Por Marcelo Pérez Alfaro, Cecilia Giambruno y Nicolás Castro.
Nunca antes la conectividad había desempeñado un papel tan relevante en la economía, el mercado laboral, la salud, la cultura, el entretenimiento y las relaciones sociales. En este contexto, la educación no es, ni debería ser, la excepción.
La integración de la tecnología en las aulas ya no es noticia. Desde el comienzo de este siglo, los sistemas educativos de la región iniciaron un lento proceso hacia la incorporación de tecnología en las aulas. El programa mundial One Laptop Per Child (OLPC) dio un primer impulso en favor de la alfabetización digital y abrió las puertas hacia el acceso a dispositivos digitales en las aulas. Sin embargo, en ese entonces, el debate se centraba en los dispositivos, y la conectividad en las escuelas no se veía aún como una necesidad fundamental.
Veinte años después, la pandemia y el cierre masivo de escuelas fueron una sacudida que dejó claro el enorme potencial de la conectividad para el aprendizaje, al mismo tiempo que expuso las profundas desigualdades provocadas por las brechas digitales existentes en la región. Así como consideramos esenciales las pizarras y los libros en los procesos de enseñanza y aprendizaje, la conectividad a internet en las escuelas es igual de imprescindible.
La necesidad de que las escuelas cuenten con acceso a internet parece ser un consenso. El verdadero desafío ahora es cómo ir más allá de simplemente garantizar la conectividad: ¿Qué calidad de conectividad es el necesario para enseñar y aprender? ¿Cuál es la mejor forma de utilizarla en el aula para optimizar los procesos de enseñanza? ¿Qué espacios debe iluminar? ¿Cómo monitorear esa calidad? Estas, son algunas de las preguntas que siguen rondando las discusiones de autoridades educativas, directores y docentes actualmente
Los aspectos técnicos y cualitativos que determinan la calidad y eficacia del acceso a internet varían en función del propósito pedagógico que cada docente trace para su aula. No es lo mismo, por ejemplo, si el docente utiliza el internet únicamente como una fuente de consulta para planear la clase, a si lo hace como un medio para conectar a sus estudiantes por videollamada con invitados externos. Sin embargo, es fundamental establecer parámetros y umbrales que permitan llegar a un consenso sobre las características de conectividad necesarias en los centros educativos. Esto implica definir lo que entendemos por conectividad significativa para la educación, asegurando que no se trate solo de acceso básico, sino de una conexión que realmente potencie el aprendizaje y reduzca las desigualdades.
1mbps por cada estudiante en el turno más grande la escuela
Este mínimo de velocidad es el corazón de la conectividad educativa significativa, un término que busca, a través de la delimitación de umbrales en el servicio de conectividad escolar, brindar una definición de la calidad necesaria, así como una meta específica que sea de utilidad para las autoridades educativas en el diseño de política pública.
¿Qué permite esto?
- que todos los estudiantes puedan realizar actividades de baja demanda al mismo tiempo (correo electrónico, sitios de noticias, búsquedas en Google);
- que la mitad de los estudiantes del turno puedan acceder simultáneamente a actividades de baja demanda y el 15% puedan realizar actividades de alta demanda que impliquen el uso de video (video llamadas o video juegos en línea);
- que el 25% de los estudiantes puedan realizar actividades de alta demanda de manera simultánea.
Intensidad de la señal superior a -70 dBm en todos los ambientes educativos o, como referencia, 1 punto de acceso (AP por sus siglas en inglés) por cada 2 aulas. Para lograr una verdadera optimización de la conectividad en la escuela, no basta con definir parámetros de velocidad; es esencial asegurar una cobertura adecuada en todos los espacios pedagógicos de la escuela. Esto garantiza que los estudiantes puedan acceder de manera segura a contenidos pedagógicos en cualquier espacio de la institución educativa, aprovechando al máximo el potencial del enlace de internet contratado.
Asegurar una conectividad significativa para todas las escuelas de América Latina y el Caribe es un desafío complejo, y queda un largo camino por recorrer. La realidad es que muchos países ni siquiera cuentan con información sobre el estado de la conectividad en sus escuelas, y mucho menos con los datos detallados necesarios para un diagnóstico preciso. Más aun, las zonas de baja densidad poblacional, alejadas de centros urbanos o aisladas por su geografía – especialmente las regiones de difícil acceso, como las áreas rurales – presentan desafíos particulares para garantizar conectividad significativa en las escuelas.
En este contexto, desde el BID brindamos asistencia técnica y financiera a los países de América Latina y el Caribe. Actualmente, en colaboración con la asociación MegaEdu, estamos apoyando al Estado de Amazonas en Brasil, enfocándonos en zonas aisladas de la selva amazónica. En estas áreas, garantizar una conectividad educativa significativa es esencial para abrir nuevas oportunidades de aprendizaje en las comunidades más remotas y de difícil acceso. Este esfuerzo destaca la importancia no solo de conectar a los estudiantes, sino de asegurar una conexión de calidad que les brinde las herramientas necesarias para aprender y prosperar en la era digital, sin importar su ubicación.
El desafío fue enorme. Como primer paso en nuestro trabajo con MegaEdu en Brasil, consolidamos información clave sobre la infraestructura de conectividad existente, incluyendo la red troncal, de agregación, de última milla, y los puntos de conexión como antenas y satélites. También mapeamos la geolocalización de las escuelas para poder categorizar cada una y diseñar estrategias de conexión diferenciadas según su contexto y necesidades específicas. Además, analizamos la conectividad ofrecida por los proveedores locales, verificando la velocidad real del servicio. Actualmente, estamos estableciendo mecanismos para la adquisición y el monitoreo continuo. Esto es fundamental para asegurar que la conectividad no solo llegue, sino que sea efectiva y sostenida a lo largo del tiempo.
Adicionalmente, junto al Banco Mundial y Dialogo Interamericano, estamos liderando una iniciativa con el objetivo de movilizar recursos de los sectores público, privado y de la sociedad civil para resolver el gran desafío de llevar la conectividad educativa a las zonas de difícil acceso de América Latina y el Caribe.
Asegurar que todas las escuelas tengan acceso a conectividad educativa significativa no es solo un desafío, es una oportunidad para transformar la educación en nuestra región. No se trata solo de estar en línea, sino de proporcionar a cada estudiante un acceso que puede abrir puertas a un futuro lleno de posibilidades. Para hacer realidad esta transformación educativa, es esencial comprometernos a ofrecer una conectividad de alta calidad para todos. ¿Estamos dispuestos a asumir este compromiso y asegurar que cada estudiante, sin importar su ubicación, tenga la oportunidad de aprovechar al máximo la era digital?