El océano es el ejemplo perfecto de interconexión y sustento de millones de familias alrededor del mundo; nutre nuestras vidas, conecta continentes y ofrece un refugio para una rica biodiversidad. Y es que, en realidad, existe un solo océano, compuesto por varias cuencas, que cubre el 71% de la superficie de la Tierra y cuyas aguas y biodiversidad están plenamente interconectadas.
Un océano saludable proporciona empleo y alimentos, sostiene el crecimiento económico, regula el clima y apoya el bienestar de las comunidades costeras. El 50% del oxígeno que respiramos procede del océano, que es el principal regulador del clima y la temperatura global. Además, es el mayor sumidero de dióxido de carbono, ya que absorbe alrededor de una cuarta parte de las emisiones anuales de dióxido de carbono.
En América Latina y el Caribe, más del 27% de la población vive en las costas, porcentaje que asciende casi al 100% en el caso de los países insulares. Más de 2 millones de personas en la región trabajan directa o indirectamente en la actividad pesquera.
Por ello el Grupo BID lidera la economía azul en la región, como un concepto que promueve la conservación y el manejo sostenible de los océanos, a la vez que busca impulsar el crecimiento y mejorar la calidad de vida de las comunidades que dependen de los recursos marinos.
Este liderazgo fue reafirmado durante el evento de alto nivel sobre acción oceánica “Inmersos en el Cambio“, que se llevó a cabo los días 7 y 8 de junio en San José, Costa Rica, como antesala a la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el océano (UNOC) que se celebrará en Niza el próximo año. El evento fue una plataforma para el intercambio de mejores prácticas y experiencias exitosas relacionadas con la gobernanza y la salud del océano, promoviendo acciones específicas para abordar el deterioro que este enfrenta como consecuencia del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Navegando el cambio para América Latina y el Caribe
Gran parte de la economía basada en el océano está motivada por las necesidades humanas básicas de alimentación, energía, transporte y recreación. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estima que la pesca y la acuicultura mantienen 58.5 millones de puestos de trabajo en el sector primario, incluidos los tiempos de trabajo a tiempo parcial y ocasionales. La mayoría se encuentra en países en desarrollo y son pescadores artesanales de pequeña escala.
En la economía formal, las industrias basadas en el océano representan aproximadamente entre 3.5% y 7% del PIB mundial, proporcionando al menos 31 millones de empleos directos a tiempo completo. Esta economía marina está creciendo rápidamente y se prevé que aproximadamente se duplique para 2030. La economía informal es mucho más difícil de evaluar, pero se ha estimado que más del 60% de la fuerza laboral adulta mundial opera en el sector informal, al menos a tiempo parcial. En países con grandes costas, y especialmente en pequeños estados insulares en desarrollo, la mayoría de esta economía informal se basa en el océano.
En este contexto, en el evento de alto nivel sobre acción oceánica “Inmersos en el Cambio” se discutió sobre la economía azul como motor para la prosperidad, la movilización de recursos y mecanismos financieros azules, y la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.
El Grupo BID compartió su trabajo pionero en generar soluciones para incentivar la conservación y el manejo sostenible del océano, a través de estudios para la valoración de los servicios del ecosistema, proyectos de asistencia técnica e instrumentos de financiamiento innovadores, como bonos azules y canjes de deuda por naturaleza.
Además, en el evento se discutió la importancia del uso sostenible de los recursos pesqueros como una alternativa para contrarrestar los efectos del cambio climático, conservar las especies marinas amenazadas y garantizar la seguridad alimentaria, mejorando así la calidad de vida de las comunidades costeras e insulares.
Algunas de las principales conclusiones fueron:
- El océano como recurso global compartido: lo cual abre puertas para el multilateralismo y las asociaciones público-privadas. Debemos respetar y proteger el océano, unirnos y actuar rápidamente para salvaguardarlo.
- Poder de la colaboración: la colaboración entre sectores puede alcanzar metas y crear un ‘bucle de ambición’ para una acción más intensa.
- El océano en la #Agenda2030: abrazar una economía azul generará crecimiento económico y salud del ecosistema, con un valor proyectado de la economía oceánica de $3 billones para 2030.
- Procesos multilaterales para la protección oceánica: trabajar para la conclusión exitosa de procesos multilaterales vinculados a la protección oceánica, así como como la entrada en vigor del Tratado de Alta Mar, las negociaciones del Tratado Global sobre la Contaminación por Plásticos y la ampliación de la coalición para implementar una pausa precautoria en la minería en aguas profundas, son clave para un verdadero impacto en la salud del océano y costas.
- Inclusión de los grupos de interés: las voces de jóvenes, mujeres y etnias que hacen del mar su forma de vida deben ser escuchada para un verdadero desarrollo sostenible.
- Movilización de fondos para el ODS 14: la inclusión de mecanismos financieros innovadores y adaptados a la realidad de cada región son claves en el desarrollo de una economía azul sostenible.
- Fortalecimiento del conocimiento en ciencias oceánicas: mejorar la toma de decisiones mediante la diseminación de conocimientos relacionados con las ciencias oceánicas es clave para para la toma de decisiones basadas en datos y ciencia.
Uno de los principales hitos del evento fue la firma de la Declaratoria de Paz para el Océano por parte de delegaciones de 26 naciones. Este acuerdo conlleva aumentar las acciones transformadoras en pro del océano y respaldar economías que sean beneficiosas para la naturaleza, fundamentadas en la ciencia, la innovación y el conocimiento tradicional.
Apoyando economías positivas para la naturaleza.
El punto de inflexión lo marcarán las acciones que materialicen el despliegue y acceso a los medios de implementación, al intercambio de buenas prácticas y tecnologías de vanguardia, a nuevos estándares de calidad de vida, a experiencias exitosas en la gobernanza y salud del océano, y a una verdadera reconstrucción de la armonía con la naturaleza.
El Grupo BID está comprometido en avanzar hacia economías positivas para la naturaleza y liderar la acción climática, mediante iniciativas dirigidas a frenar el calentamiento global, preservar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia y adaptación de los países.
Recientemente, el Grupo BID lanzó un nuevo plan de acción para acelerar proyectos que integren a la biodiversidad y el capital natural con el objetivo de apoyar un desarrollo económico, social y climáticamente inteligente.
Esta ola azul, imparable, es clave para el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 14: “Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos”.
Te invitamos a conocer más sobre este tema en nuestro video Acción por la naturaleza: Promoviendo la economía azul en América Latina y el Caribe.
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