Cuando la pandemia de la COVID-19 empezó a atenuarse en 2021, los mercados expresaron su optimismo en las perspectivas económicas mundiales y los flujos de capital hacia los mercados emergentes se recuperaron. Pero esta mejora sería temporal. Actualmente los bancos centrales de las economías desarrolladas están absorbiendo la abundante liquidez que tenían desde la crisis financiera de 2008 para hacer frente a la inflación en sus propios países. Los riesgos geopolíticos en 2022 han aumentado y la incertidumbre económica internacional se ha disparado. En medio de estas transformaciones, los flujos de capital son cada vez más volátiles en los mercados emergentes, ya que los inversores buscan posiciones más seguras.
Los flujos de capital hacia América Latina y el Caribe están particularmente en riesgo. Tras haber estado bajo presión durante la mayor parte de 2022, su futuro inmediato parece inestable, exigiendo sólidos fundamentos económicos a los gobiernos de la región y un papel potencialmente más importante de los bancos multilaterales a la hora de permitir el financiamiento externo y prevenir las turbulencias económicas
Flujos de inversión desde Estados Unidos
Una de las fuentes de datos más oportunas sobre la inversión extranjera de cartera procede del Emerging Portfolio Fund Research (EPFR), una empresa privada que hace seguimiento tanto de las compras de acciones y bonos como de los flujos de inversión de los fondos de pensiones y de los fondos de inversión en Estados Unidos. Como se muestra en el gráfico 1, hacia octubre de 2021 los flujos de entrada del EPFR empezaron a disminuir en cinco de las economías más grandes de América Latina y el Caribe. Tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, el flujo acumulado en 12 meses pasó a ser negativo. En otras palabras, los fondos habían retirado dinero de estos países justo cuando las necesidades financieras de dichos países aumentaban. Estos flujos son volátiles, pero muestran una tendencia constante en toda la región. Hasta agosto de 2022, el éxodo de capitales de la región era similar al del segundo trimestre de 2020, el punto álgido de la pandemia.
Gráfico 1. Flujos anuales del EPFR
La disminución en la entrada de flujos de fondos externos indica que los inversionistas extranjeros están reduciendo sus posiciones en las acciones que cotizan en esas cinco economías, lo que sugiere una perspectiva poco sólida de la actividad económica. Las compras de bonos por parte de extranjeros también están disminuyendo, lo que indica una mayor probabilidad de sobreendeudamiento público. En líneas generales, una menor inversión extranjera significa menos recursos de financiamiento disponibles para la región.
Si bien los datos del EPFR solo cubren un pequeño subconjunto de los financiadores externos de un país, son un indicador adelantado del flujo financiero agregado. El gráfico 2 muestra un panel con las cinco economías de América Latina descritas anteriormente. En cada panel de países, los flujos de entrada de inversiones de cartera en las estadísticas de la balanza de pagos (línea punteada) parecen moverse alrededor de los flujos trimestrales del EPFR (línea continua). En todos los casos, los datos más oportunos del EPFR apuntan a una reducción constante de los flujos de capital externo en el segundo y tercer trimestres de 2022, haciendo más duras las condiciones financieras para la región.
Gráfico 2. Flujos trimestrales de inversión extranjera de cartera en cinco países de la región
El riesgo de una parada súbita
Una contracción de los flujos de financiamiento presentes en las estadísticas de la balanza de pagos podría provocar una parada súbita. Esto ocurre cuando el financiamiento externo disponible para los países prestatarios se agota repentinamente, provocando una reversión brusca de la cuenta financiera. Las paradas súbitas son especialmente costosas porque la corrección macroeconómica está impulsada por una fuerte contracción de las importaciones, que solo es posible mediante una fuerte reducción del consumo y una recesión, como se explica en este estudio. La región ahora debe hacer frente a esta mayor vulnerabilidad de sus cuentas externas, y eso podría empeorar aún más ante los desafíos del panorama económico.
Varios riesgos a la baja del actual entorno internacional podrían empeorar la situación para América Latina y el Caribe. La inflación en todo el mundo está en sus máximos históricos debido a las tensiones geopolíticas, a la incertidumbre y a las constantes interrupciones en la cadena de suministro mundial. La política monetaria se ha endurecido drásticamente en lo que va del 2022, y se esperan más medidas de los bancos centrales, especialmente en Estados Unidos y Europa, alimentando la posibilidad de una recesión mundial. En estas circunstancias de tanta tensión, las salidas de flujos de capital en América Latina están vinculadas a la dinámica de huida a la calidad. En otras palabras, los inversores buscan lugares más seguros que ofrezcan mayor rentabilidad.
América Latina y el Caribe podría ser especialmente susceptible a las expectativas de normalización de la política monetaria mundial y a un debilitamiento de la percepción de las perspectivas de la región si llegara a materializarse una recesión. Esto se debe, por un lado, a la fuerte dependencia de la región en los ciclos de precios de las materias primas internacionales y, por el otro, a la demanda de bienes que produce la región por parte de las economías avanzadas.
En el frente interno, los riesgos a la baja están asociados con una perspectiva macroeconómica vulnerable en la región, que aún no ha logrado recuperarse por completo de la pandemia. Pese a que los países crecieron a un ritmo acelerado en 2021, aún es necesario que se consoliden las políticas fiscal y monetaria. La deuda pública se mantiene en niveles elevados y los déficits fiscales no se han corregido del todo. Esto podría no solo afectar la percepción de riesgo de los inversionistas sino aumentar el costo del crédito en el futuro, limitando aún más la disponibilidad de recursos financieros extranjeros. La política monetaria está respondiendo al aumento de la inflación a distintos ritmos entre las economías de la región. Sin embargo, todavía tiene que ponerse al día con la postura mundial para compensar parcialmente los rendimientos que los inversores están recibiendo a nivel internacional.
América Latina y el Caribe necesita tomar medidas
Para mitigar estos riesgos, las economías de América Latina y el Caribe deben reforzar sus posiciones. Como se revela en este estudio, los sólidos fundamentos económicos permitieron a varios países vulnerables de la región evitar paradas súbitas durante la pandemia, garantizando el acceso a los mercados financieros internacionales. El papel de los bancos multilaterales también fue decisivo y está adquiriendo aún más relevancia, dada su capacidad de proporcionar crédito a menor costo en momentos de baja liquidez mundial y convulsión económica.
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