Los responsables de las políticas públicas en las economías emergentes han sufrido desde hace mucho tiempo los efectos de las paradas súbitas, que son episodios paralizantes en los que el crédito externo se interrumpe. Estos episodios pueden provocar ajustes internos dolorosos que implican pérdidas importantes en el PIB.
Sin embargo, no todas las paradas súbitas son iguales ni infligen el mismo dolor. Pensemos en el caso de América Latina. Como consecuencia del efecto tequila en México, el crédito externo en la región disminuyó en aproximadamente USD 30.000 millones; de la misma forma, a consecuencia de las crisis en Rusia y Asia, el crédito externo se redujo en aproximadamente USD 40.000 millones. Estos episodios se caracterizaron además por profundas recesiones que fueron acompañadas por la quiebra de bancos, altos niveles de desempleo e impagos de deuda que afectaron a partes importantes de la región. Por el contrario, durante la crisis financiera global de 2008 que fue precedida por la caída de Lehman Brothers, aproximadamente USD 110.000 millones de créditos externos salieron de América Latina. Sin embargo, los ajustes que sufrieron estas economías fueron menos drásticos. ¿Cómo se explica esto?
La repatriación de capitales marca una gran diferencia
Como señala un estudio reciente que llevamos a cabo, la repatriación de capitales por parte de los inversores latinoamericanos contribuyó a compensar la fuga de capitales por parte de inversores extranjeros durante la crisis global más reciente. Esto demuestra que bajo las condiciones adecuadas, los inversores locales no temerán repatriar su dinero para aprovechar las oportunidades que dejan los extranjeros que huyen.
El concepto de paradas súbitas, como ha sido estudiado en profundidad por Guillermo Calvo et al., se refiere a una reversión brusca de los flujos de capital netos a países que piden prestado en el resto del mundo, para financiar su exceso de consumo doméstico en comparación con la producción (es decir, para financiar su déficit en cuenta corriente). Los países que sufren una parada súbita deben realizar ajustes, a fin de eliminar cualquier déficit pendiente de la cuenta corriente rápidamente. Normalmente, este ajuste es muy difícil de alcanzar para cualquier país en un período breve de tiempo, sobre todo cuando existen otros factores en juego, como altos niveles de deudas denominadas en dólares tanto en el sector público como en el privado.
Es importante notar que las primeras investigaciones sobre las paradas súbitas sostenían que estas tenían como desencadenante un elemento desde el exterior, el cual era amplificado por las condiciones internas. Todo esto debido a que los únicos datos disponibles eran sobre flujos netos de capital, los cuales agregaban las transacciones tanto de extranjeros como de los locales y no permitían distinguir el comportamiento específico de cada uno de ellos. Recientemente, el reporte y elaboración de datos más detallados sobre los flujos de capital han permitido refinar el concepto de paradas súbitas para diferenciar el rol de los inversores extranjeros del rol de los locales, y así determinar la influencia de cada uno sobre estos flujos.
Los flujos netos de capital son entonces, la diferencia entre los flujos brutos de entrada (que son los préstamos netos proporcionados por fuentes externas) y los flujos brutos de salida (cuando los inversores locales adquieren activos extranjeros netos). Cuando los flujos brutos de entrada superan a los flujos brutos de salida, los flujos netos de capital son positivos. Esto significa que, al sumar todas las transacciones, el país se está endeudando en neto con el resto del mundo (es decir, tiene un déficit de cuenta corriente). En cambio, cuando los flujos brutos de salida superan a los flujos brutos de entrada, el país está prestando recursos netos al resto del mundo (es decir, tiene un superávit de la cuenta corriente). Esta distinción importa, porque un comportamiento diferente de los inversores extranjeros y locales puede influir en los resultados y provocar diferentes tipos de paradas súbitas.
Pensemos en los inversores extranjeros como los que manejan los flujos brutos de entrada, mientras que los inversores locales controlan los flujos brutos de salida. Puede haber situaciones, por ejemplo, en que los inversores extranjeros dejan de prestar (es decir, una parada súbita en los flujos brutos de entrada) pero los inversores locales deciden simultáneamente repatriar los activos externos, compensando así los efectos de la parada súbita en los flujos de entrada. En otras situaciones, las actuaciones de los inversores extranjeros y locales pueden reforzarse mutuamente.
En el caso de América Latina, las crisis del efecto tequila en México y las crisis en Asia y Rusia fueron ejemplos de esto último, es decir, básicamente, todos se iban al mismo tiempo, provocando paradas súbitas importantes en los flujos netos de capital y ajustes dolorosos. Durante la crisis financiera global de 2008, no obstante, un monto considerable de repatriación de capital por parte de los inversores locales mitigó la retirada de los inversores externos, impidiendo en gran medida un ajuste más importante y doloroso en la región.
Las paradas súbitas pueden escapar al control de las autoridades locales
¿Qué determina los diferentes resultados? ¿Cuáles son los antídotos que permiten que los inversionistas locales intervengan e impidan una crisis iniciada por extranjeros? Identificar esos elementos es clave. Esto constituye una parte importante de nuestro estudio reciente, donde analizamos los elementos que pueden convertir una parada súbita potencialmente devastadora iniciada por extranjeros en una situación más gestionable (una parada súbita impedida) en la que los flujos netos de capital no se ven afectados excesivamente gracias a las acciones de compensación de los inversores locales.
Un punto de partida clave es comprender que las paradas súbitas en los flujos brutos de entrada a menudo tienen poco que ver con decisiones de los responsables locales de las políticas públicas. Por ejemplo, una medida de la Reserva Federal de Estados Unidos para aumentar las tasas de interés puede llevar a los inversores extranjeros a retirar su dinero de las economías emergentes en busca de mejores oportunidades en Estados Unidos. Las fragilidades de ciertas economías en vías de desarrollo, como las de Rusia y Asia a finales de los años noventa, pueden desencadenar, con o sin razón, una cautela generalizada de los inversores hacia las demás economías en vías de desarrollo, las cuales se perciben con problemas similares. Todos estos factores están más allá del control de las autoridades locales. Lo que estas autoridades pueden hacer es preparar el terreno para un aterrizaje más suave.
Construyendo resiliencia
Hemos visto que en períodos de dificultades globales en los mercados de capitales, la capacidad de un país para construir resiliencia contra paradas súbitas en los flujos netos de capital depende en gran medida de la fortaleza de sus condiciones domésticas. Nuestra investigación demuestra que es más probable impedir las paradas súbitas en países con antecedentes institucionales sólidos y que cuentan con un régimen de metas de inflación, el cual es acompañado de manera consistente por un régimen de tipo de cambio flexible. Al contrario, es menos probable prevenir las paradas súbitas en países con altos niveles de pasivos en moneda extranjera y con altos niveles de inflación.
Desde luego, hay otros factores importantes. Como se explicaba en un blog reciente, los locales pueden repatriar más fácilmente sus activos cuando estos son más líquidos. La inversión externa directa en la que un inversor compra una empresa, por ejemplo, es más difícil de liquidar que los préstamos bancarios. Las inversiones de cartera (acciones y bonos) son aún más líquidas. Cuando se trata de activos externos, la facilidad con que pueden ser repatriados es clave para su valor como seguro.
Sin embargo, de una u otra manera es esta capacidad y deseo de los locales de repatriar su dinero y así impedir una parada súbita de los flujos netos de capital, lo que puede hacer la diferencia. Y lo puede ser en la medida en que evita la necesidad de realizar ajustes dolorosos en la economía, que se propagan por toda ella y que infligen profundos daños. Lo esencial del asunto es la confianza. Puede que los locales se vean tentados a repatriar su dinero cuando las oportunidades se presentan, pero sólo si tienen fe en las condiciones macroeconómicas locales.
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