Cuando un simple paseo nocturno hasta la tienda de la esquina o la casa del vecino genera una sensación de inseguridad, cuando las comunidades se sienten asediadas por ladrones, carteristas y atracadores; resulta tentador exigir castigos más duros. Esa es una de las razones por las que existe un movimiento popular orientado a conseguir sentencias más severas en América Latina y el Caribe que puede explicar por qué se ha duplicado la población penitenciaria de los 17 países de la región entre 2002 y 2014. Eso, a su vez, ha llevado a un aumento sustantivo del presupuesto anual del sistema carcelario.
Pero, ¿qué tal si unos simples cambios en el entorno lograran reducir las tasas de delincuencia? ¿Si algo tan sencillo como un mejor alumbrado público pudiera evitar el trauma de la delincuencia y sus costos asociados? Charles Dickens, considerado como uno de los grandes escritores de novelas policíacas, escribió sobre delincuentes que cometían sus fechorías “en plena oscuridad”, y desde hace siglos se tiene la idea de combatir la delincuencia con una mejor iluminación. Pero, tan obvia como pueda parecer esa idea, es sorprendente la poca evidencia empírica que existe para demostrar que realmente funciona.
Un experimento natural con luz ambiente
Junto a Kenzo Asahi, decidimos averiguar si esa idea realmente funciona. Examinamos el efecto de la luz en la delincuencia, no a través del alumbrado público, sino analizando los cambios en la luz solar causados por el ajuste del horario de verano. El período entre las 7 y las 9 de la noche es cuando las personas salen de su trabajo y son vulnerables a ser asaltadas mientras caminan por las calles oscuras de camino al autobús o al metro. Nuestro análisis, llevado a cabo en Santiago de Chile, mostró que al contar con una hora más de luz solar en la primavera, justo durante ese período del día, los delitos cayeron en un 20%, impactando especialmente los robos violentos y de vehículos.
A su vez, encontramos que el cambio de horario en otoño, cuando oscurece más temprano, causó un incremento de magnitud similar de la delincuencia, demostrando una clara relación entre la cantidad de luz ambiente y la actividad delictiva.
Algunos escépticos podrían argumentar que los delincuentes son actores racionales que hacen los cálculos necesarios cuando se efectúa el cambio de horario y, que simplemente, deciden desplazar su actividad criminal a otras horas del día. Pero eso no podría explicar lo que hemos encontrado. Aunque sí hubo un desplazamiento de ciertas actividades delictivas a otras horas, observamos que ese desplazamiento no logró suprimir la reducción de delitos observada cuando oscurece más tarde.
El componente impulsivo del delito
Esto es coherente con la idea de que parte de la actividad delictiva es motivada, no necesariamente por reflexión prudente y calculada, sino muchas veces por un comportamiento oportunista y temerario. Algunos delincuentes sofisticados, como los miembros del crimen organizado, pueden planificar cuidadosamente sus asaltos. Pero muchos delincuentes infringen la ley sin mucha premeditación. Lo hacen de manera impulsiva cuando se les presenta la oportunidad. Una mejor iluminación del espacio público, ya sea por el ajuste del horario de verano o por un mejor alumbrado público, puede llevar a los delincuentes a abstenerse de aprovechar oportunidades que ellos no necesariamente reemplazan de otra forma o a otras horas.
Nuestra investigación confirma muchos de los resultados de un conocido estudio de 2015 que también examinó las variaciones de luz debidas al ajuste del horario de verano. Dicho estudio, que recopiló datos de varias ciudades de Estados Unidos, encontró una disminución del 27% en las tasas de robo en la primavera, durante el atardecer y una disminución promedio del 7% durante todo el día. Nosotros extendimos ese análisis al centrarnos en una sola ciudad, y combinar datos de la delincuencia con otras fuentes de abundantes datos administrativos. Entre otras cosas, encontramos que las zonas residenciales son mucho más sensibles a las variaciones de la luz ambiente que las zonas comerciales y de servicio, que cuentan con un mejor servicio de alumbrado público.
Alumbrado público de Nueva York
Nuestros hallazgos coinciden también con los resultados preliminares de un reciente experimento sobre el uso de potentes reflectores en desarrollos de vivienda social, asignados aleatoriamente en la ciudad de Nueva York. En ese experimento, realizado en el año 2016, el uso de torres de luz de alta intensidad alrededor de algunos barrios de vivienda social redujo el crimen en por lo menos un 36% — considerando, entre otros, asesinatos, asaltos, hurtos de vehículos y robos – lo que ha impulsado la instalación de focos LED permanentes alrededor de conjuntos habitacionales en diferentes partes de la ciudad.
La variaciones en la cantidad de luz pueden alterar el sueño, y las potentes torres de luz pueden generar estrés en nuestro organismo si nos impiden dormir adecuadamente. Pero en una época de altos niveles de delincuencia en América Latina y el Caribe, esfuerzos por mejorar el alumbrado público pueden servir como intervención ambiental de bajo costo, que evite los delitos. Eso, junto con fuerzas policiales mejor equipadas y entrenadas, programas de tratamiento para delincuentes y otras iniciativas bien dirigidas, podría marcar una enorme diferencia en la calidad de vida de nuestra población.
Hugo H. Guerrero, CPP dice
Excelente articulo.
Ojala el BID se interese por exigir la aplicacion de los principios de Crime Prevention Through Environemental Design CPTED, como un requerimiento para ciudades sostenibles. Lo anterior disminuiria efectivamente la criminalidad comun y mejoraria la percepcion de seguridad de una manera mas natural y con menos costo que las medidas duras convencionales (ej.: mas policias, camaras, etc.).
Jose antonio dice
Soy especialista en iluminación natural y considero que el articulo es muy prudente y real, aunque existen variables además de la luz natural como la humedad y la sensación térmica que modifican el actuar de los delincuentes que no actúan de manera premeditada sino por impulso. Excelente articulo
PABLO PEÑA dice
excelente comentario, la Teoría de la Desorganizacion Social, nos ofrece un amplio repertorio sobre el efecto de las condiciones desfavorables en los barrios y la incidencia criminal..
Mayra Alejandra Cabrera dice
Otro factor a considerar es el hecho de que simplemente arreglando las luminarias se puede obtener que haya menos crimen en la noche y en la mañana también. A pesar de que, por las mañanas, la luminaria no importa para un cálculo racional tradicional (pues en el día hay luz y no debería afectar cuantos crímenes se cometen), la sensación de que el espacio es cuidado y le importa a alguien, puede suprimir la actividad criminal tanto en la noche como en el día (ver Welsh & Farrington 2008, Effects if improved street lighting on crime)
Hortensia del cid dice
Me gusto el artículo por que confirma lo que otros han impulsado como una buena práctica para disminuir la criminalidad, con acciones de mejora en la iluminación de lugares públicos que concentran personas por razón social o deportes, para indicar esta afirmación me refiero a las acciones de iluminación de parques y polideportivos que implemento el señor Antanas Mokus en Colombia y cuando fue alcalde y como esto ayudo a disminuir los indices de criminalidad, me parece interesante que más personas hagan las pruebas para que se pueda ir sustentando cada vez mejor que estas medidas no implican una gran inversión pero si tienen efectos muy positivos para la seguridad de las personas. Felicitaciones al Dr. Dominguez por su artículo basado en una prueba real.
Mauricio González G. dice
Me parece un excelente artículo, ya que da una base teórica a una realidad que vivimos varios funcionarios públicos, involucrados en temas de alumbrado y seguridad. Nos permite entender el fenómeno desde una perspectiva metodológica, generando ideas y acciones encaminadas a la solución del problema..