“Sin precios establecidos, la naturaleza se convierte en un buffet de barra libre – y yo no conozco a nadie que no coma en exceso en un buffet”, (Richard Sandor).
Como amante de las aventuras y actividades al aire libre, el slogan turístico de Belice: “El secreto mejor guardado de la madre naturaleza” me entusiasmaba y, en 2011, tan pronto como aterricé en el aeropuerto internacional de la ciudad de Belice comencé a explorar este pequeño país de habla inglesa localizado en el corazón de América Central. No tenía muy claro qué podría esperar de un país de un tamaño aproximado del estado de Massachusetts o New Hampshire, y una población de sólo 350.000 habitantes. Seguí el consejo de un anuncio turístico “Belice ofrece experiencias diferentes a cualquier otro lugar del mundo, donde los visitantes tienen la oportunidad de experimentar un país tropical que cuenta con una gran diversidad de ecosistemas que incluyen desde arrecifes de coral a la selva tropical. ¡Todo en una sola visita!”. Tuve la oportunidad de visitar muchos de estos lugares: las antiguas cuevas y montañas vírgenes, la exuberante selva tropical, las tranquilas playas. Sí, estoy de acuerdo: Belice tiene de todo – y aún tiene más.
Sin embargo, “el (verdadero) secreto mejor guardado de la madre naturaleza” me fue revelado cuando WRI y WWF publicaron una evaluación en la que mostraban que el valor de los servicios ambientales generados por los arrecifes de coral y los manglares de Belice oscilaba entre 395 millones a 559 millones de dólares por año, o del 30 al 45% de su PIB. Los mismos autores estiman que el turismo asociado a los arrecifes de coral y a los manglares contribuye a la economía de Belice con una cifra entre 150 millones y 196 millones de dólares cada año, mientras que la pesca, que depende de los arrecifes de coral y los manglares, contribuye entre 14 y 16 millones de dólares a la misma economía. El hecho de que los arrecifes de coral y los manglares proporcionan, respectivamente, de 120 a 180 y de 111 a 167 millones de dólares en la prevención de daños y en protección costera cada año, me recordó que entre los años 2000 y 2011, siete fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, tormentas tropicales e inundaciones, afectaron a Belice. La industria del turismo se vio afectada negativamente por cuatro de ellos. De hecho, estos valores me descubrieron que la biodiversidad de Belice y los ecosistemas terrestres y marinos tienen un valor medible o un ”nuevo precio”.
Un paso muy importante hacia la estimación de este “nuevo precio” fue dado con la aplicación InVEST del Natural Capital Project, cuando, en 2010, identificaron tres servicios ecosistémicos para la evaluación de los objetivos de gestión de gran importancia económica y cultural, como la captura y los ingresos de la pesca de la langosta marina, las visitas y los gastos de los turistas, y la protección de la tierra y los daños evitados por las tormentas.
Hace sólo unos días, el Natural Capital Project publicó a través del Proceedings of Natural Academy of Science (PNAS) los resultados de sus innovadores esfuerzos por utilizar los valores y modelos de servicios ecosistémicos dentro de un proceso de planificación costera, lo que demuestra que los ecosistemas en Belice, así como los océanos y costas, proporcionan a las personas diversos beneficios, desde la pesca que sostiene medios de vida a las oportunidades recreativas que generan valor económico a través del turismo.
Si tenemos en cuenta que la salud de la economía de Belice está estrechamente relacionada con la salud de la industria del turismo, que fue responsable del 40 por ciento de las exportaciones totales de bienes y servicios entre los años 2008 y 2012, los resultados de estos esfuerzos me descubrieron cómo la ciencia de los servicios ecosistémicos está evolucionando hacia la toma de “decisiones del mundo real “, y esto es sin duda un llamamiento a las partes interesadas y los responsables políticos para mejorar zonas para el uso humano, reducir los riesgos para los ecosistemas, y mejorar la entrega de múltiples beneficios de los ecosistemas al orientar las acciones que protegen los ecosistemas y sus beneficios hacia la gente.
Mi actual trabajo en la oficina del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Belice me otorga una oportunidad sin precedentes para aplicar esta ciencia a la política y las inversiones de turismo mediante el diseño y preparación de nuestro nuevo Programa de Turismo Sostenible (STPII), cuyo objetivo es aumentar la contribución del sector turístico al desarrollo socioeconómico, promover oportunidades para integrar el capital natural y mejorar la capacidad de recuperación de la economía local. Y sí, aunque suene muy parecido a “ciencia”, se trata de las personas. La incorporación de un enfoque de biodiversidad en el desarrollo del turismo contribuirá a cambiar el enfoque insostenible del “buffet-de-barra-libre” hacia la gestión informada de los sistemas sociales y ecológicos para mantener la entrega de servicios ecosistémicos, que conduce a mejores resultados para las personas y la naturaleza.
Si te interesa el capital natural y la biodiversidad, siguenos en Twitter @BIDecosistemas.