el conjunto de la sociedad, que históricamente ha visto al recurso hídrico como un bien abundante y gratuito. Se necesita generar los instrumentos políticos, legales, institucionales y económicos que permitan que el agua sea vista como un recurso económico que debe ser utilizado racionalmente y en forma eficiente, y que debe protegerse para asegurar su sostenibilidad en el tiempo y el acceso de toda la población.
Esto resalta la importancia de la contabilidad ambiental, una estructura de organización de la información sobre el estado, uso y valor de la riqueza natural y su interacción con la economía y la sociedad. Las cuentas ambientales han sido desarrolladas en varios países de la región y se plantean como una oportunidad de crear herramientas integradas para informar mejor la toma de decisiones de políticas públicas.
Lograr implementar una política ambiental en cada país -rigurosa, efectiva, transparente, con mecanismos de control pero también con instrumentos de acción eficientes, y apoyada en el uso de instrumentos económicos que promuevan el uso sostenible de los recursos naturales- requiere un trabajo de fortalecimiento institucional.
Si el crecimiento económico no es coherente con la protección del ambiente, la riqueza real de los países se verá disminuida como resultado de un crecimiento insostenible y extractivo de los recursos naturales. Un mal desempeño ambiental podría crear obstáculos a la atracción de inversiones que buscan los mejores estándares ambientales para el desarrollo de actividades productivas y el crecimiento de los empleos verdes.
Marta Ruiz-Arranz es Asesora Económica Principal y Economista en la Gerencia de México y Centroamérica del BID y Luis Rivera es consultor del INCAE Business School. Ambos son coordinadores del libro “El Futuro de Centroamérica: Retos para un desarrollo sostenible”.
Este blogpost es parte de la Campaña “Rumbo a COP25” del Grupo BID. COP25, bajo la presidencia del Gobierno de Chile, tomará lugar en Madrid del 2 al 13 de diciembre de 2019, con apoyo logístico del Gobierno de España.
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