Las remesas o el dinero que envían los migrantes a sus países de origen siempre han desempeñado un papel crucial para las economías de América Latina y el Caribe. Esto se hizo especialmente evidente durante la pandemia de COVID-19, a mediados y finales de 2020, durante la cual gran parte de las economías de la región estaban sometidas a terapia intensiva. Ante esta situación, las remesas actuaron como un estabilizador automático, apoyando las economías locales y financiando los servicios esenciales.
Dicho fenómeno fue inesperado, ya que las remesas suelen disminuir en las recesiones económicas. Y fue especialmente sorprendente si se tiene en cuenta que los canales habituales de envío de remesas estaban obstruidos debido a la suspensión de viajes transfronterizos y al cierre de las agencias de servicio de transferencias de efectivo como MoneyGram y Western Union. Lo que parece haber marcado la diferencia fue el papel preponderante de la tecnología, y en concreto el de las transferencias digitales, a la hora de mitigar el impacto de la pandemia sobre el flujo de dinero de los migrantes residentes en el extranjero. Esto ofrece a los formuladores de políticas públicas la oportunidad de garantizar que los migrantes puedan seguir utilizando los canales financieros digitales para ayudar a que las remesas fluyan de forma más eficiente en el futuro.
Las remesas registraron inicialmente un fuerte descenso en abril de 2020, poco después de la llegada de la pandemia, según datos de los bancos centrales, pero la magnitud del impacto varió de un país a otro. El Salvador y Colombia fueron los más afectados, con un descenso del 40% en relación con abril de 2019, mientras que México experimentó la menor caída. En mayo comenzó un rápido repunte, con una posterior tendencia ascendente. En un artículo de investigación del FMI, acertadamente titulado “Defying the Odds: Remittances during the COVID-19 Pandemic” (Desafiando las posibilidades: remesas durante la pandemia COVID-19), se reveló que las remesas respondían positivamente a las tasas de contagio por COVID-19 en el país de origen. En efecto, a medida que la pandemia afectaba a los países en desarrollo, los migrantes enviaban más dinero a sus países de origen para ayudar a sus familias y comunidades.
Tecnologías digitales para los servicios financieros
Esto fue posible gracias a las nuevas herramientas financieras digitales. La proporción de transferencias de remesas en efectivo registradas en persona en la región se redujo en un 5%. Pero este descenso se vio compensado por las transferencias a través de instituciones financieras. Las variaciones entre países fueron considerables, registrándose los mayores cambios en República Dominicana y Honduras, donde fue de un 10%, frente al 3% en Guatemala y cambios insignificantes en El Salvador. No obstante, en términos generales, las transferencias electrónicas repuntaron, con un crecimiento en el uso de transferencias bancarias de más del doble del crecimiento en otros modos de envío de remesas. Del mismo modo, las remesas de las fintech se aceleraron.
Los canales de pago digitales, como el dinero móvil y las transferencias en línea, adquirieron mayor importancia durante la interrupción de los canales tradicionales. Por ejemplo, en México, el gobierno lanzó una aplicación móvil llamada “Cobro Digital” para facilitar los pagos digitales y reducir el uso de efectivo. Esta aplicación permitía a los usuarios realizar pagos y transferencias sin necesidad de tener una cuenta bancaria, lo que facilitaba a los migrantes el envío de dinero a sus familias.
En un momento en que las transacciones en efectivo se vieron limitadas por las medidas de confinamiento y las prohibiciones de viajar, los pagos digitales parecen haber llenado un importante vacío. Según un estudio del Banco Mundial, durante la pandemia los principales operadores de servicios de transferencias de dinero registraron un crecimiento de dos dígitos en los servicios digitales que apoyaban los flujos de remesas. En abril de 2020, la fintech europea emergente, TransferWise, reportó un aumento del 43% en las transferencias, en comparación con abril de 2019. Por su parte, la empresa emergente estadounidense Remitly reportó un aumento en las transferencias del 200% en las comparaciones de esos mismos períodos de tiempo. Entretanto, las plataformas fintech proliferaron en la propia América Latina y el Caribe, según un informe del BID.
Remesas: más rápidas, más seguras, más baratas, más fáciles
Estos ejemplos sugieren que los servicios digitales de envío de remesas que ofrecen tarifas bajas, transferencias rápidas y fácil acceso a través de aplicaciones móviles fueron populares durante la pandemia. Los cambios en la tecnología de envío de remesas no solo permitieron la continuación de los flujos financieros hacia América Latina durante la pandemia. También contribuyeron a reducir los costos de transacción y facilitaron la inclusión financiera. Con el cierre de tiendas físicas y la interrupción de los canales de pago tradicionales, los costos de transacción aumentaron inicialmente, encareciendo el envío de dinero a casa para los migrantes. Sin embargo, la competencia de mercado entre los proveedores de pagos digitales contribuyó a reducir dichos costos.
En algunos países, las políticas gubernamentales también han desempeñado un papel, ayudando a reducir los costos de las transferencias de remesas y apoyando los canales formales. Por ejemplo, en México, el gobierno ha puesto en marcha un programa llamado “Paisano” que ofrece información y apoyo a los migrantes que envían remesas. El programa incluye un sitio web que ofrece información sobre tarifas y tipos de cambio, así como una línea directa a la que los migrantes pueden llamar para pedir ayuda. El uso por parte de los gobiernos de pagos bancarios electrónicos para desembolsar la ayuda social en varios países ha facilitado aún más el paso a las transferencias digitales.
Una oportunidad para los formuladores de políticas públicas
Algunos datos sugieren que la adopción de canales financieros digitales puede ser un fenómeno temporal, según un estudio del BID, lo que implica que la informalidad, que reinaba antes de la pandemia, regresará a las transferencias de remesas. Pero los formuladores de políticas públicas pueden aprovechar la evolución positiva del ecosistema de remesas provocada por la pandemia y tomar medidas adicionales para reducir el costo y aumentar la velocidad de las transferencias de remesas. Para empezar, las iniciativas para que los migrantes, sobre todo aquellos que reciben sus salarios en cuentas bancarias, adopten definitivamente los canales digitales, pueden aliviar los prejuicios del statu quo y generarles confianza. Dicho grupo, aunque menor que la comunidad más amplia de migrantes que envían remesas a través de lugares físicos, podría beneficiarse de la comodidad y, en algunos casos, del menor costo de las transacciones digitales. Sin embargo, hay que tener cuidado para evitar que los migrantes se vean inducidos a adoptar canales digitales menos convenientes o más costosos. Por lo que resulta primordial, tener un enfoque centrado en el cliente.
También deben realizarse esfuerzos para promover la inclusión financiera de los migrantes y sus destinatarios, incentivándolos a abrir cuentas en Estados Unidos, así como en los países de origen de los migrantes. Esto facilitaría aún más el acceso a los servicios financieros digitales y reduciría los costos de transacción. Los formuladores de políticas públicas deben, por un lado, fomentar la competencia entre las instituciones financieras, reduciendo las restricciones de ingreso al mercado de nuevos operadores y, por otro lado, actualizar la infraestructura regulatoria del sector financiero a las realidades del nuevo entorno digital y mejorar la transparencia en torno a las tarifas y los tipos de cambio. Por último, deben garantizar una protección adecuada del consumidor, una consideración clave dados los rápidos cambios tecnológicos. Los servicios financieros digitales que dan prioridad a la fiabilidad, la seguridad y la privacidad aumentarán la confianza de los consumidores. También aumentarán la confianza en los canales formales asequibles para enviar a sus familiares en casa el dinero que con tanta dificultad han logrado ganar.
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