Desde que Argentina incorporara la primera ley de cuota de género del mundo en una legislatura nacional en 1991, las cuotas de género se han convertido en la norma para los puestos legislativos en prácticamente toda América Latina. Por su parte, las mujeres han ganado visibilidad política. En la actualidad, la región cuenta con cinco de los diez primeros países a nivel mundial en cuanto a la representación femenina en el ámbito legislativo nacional, ya que las mujeres ocupan algo más de la mitad de los escaños de los parlamentos nacionales de Cuba y Bolivia y algo menos de la mitad en los de Nicaragua, Costa Rica y México.
Aunque, en teoría, las cuotas de género ayudan a corregir la infrarrepresentación política, no se traducen necesariamente en la promulgación de programas más favorables para las mujeres o en un mayor poder político para ellas. Factores culturales, institucionales y de otra índole, como la ubicación de las mujeres en las listas de los partidos o su exclusión de las principales comisiones, pueden obstaculizar la influencia de la mujer y bloquear su ascenso.
Una nueva versión de una importante base de datos
Sin embargo, como se revela en la nueva versión de la Base de datos de instituciones políticas (DPI), las mujeres han adquirido mucha más representación numérica en los órganos legislativos de la región. Esto se puede apreciar en las variables de las cuotas de género en la DPI, que arrojan luz sobre amplias tendencias institucionales en 180 países, incluyendo más de 100 variables pertinentes a la capacidad de gobierno.
En la actualidad, 121 países tienen algún tipo de cuota de género a nivel legislativo, y solo en 29 de ellos, principalmente en Europa Occidental, son de tipo voluntario. El tipo más común exige un número mínimo de candidatas en las papeletas de los partidos, norma que está en vigor en 62 países. Esto es particularmente popular en África (18) y en América Latina (17). La cuota más vinculante, que de hecho reserva escaños a las mujeres en los órganos legislativos nacionales, está en vigor en un total de 30 países y es especialmente apreciada en África, donde 15 países la emplean actualmente.
Las virtudes de las cuotas de género
¿Funcionan las cuotas? SÍ lo hacen, ya que aumentan el número de mujeres que ocupan cargos en diferentes contextos políticos, tanto en países en desarrollo como en democracias más consolidadas, como Italia o Suecia. Debido en parte a las cuotas, las mujeres ocupan ahora más del 30% de los escaños legislativos en América Latina y el Caribe, al igual que en Europa y América del Norte. Las cuotas, además, pueden ser especialmente eficaces cuando van acompañadas de mecanismos de implementación, y cuando son obligatorias en lugar de voluntarias.
Al mismo tiempo, no están claros los efectos secundarios de las cuotas en la representación de la mujer en la política. Por ejemplo, una investigación realizada en la India sugiere que las cuotas para los puestos de los consejos municipales impulsan el liderazgo femenino, reducen la discriminación y han dado lugar a una mayor inversión en asuntos que preocupan a la mujer, como el agua, el saneamiento, la educación y la salud. Los votantes en América Latina, eligen cada vez más a mujeres como alcaldesas y concejalas, y las mujeres ascienden cada vez más al gabinete ministerial y a la presidencia (seis presidentas desde 1990). Las cuotas legislativas — y la mayor visibilidad de la mujer en la escena nacional – podrían estar ayudando a borrar algunos de los viejos prejuicios.
Aun así, el incremento en el número de mujeres que ocupan escaños legislativos no aumenta automáticamente la influencia y poder políticos de la mujer. Un estudio realizado en Cataluña, muestra que ni si quiera las cuotas dentro de los partidos políticos se traducen necesariamente en poder real. Y otro estudio realizado en Argentina revela que las mujeres deben colaborar para superar las barreras que les impiden acceder a nombramientos importantes y a puestos de liderazgo en las comisiones legislativas. De hecho, pese a que el aumento numérico de la representación femenina en los órganos legislativos latinoamericanos y la llegada al poder de presidentas pueden animar a más mujeres a entrar en el ámbito político, y han dado lugar a algunos avances importantes, como la aprobación de leyes en materia de violencia doméstica, es mucho el trabajo que aún queda por hacer.
La nueva variable de cuotas de género en la última Base de datos de instituciones políticas es un buen punto de partida. Muestra no solo la manera cómo las cuotas varían en forma, sino también las variaciones y patrones en su administración en las diferentes regiones. Todo lo anterior, por un lado, refleja diversas iniciativas para hacer que los espacios políticos sean más inclusivos y, por el otro, constituye un primer paso para entender los efectos de estas normas en el cambio del panorama político.
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