Es clave entender al comercio como una gran oportunidad para mejorar las condiciones de vida de miles de latinoamericanas.
El comercio exterior sin duda produce beneficios para nuestros países. Genera crecimiento económico y empleo, y mejora salarios, como concluye el estudio del BID De promesas a resultados en el comercio internacional. Y además promueve la innovación, el incremento de la productividad y la competitividad. De acuerdo con la Organización Mundial del Comercio, una disminución arancelaria del 1% reduce el desempleo en un 0,35%, mientras que una apertura comercial del 10% disminuye el desempleo en cerca de 0,75%. Sin embargo, existe cada vez mayor evidencia de que el comercio no impacta de la misma forma a hombres y mujeres.
Por esta razón, desde el BID-INTAL nos propusimos entender cómo el comercio afecta la brecha existente entre hombres y mujeres en América Latina y el Caribe. Los resultados los detallamos en dos recientes publicaciones, “Género y comercio: una relación a distintas velocidades”, y “El Tetris del apoyo a la integración: piezas y huecos de la brecha de género”. Ambas nos ayudan a comprender cómo atender esta disparidad en un futuro cercano.
En América Latina, el 52% de las mujeres participa del mercado de trabajo, mientras que los hombres lo hacen en un 78%, según la CEPAL. La tasa de desempleo de las mujeres latinoamericanas es 10%, pero la de los hombres es 7%, de acuerdo al Banco Mundial. La brecha de ingresos es notoria: en la región, los hombres ganan un 20% más que las mujeres. Y ellas son las que se dedican más horas del día al trabajo no remunerado.
Un tablero inclinado
En este Tetris complejo y desigual entre varones y mujeres, diversos estudios demuestran que el aumento del comercio produce un incremento en el empleo femenino de baja calificación o de ocupaciones elementales –basado en la teoría de ventajas comparativas de los investigadores Gaddis y Pieters. Otro importante estudio evidencia también que genera un mayor salario relativo por el incremento en la demanda de empleo y porque la competencia puede reducir la discriminación salarial.
En su rol como consumidoras, las mujeres gastan más en alimentación, salud y en educación para los hijos, que los hombres. Pero el impacto de la apertura comercial en las mujeres está determinado en función de sus patrones de consumo y según los sectores afectados por la reducción de aranceles.
Una buena noticia es que cuando las mujeres participan más en las exportaciones desde su lugar de líderes de empresas, los salarios son superiores, emplean mayor cantidad de trabajadoras mujeres y son más productivas.
Lamentablemente, dadas ciertas restricciones estructurales, las mujeres no se benefician del comercio igual que sucede con los hombres. Tienen mayores trabas regulatorias, menos habilidades, menor acceso al capital, y dedican más tiempo al trabajo no remunerado. Por si fuera poco, cuentan con menos acceso a redes de contacto y suelen ser propietarias de empresas más pequeñas, enfrentando mayores costos y precios. Si el Tetris se jugara sobre un tablero, éste estaría inclinado.
¿El comercio electrónico, una oportunidad para acortar la brecha?
Una reciente encuesta del BID-INTAL concluye que cinco de cada 10 empresas exportadoras utilizan el comercio electrónico como canal de ventas para sus ventas al exterior. Y de este total, el 74% lo comenzó a utilizar en plena pandemia.
Al permitir que las personas elijan de manera más flexible dónde, cómo y cuándo trabajar, el comercio electrónico podría ayudar al empoderamiento económico de las mujeres. Estas condiciones permiten combinar las responsabilidades laborales con las familiares, que recaen más sobre las mujeres.
Las interacciones comerciales en línea parecen neutrales, pero no son tan así. Un estudio que analizó las subastas en eBay, concluyó que las mujeres obtienen ofertas y pagos inferiores en bienes idénticos. En promedio, 20 centavos menos por cada dólar que recibe un hombre en productos nuevos (Kricheli-Katz y Regev, 2016). Dado que esta diferencia es diminuta, el comercio electrónico transfronterizo puede ser por lo tanto una oportunidad para reducir las brechas de género, pero hay que asegurarse de no replicar estas desigualdades.
Integración y comercio: más jugadores que jugadoras
En la investigación El Tetris del apoyo a la integración: piezas y huecos de la brecha de género concluimos que si bien la integración económica regional y el aumento del comercio internacional logran un alto apoyo social en América Latina, en ambos casos este valor es más reducido entre las mujeres que entre los hombres, lo cual se expresa en brechas de género de 8 puntos porcentuales.
A través de diferentes modelos econométricos encontramos que las razones de esta diferencia se encuentran principalmente en el tipo de educación e información que las mujeres reciben. Es decir que en la medida que podamos lograr que las mujeres aumenten su acceso a mayores niveles educativos y disminuirles los costos de información relacionados al comercio, ellas probablemente se encontrarán mejor posicionadas para recibir mayores beneficios del comercio y por tanto con una opinión más favorable del mismo.
Más afectadas por la crisis
En este Tetris quedan aún muchos vacíos por cubrir y piezas por ubicar para equilibrar la brecha de género. Necesitamos políticas públicas que incrementen la participación femenina en el comercio y la integración. Es fundamental promover acuerdos comerciales que incluyan capítulos de género y comercio, como el Acuerdo del 2017, entre Argentina y Chile, pionero en este sentido. El fin de ese capítulo, el primero que firma Argentina en esta materia, es mejorar el acceso de las mujeres a las oportunidades económicas, promoviendo su participación en la economía nacional e internacional, y alentando políticas y prácticas de equidad de género para un desarrollo económico sostenible.
Necesitamos más estudios que reflejen el impacto real de los acuerdos comerciales y de las políticas comerciales en las mujeres. Un reto para el diseño y evaluación de políticas públicas en temas de género es la falta de datos desagregados.
En plena pandemia, el comercio exterior de la región demostró que, a pesar de las medidas de confinamiento y de la caída de los intercambios internacionales, está siendo un sector resiliente. Y sabemos también que las mujeres son las principales afectadas por la crisis. Es clave entonces mirar al comercio exterior como una gran oportunidad para mejorar las condiciones de vida de miles de latinoamericanas. El Tetris del comercio puede y debe hoy más que nunca estar conformado por piezas en su debido lugar, sin baches, vacíos o desequilibrios.
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