“Estamos teniendo problemas en la fábrica para poder cumplir con pedidos de los clientes. Nos está fallando un proveedor chino de moldes”, nos comentaba en febrero pasado la CEO de una conocida empresa del sector industrial uruguayo.
Lo que en ese momento se veía como algo anecdótico y lejano, comenzó a convertirse en un denominador común para muchas empresas en todo el mundo, primero en Europa, luego en Estados Unidos, e inmediatamente después en América Latina y el Caribe. En nuestra región, México y Brasil, fueron seguramente los más afectados dada su mayor participación en cadenas de valor globales.
Una cadena de valor global consiste básicamente en la forma de producir en la que los diferentes eslabones en la elaboración de un producto, desde el diseño, pasando por el ensamblaje y hasta la comercialización, van sumando valor agregado y no se realizan en un solo territorio o país. Por ejemplo, un panel solar puede diseñarse en Europa y fabricarse en América Latina con materia prima de Asia.
Ante la pandemia por COVID-19, la economía mundial está atravesando una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes en el último siglo, con evolución continua y aún incierta. Las economías se cierran y se paralizan, y las sociedades entran en cuarentenas más o menos severas, sólo comparables con situaciones de guerra. Como consecuencia, disminuyen notablemente o se interrumpen las actividades productivas, y se produce una contracción de la demanda y de la oferta.
Si pertenecer a una cadena de valor global antes era visto como un plus, por los grandes beneficios que traían a las empresas participantes en términos de flujo de conocimiento e innovación, y acceso a mercados globales, ahora se ve como una debilidad que forzará a muchas empresas e industrias enteras a repensar y transformar el tipo de participación en su cadena de valor.
La disrupción de las cadenas de valor hoy
La paralización de la economía china causada por la pandemia ha afectado directamente a las cadenas de valor globales y regionales. China es un jugador crucial en la economía global, no sólo por su estatus como productor y exportador de productos de consumo, sino además como el principal proveedor de insumos intermedios para la industria. Según la UNCTAD, un 20% del comercio global de insumos intermedios proviene de China. Considerando el rol crítico de los proveedores chinos, cualquier disrupción en este país afectará más allá de sus fronteras.
En esta línea, la CEPAL ha advertido sobre el riesgo de la menor integración de las cadenas de valor: “El comportamiento de las empresas continuará cambiando tanto por el aumento de la localización de las empresas en lugares más cercanos al consumo (nearshoring) como por el deterioro de la confianza en los proveedores globales”.
Las reacciones de las empresas no se hicieron esperar. Muchas de ellas comenzaron a dar batalla en el corto plazo a la falta de suministros, modificando las órdenes de compra a proveedores de segunda o tercera línea y/o moviendo algunas de sus prioridades del “core business” a sus propias fábricas. También fueron ajustándose para fabricar productos totalmente diferentes (como el caso de Tesla y la fabricación de respiradores) e implementaron nuevas estrategias ante la escasez de mano de obra, como recurrir a la automatización de procesos.
El Foro Económico Mundial señala la necesidad de las firmas de poder gestionar esta disrupción en el largo plazo. En este concepto se incluyen: 1) nuevas estrategias de negocios, especialmente en la evaluación de proveedores incluyendo las 3Rs (resiliencia, capacidad de respuesta y las posibilidades de reconfiguración); 2) infraestructura y recursos técnicos para crear transparencia en las cadenas de valor globales; 3) desarrollo de modelos predictivos para una planificación dinámica, considerando incertidumbres y factores de riesgo, y; 4) colaboraciones públicas-privadas.
La disrupción es la nueva normalidad. La disrupción en las cadenas de suministro es un riesgo permanente para las firmas, especialmente en épocas altamente globalizadas. EY
Empresas consultoras como McKinsey, Deloitte y EY, entre otros, han comenzado a dar recomendaciones a sus clientes y han publicado artículos sobre cómo crear cadenas de valor más resilientes, focalizándose en construir capacidades para ayudarlas a prepararse y responder ante futuros eventos no esperados.
¿Cómo hacer más resilientes a las cadenas de valor en América Latina?
Creemos que existen dos campos de posible intervención desde las políticas públicas. Una primera área clave es la reconfiguración de la cadena y el desarrollo de nuevos proveedores. Aquí se incluyen, entre otras medidas, la atracción de inversiones para que proveedores se instalen en el país o región, la mejora de la circulación de la información intracadenas y el desarrollo de protocolos de actuación comunes para actuar durante la vigencia de la pandemia y sus efectos principales. Asimismo, el apoyo a través de incentivos para que nuevos proveedores se embarquen en el proceso de actualización tecnológica, así como asegurar que existan y funcionen “insumos públicos” (tales como laboratorios, centros tecnológicos, institutos de formación de capital humana avanzado) con miras a la actualización tecnológica.
Por otra parte, el nuevo escenario se ve propicio para la aceleración de los procesos de transformación digital, tales como la automatización, el uso de robótica y de nuevos algoritmos de inteligencia artificial. Algunas intervenciones para considerar son la coinversión (entre inversores privados y fondos públicos) para la aceleración de nuevos desarrollos en estos campos, el desarrollo de modelos de análisis de riesgo y de predicción de la demanda bajo el supuesto de la “nueva normalidad”, y el aseguramiento de la interoperabilidad de los sistemas entre empresas de la cadena para su integración tanto local como con los eslabones globales. Igualmente, promover la creación de ámbitos seguros para testear nuevas tecnologías adaptadas a las cadenas (el caso de los testbeds y sandboxes regulatorios) y la inversión en infraestructura habilitante (redes de telefonía celular de última generacion o internet de alta velocidad) que garantice el acceso a la conectividad adecuada.
Hace ya varios años, el filósofo e investigador libanés Nassim Taleb previno contra la linealidad de nuestros esquemas de proyección recurriendo a la metáfora de los cisnes negros, que representan sucesos no previsibles que causan un hondo impacto socioeconómico, y que, a pesar de poder ser explicados o racionalizados ex post, comprometen ese afán de anticipación/planificación que parece acompañar al desarrollo humano. El nuevo coronavirus encajaría en esa descripción: una pandemia que está paralizando buena parte de la actividad económica y cuya incierta evolución trae consecuencias tanto devastadoras como transformadoras.
Sin lugar a duda, hoy las empresas tienen múltiples frentes a la vez: proteger a sus trabajadores, conservar su viabilidad económica, y todo esto bajo el estrés del cisne negro del COVID-19, un shock histórico a su cadena de suministros. La combinación de las respuestas de las empresas de cada cadena y de las políticas públicas determinará la posibilidad o no de utilizar este cisne negro para que las cadenas de valor aceleren sus transformaciones y puedan emerger más competitivas.
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- Nueva publicación: Desarrollo productivo ante el COVID-19
Un nuevo documento del BID, titulado Respuestas al COVID-19 desde la ciencia, la innovación y el desarrollo productivo, describe las medidas que se están tomando a nivel internacional y regional para apoyar al sector empresarial, pymes y startups ante la emergencia sanitaria. Se indica que las intervenciones que se han venido desarrollando hasta ahora ofrecen una buena plataforma de aprendizaje; sin embargo, se señala que para avanzar en la recuperación empresarial serán necesarias medidas adicionales. Para ello, se aportan lineamientos y recomendaciones.
Juan Ruiz dice
Excelente articulo, pero es importante resaltar que en la mayoría de los países de C.A, el impacto de las medidas tomadas por los gobiernos ante el Covid-19, el impacto ha sido mayor porque tenemos cadenas productivas que no están bien articuladas y desarrolladas, y carecen de tecnologías; además, la mayoría de las cadenas la conforman pequeños y medianos productores que en su mayoría trabajan de manera desarticulada, limitados sistemas de información y desaprovechamiento de valor agregado, como lo es la cadena de pequeños y medimos productores de café orgánico/agroecológico, la cadena de producción de miel, la cadena de hortalizas, la cadena de frutas, entre algunas. En algunas regiones las hortalizas se han perdido en las plantaciones.
Araceli Almaraz Alvarado dice
Completamente de acuerdo en que se requerirá un nuevo enfoque de organización productiva y que las cadenas de valor van a reestructurarse. Lo importante aquí es ayudar a los países de acuerdo con sus condiciones vigentes de conexión interna y externa. Les dejo un estudio y propuestas para México.
https://www.colef.mx/wp-content/uploads/2020/05/20Mayo11_pymes_8.pdf
Jose Elzer dice
Excellent perspective of the black swan in our disruptive economies. COVID 19 be positive or negative? Or Unpredictable or predictable?
Francois André dice
Las crisis que han venido de problema de salud, en Europa la conocemos, cuando la peste negra apareció en el sur de Francia, hace 300 años, en el puerto de Marsella.
Ella mato 1/3 de los europeos. A salir de la pandemia, la actividad económica fue muy lenta a recuperarse, por toda Europa que estaba países agrícolas y que la gran mayoridad de los muertos estaba campesinos., así los sueldos subieron, temporalmente, pero la infraestructura medieval no cambio… Nobleza, Clérigo no cambiaron nada y conservaron sus privilegios. Fue solamente durante la revolución francesa, que el Tercer estado, la burguesa industrial y de comercio, cambio por la violencia el estado francés, que difundo la nueva filosofía en todo el mundo.
Con los neo-liberales al poder en el Occidente, podemos percibir que no se va cambiar. Nada importante, en la estructura política de la Unión Europea, solamente retoques limitados, al fin de evitar una nueva revolución popular. Según mis cálculos solamente en Francia 28 % de la mano de obra será a corto plazo desempleado. La progresión de la automatización no va venir porque la mano de obra europea será muy barata, y en periodo de recesión los empresarios no invertirán entonces que el material de producción es parcialmente parado.
Además los proyectos de hacer industria con menos polución no prosperarán, tanto que el petróleo será barato.
André FRANK
Mauricio Perez Calvo dice
Me encanta el articulo. Sin embargo, citando a Taleb en Antifragil, una estrategia simple para responder a un Cisne Negro no esta presente: Redundancia. Pues aun las empresas y sectores mas resilientes no han podido con la consecuencias de Coronavirus. Al tener al menos 2 proveedores calificados, se hace menos complicado lidear con la resiliencia de cada uno.
Otro tema: Taleb no clasifica a Coronavirus como Black Swan, pues este tema de la pandemia fue en su momento totalmente predecible. Desde BID/SPH trabajamos con la Fundacion Gates y parte de los cimientos de su trabajo desde hace 10 anios es preparar al mundo para este tema. (https://www.newyorker.com/news/daily-comment/the-pandemic-isnt-a-black-swan-but-a-portent-of-a-more-fragile-global-system)
Resumiendo, lo que falta a la empresas es un analisis de riesgo que responda a eventos de gran impacto, pero de muy baja probabilidad (como es esta pandemia).
Me encanto el articulo.