Por Jorge M. Agüero
Pocos esfuerzos podrían ser más importantes para América Latina y el Caribe que terminar con el flagelo de la violencia doméstica. La región no solo tiene la segunda tasa más alta del mundo de actos de violencia infligidos a las mujeres por sus parejas o exparejas: también acusa niveles extremadamente altos de feminicidios, que involucran el asesinato de mujeres por motivos de género.
La buena noticia es que, en las últimas dos décadas, muchos países han llevado adelante importantes iniciativas para informar a las mujeres sobre sus derechos y cambiar las actitudes “machistas” que conducen a la violencia.
Pero la manera en la que esto suele hacerse –a través de campañas de sensibilización masiva– podría tener efectos negativos si no se llevan a cabo de la forma correcta. Mi investigación en Perú demuestra que, de hecho, algunas de estas campañas podrían generar una reacción negativa que, a corto plazo, aumenta los incidentes de maltrato, ya que los hombres al verse amenazados buscan reafirmar su control que creen estar en peligro. El carácter de los mensajes de las campañas es crucial. Mi investigación indica que los organismos gubernamentales y no gubernamentales deben tener en cuenta esas consideraciones para no añadir dolor a las mujeres.
Un buen lugar para estudiar las campañas de violencia doméstica
Perú es, por desgracia, un buen país para estudiar este fenómeno. Se estima que un 70% de las mujeres de entre 15 y 49 años ha sido víctima de violencia doméstica. A fin de fomentar una nueva mentalidad, el gobierno ha aprovechado activamente dos conmemoraciones de las Naciones Unidas: El Día Internacional de la Mujer en marzo y el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer en noviembre. Para ello, durante las semanas próximas a dichas conmemoraciones, ha recurrido a un aluvión de programas de radio y televisión, así como de concentraciones y reuniones (con la participación de los principales miembros del gabinete).
Lamentablemente, en lugar de calmar la violencia doméstica, estas iniciativas bien intencionadas terminan desencadenándola. Por ejemplo, al hacer un análisis de los años 2009 a 2015, he encontrado que en noviembre, cuando se lleva a cabo el mayor número de campañas contra la violencia, también hay un aumento del 7% de las denuncias de violencia doméstica en los centros de emergencia para la mujer y del 12% en la cantidad de incidentes notificados por hospitales y centros de salud. El número de llamadas de mujeres a las líneas directas se eleva en un 19%. Es cierto que una interpretación posible de este aumento podría ser que las campañas de sensibilización alientan a las mujeres a que reporten los incidentes de violencia. Pero ese raciocinio no termina de explicar los otros efectos que encontramos.
El impacto psicológico de las campañas contra la violencia
A partir de datos de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar de Perú (ENDES), mi estudio demuestra que, durante estas campañas, los hombres se muestran más desconfiados, más celosos y más controladores con sus parejas. ¿Qué podría estar sucediendo?
Estudios de marketing y psicología social que se remontan por lo menos a cuatro décadas atrás muestran que las campañas que resaltan errores o defectos de carácter en su público objetivo tienden a motivar negación. Generan estigmas. Y provocan frustración, especialmente cuando las personas se sienten atacadas e incapaces de cambiar su comportamiento. Estos efectos pueden motivar a los hombres a resistirse airadamente al cambio, a ejercer el control y a reafirmar su hegemonía a toda costa.
Evidentemente, esto no es lo que pretenden las campañas contra la violencia, incluso cuando llaman la atención sobre un comportamiento indiscutiblemente censurable. Debe haber mejores maneras de lograr los mismos objetivos.
Mensajes alternativos
Una de las referencias proviene de las campañas sobre el VIH, las cuales, en lugar de señalar con el dedo a las personas temerosas de someterse a los estudios médicos, les informa de manera nada amenazadora que tienen respuestas a sus preguntas. Otra se deriva del uso de mensajes sutiles en programas de televisión que proyectan diferentes maneras de vivir. Por ejemplo, en Brasil, un estudio demuestra que la exposición a telenovelas en las que la mayoría de los personajes femeninos no tiene hijos, redujo significativamente los partos en mujeres de entre 25 y 44 años, con repercusiones particularmente fuertes en los niveles socioeconómicos más bajos. Estas telenovelas no les estaban diciendo a las mujeres que usaran anticonceptivos. Ni les estaban indicando que se comportaran de determinada forma. Pero al proporcionar ejemplos de mujeres ficticias que mantienen familias pequeñas y, al mismo tiempo, disfrutan de una movilidad social ascendente, ayudaron a reducir la tasa de natalidad.
Aún no sabemos cuáles serán los efectos a largo plazo de las campañas de sensibilización, e incluso podrían llegar a ser transformadores. Pero dadas las docenas de feminicidios anuales –la mayoría perpetrados por parejas o exparejas–, el aumento del 27% al 37% de los asesinatos de mujeres que he documentado durante las campañas de noviembre, así como el alza general de los casos de maltrato y violencia, suponen motivos suficientes para detenerse a pensar en el asunto.
Por supuesto, no podemos olvidar la larga trayectoria de las campañas de sensibilización sobre la violencia de género en la región y los efectos positivos que han alcanzado al llamar la atención sobre este triste fenómeno social. Si bien el deplorable aumento de feminicidios que encontramos en nuestro estudio habla por sí mismo, las campañas de concientización tienen un rol clave al sonar la alarma sobre este sufrimiento humano y al alentar a sus víctimas a reportarlo.
El ánimo de nuestro estudio no es desacreditar estas campañas ni la labor importante de las organizaciones que con admirable dedicación y determinación luchan por terminar con la violencia de género. Nuestro estudio no es sino un pequeño aporte a esta lucha que procura iluminar, desde otro ángulo, el complejo tejido social de nuestra región. Aunque nuestros hallazgos vienen del caso específico de Perú, creemos que son relevantes para otras partes de nuestra región, y si los compartimos aquí, es para asegurarnos de que en un futuro cercano la violencia de género pertenecerá al pasado.
Autor invitado: El Dr. Jorge M. Agüero es Profesor Asociado de economía en El Instituto: The Institute of Latina/o, Caribbean, and Latin American Studies de la Universidad de Connecticut, donde fue uno de los fundadores del Laboratorio de Economía de la Salud. Es investigador asociado en la Unidad de Investigación de Southern Africa Labour and Development (Universidad de Cape Town, Sudáfrica) y del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Perú). Su trabajo se sitúa en la intersección de la economía del desarrollo y la economía del trabajo, centrándose especialmente en la educación y la economía de la salud. Su trabajo ha sido publicado en las principales revistas de economía, entre ellos el Journal of Human Resources, el Journal of Development Economics, el Journal of Health Economics y el American Economic Review. El Dr. Agüero obtuvo una Licenciatura en Economía de la Universidad Católica del Perú, una Maestría de la Universidad Pompeu Fabra en España y un Doctorado de la Universidad de Wisconsin, Madison. En 2014-2015 fue Profesor invitado en el Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, DC.
Ivan Pastoreli dice
Será que o aumento de casos de violência contra as mulheres, durante os meses das campanhas, também não se deve ao fato de que nesses períodos as mulheres ficam mais encorajadas a denunciar as agressões?
Cinthia Panduro dice
Desde otro punto de vista, el incremento en 7% de las denuncias de violencia doméstica en los centros de emergencia para la mujer y del 12% en la cantidad de incidentes notificados por hospitales y centros de salud y el número de llamadas de mujeres a las líneas directas se eleva en un 19%, no podria deberse a que las mujeres se animan a denunciar porque se dan cuenta que hay mecanismos para hacer la denuncia? me parece que se deberia dar mas evidencia sobre que este tipo de campañas “incentivan” mas a los hombres a ser violentos.
JULIO FLORES ANCO dice
Un aspecto importante es que los Centros de Emergencia Mujer, se acerquen mas a la población rural. En estas zonas existe violencia que no es visibilizada por los ente competentes, por que los CEM están en capitales de provincias, y en los distritos no hay, tenemos experiencias de un evento que organizamos viendo este tema con comunidades campesinas y es sorprendente como existe la violencia en estos espacios que por su naturaleza están en zonas alejadas. Quizás las cifras mostradas no sean reales, pero es necesario acercar mas a las poblaciones rurales.
Diana Ordóñez Campaín dice
He notado, al menos en mi país, Ecuador, la lentitud de los organismos de auxilio, la falta de solidaridad de las personas que en lugar de ayudar a la víctima, la filman…acaso no son también cómplices?
Diana Ordóñez Campaín
Teresa Chara de los Rios dice
Muy buen artículo. Felicitaciones.
Vivimos bajo una cultura represiva. La mentalidad de los hombres en el tema de violencia, no cambiará con solo aumentar las penas y la reacción eficiente de la policía. .
Ya hemos visto que cuando las mujeres piden garantías, en la práctica, no les garantiza que el agresor se aleje de ellas, sino más bien los exacerbe, volviéndolos más violentos.
Los esfuerzos deben estar dirigidos a cambiar la mentalidad de los hombres, la valoración y respeto por las mujeres, que aprendan a ser tolerantes ante las frustraciones y aceptar que cuando una mujer dice “no” o “hasta aquí llegamos”, que lo acepten con dolor, pero sin violencia..
Insisto, esas cosas se aprenden en casa y con el ejemplo delos padres. Eso es en un escenario ideal. La realidad es diferente, entonces se necesita ayuda del Estado e implementar políticas públicas con presupuesto. Si no cambia nuestra mentalidad y nuestras actitudes, cualquier otro esfuerzo es en vano.
Carlos Tamayo Caballero dice
Estoy en la linea de seguir indagando este aspecto, lo que vemos en Bolivia es que va en aumento la violencia en todas sus formas, es posible que sea una respuesta “defensiva” de aquellas personalidades agresivas.
Debemos seguir profundizando este aspecto, posiblemente sea posiblemente replicar el estudio para ver el comportamiento en otros contextos
una abrazo
carlos
Josue Israel dice
Yo estimo que el tema “Violencia Doméstica” debe ser desarrollado con las pareja o matrimonios, en varias ocasiones he visto que el templo desarrolla una mujer que solo se dirige a las mujeres, igual se debe estudiar el entorno de la pareja o matrimonio, como viven, trabajos que desarrollan, como se desenvuelven en familia, que problemas han enfrentado durante su convivencia, etc. De otra forma se comete el error de crear expectativas falsas que en lugar de mejorar, dañan la relación de pareja, recuerden que traemos el lastres culturales, igual nuestra educación formal durante muchos años siquiera se refirió a ese tema
Vilma Menacho dice
Lo que dice el artículo es válido, en el sentido de que una mente violenta puede ver en estas campañas un motivo para ponerse a la defensiva y alterarse mucho si su víctima la menciona en una discusión; sin embargo, también es cierto que la campaña logró una mayor asistencia a los CEM, que incluso aumentaron a raiz de la campaña. Los CEM y la Línea100 orientan a las mujeres y enseñan que están ante un delito y pueden denunciar. Por otro lado, se vio bastante difusión de casos de mujeres dando testimonios esperanzadores acerca de romper, denunciar y separarse, lo que animó a muchas a decidirse. Es posible que algunos de los asesinatos se hayan desencadenado por la campaña, pero tambien mucha máz gente salió del sufrimiento. Las campañas intensas y sus consecuencias dieron más visibilidad a la impunidad en casos de abusos y feminicidios, también a la doble victimización de las víctimas al someterlas a procesos legales llevados de pésima manera, que, por desgracia, envalentonan a los abusadores que no ven seriamente una posible consecuencia penal (crecieron los testimonios machistas en redes sociales), no obstante, las campañas intensas tuvieron el mérito de que practicamente toda la sociedad se pronunciara frente a este tema y los niños y adolescentes (especialmente ellos), pueden darse cuenta que la violencia doméstica, que tal vez veían como normal en casa, no lo es. Como decía la campaña, “el primer paso es darse cuenta”.
Lourdes dice
Las campañas no sólo deben fomentar a romper el silencio, deben orientar a los hombres a ser más tranquilos y equilibrados, a que todo tiene solución dialogando, a que no es malo reconocer que requieres apoyo para el control de la ira, a que debes educar a tus hijos varones mejor. Y a su vez mostrar que una mujer empoderada no es una mujer libertina y también a saber identificar y diferenciar ambos. Es por ambos lados la campaña. Si bien la idea no es fomentar el divorcio pero si ya no toleras cierto tipo de vida solo tú puedes cambiar eso o mejorar, no los demás.
joseph dice
saludos, bien lo dice un comentario aqui leido,en pareha…. en oareja, si vas por firtalecer a la mujer y desfavorecer al hombre causas daño, si fortalecesa al hombre y desfavoreces a la mujer causas daño… quienes pierden son los hijos.
la solucion es en pareja, no deben darse estos actos o campañas dirigidos directamente a la mujer, si no a la familia.
La familia es una sola unidad como los dedos de la mano, y si los padres se pelan o agreden, los niños sufren las consecuencias.
FAMILIA