El cambio climático supone una gran amenaza para la lucha contra la pobreza y puede acabar con décadas de logros en materia de desarrollo. Uno de los riesgos directos más críticos para los seres humanos es el impacto que el cambio climático tiene sobre la salud.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico. Además, se estima que el coste de los daños directos para la salud se sitúa entre 2000 y 4000 millones de dólares (US$) de aquí a 2030.
Es por esto por lo que muchos de los países de América Latina y Caribe (ALC) han identificado el sector de salud bajo las medidas de adaptación de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés). De acuerdo con un estudio de CEPAL, 10 países de ALC mencionan el sector salud dentro de sus NDC.
Sin embargo, la salud no es únicamente ¨victima¨ de los efectos del cambio climático. La contribución del sector salud a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es significativa y cada vez mayor. El Banco Mundial estima que en 2011 el sector de la salud generó 2600 millones de toneladas métricas de CO2 en todo el mundo, lo que equivale al 5% total de emisiones de GEI.
Estas emisiones, están en gran parte relacionadas con los consumos energéticos de la infraestructura sanitaria (utilizados para iluminación, funcionamiento de los equipos sanitarios, aire acondicionado o calefacción). Sin embargo, la infraestructura sanitaria puede recurrir a los numerosos avances del sector energético para llevar a cabo un cuidado de la salud bajo en carbono.
En el BID, estamos fuertemente comprometidos por impulsar una agenda de infraestructura sanitaria climáticamente inteligente en la región de ALC. Desde hace más de un año, las Divisiones de Cambio Climático y de Salud trabajan en conjunto para apoyar que la infraestructura que se construye a través de los proyectos del Banco incorpora en lo posible aspectos de eficiencia energética y ahorro de agua. En este trabajo colaborativo ha sido clave la existencia de una unidad de infraestructura social en el Sector de Infraestructura y Energía que apoya técnicamente la incorporación de estos aspectos.
Un buen ejemplo de los resultados de este esfuerzo es un préstamo para implementar un nuevo modelo de atención de salud en la ciudad de Sao Paulo, donde se consiguió que toda la infraestructura financiada vaya a ser certificada con un sello de sostenibilidad (Selo EDIF) desarrollado por la Secretaria Municipal de Sao Paulo. Algunas de las estrategias que se van a implementar en la infrastructura son sistemas de iluminación y de aire acondicionado eficientes, sistema de generación fotovoltaica conectada a red, colectores solares y reaprovechamiento y gestión de agua de lluvias.
Adicionalmente al apoyo operativo de nuestras operaciones, en el BID se está haciendo un gran esfuerzo por capacitar a sus especialistas en la temática de infraestructura sanitaria climáticamente inteligente. El 24 de abril se llevo a cabo un taller en Washington en el que participaron por videoconferencia 14 países con más de 100 asistentes entre especialistas de salud del Banco y sus clientes en los Ministerios de Salud de la región. En este taller contamos como ponentes con una representante de la ONG Salud Sin Daño y dos representantes del IFC expertos en la herramienta EDGE.
La gran convocatoria del taller y lo animado de las discusiones son una muy buena señal del interés que existe por implementar medidas en la infraestructura sanitaria que sean beneficiosas desde el punto de vista económico y, a la vez, mejoren los resultados en salud y protejan la salud pública del cambio climático mediante la reducción de emisiones. ¡Esperamos seguir teniendo buenas noticias que contarles en relación con nuestros avances en este tema tan relevante para nuestra región!
Crédito de la Foto: Nicolas de Camaret – Flickr
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