Con un sencillo juego de palabras – que, si bien es imposible de traducir textualmente, básicamente significa “el que la hace la paga”– una empresa de energía brasileña combate un crimen que se paga con hasta ocho años de prisión: el robo de energía.
La situación es grave: el robo de energía, conocido en portugués como “gato”, es causante de serios daños financieros para la CEEE, la compañía estatal de energía de Rio Grande do Sul. Esta práctica implica, además, faltas a la ética y la moral ciudadanas, ya que el cliente que está al día con sus facturas paga por el costo del servicio prestado al estafador. Mas aun, los comercios e industrias con conexiones irregulares están claramente compitiendo de forma desleal con los que pagan puntualmente el servicio.
Estas fugas eléctricas representan también evasión fiscal, provocando una menor recaudación por parte del Estado (ya que la tarifa eléctrica incluye impuestos), valores que podrían ser dirigidos hacia la mejora de diferentes servicios para la población, como salud, seguridad ciudadana y educación.
No son solo los perjuicios financieros los que preocupan, las conexiones ilegales y fraudes en el sistema de energía disminuyen la calidad del servicio, incrementan la posibilidad de cortes, y ponen en riesgo la seguridad de las personas, al ocasionar incendios y choques eléctricos que pueden provocar, incluso, la muerte de quienes manipulan ilegalmente líneas de energía.
En Brasil el robo de energía es un delito, que se paga hasta con ocho años de cárcel, según lo previsto en el Código Penal de ese país. No obstante, a pesar de este desincentivo, hay cifras que muestran la magnitud del problema: en el último año, la CEEE dejó de facturar 200 millones de reales (cerca de 62 millones de dólares) por robos, que se estiman en 750.942 mega watts-hora, la energía suficiente para abastecer a la ciudad de Porto Alegre durante dos meses, o el equivalente a una central de 100 MW funcionando por un año!
Según los datos que surgen de la fiscalización el segmento que presenta mayor cantidad de irregularidades es la clase residencial. Sin embargo, el sector comercial es el que presenta mayor valor financiero de recuperación, estimado en 33% del total.
A acabar con los “gatos”!
Según la regulación brasileña, la CEEE puede incluir en la tarifa una porción de sus pérdidas comerciales (los “gatos”), teniendo que asumir directamente (con caja propia), el resto.
Dispuesta a dar batalla para evitar estas pérdidas, la CEEE puso en marcha el Programa de Combate de Pérdidas Globales, con el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este Programa complementa las obras de infraestructura de distribución que el BID viene financiando desde el 2012. Además de una campaña de concientización publica (en prensa, radio, TV, e incluso YouTube), el Programa incluye:
- Un sistema de medición centralizado (SMC), que incluirá 45 mil puntos de medición directa en áreas de vulnerabilidad social, y cerca de 12 mil puntos de medición indirecta en los grandes consumidores, lo que permitirá controlar en tiempo real el 53% de la facturación de la empresa, y permitirá identificar con precisión las zonas donde ocurren los fraudes.
- Nuevos equipos para la calibración de medidores, lo que reducirá los errores de medición, y la adulteración de medidores.
- La adquisición de vehículos de fiscalización, con los cuales la CEEE incrementó en 10 veces su capacidad de fiscalización, y que permitirá realizar 89 mil fiscalizaciones adicionales por año (eso es 243 fiscalizaciones por día!)
El sitio temporario fezgatopagouopato.com.br reúne toda la información de la campaña, al tiempo que describe cómo regularizar una situación determinada o efectuar denuncias de forma anónima. Este sitio tiene un “gatometro”, que viene contabilizando los logros alcanzados desde el lanzamiento del Programa: cantidad de energía recuperada mediante la solución de casos.
Mediante la recuperación de pérdidas, la CEEE espera recuperar en dos años la inversión que estas medidas suponen. Para 2021, la meta es reducir en 75% las perdidas comerciales de la empresa. Por otro lado, un impacto de largo plazo será crear una cultura ciudadana en relación al pago de la electricidad.
La situación de la CEEE no es ajena a la realidad brasileña y latinoamericana. Por ejemplo, el promedio de pérdidas globales en los sistemas de distribución (que incluyen perdidas técnicas y comerciales) en Brasil es de 17%, solo ligeramente inferior al 18% de la CEEE registrado en el 2016. De la misma manera, un estudio del BID estimó que 20 de 26 países de América Latina y el Caribe muestran pérdidas superiores a 10% del total de la electricidad generada. En términos económicos, estas pérdidas se traducen en un costo anual de entre US$11 y US$17 mil millones para la industria eléctrica. Programas como el implementado por la CEEE podrían aportar para solucionar este problema.
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