Oscar acaba de asumir como Ministro de Educación. En su primera reunión con su equipo preguntó: ¿Cuántas escuelas de primarias tenemos, a cuántos estudiantes sirven y cuantos maestros trabajan en estas escuelas? La mirada que recibió en respuesta por su equipo lo dejó muy preocupado. El primero en atreverse a dar una respuesta fue su directora de planificación: Sabía el número de escuelas y estudiantes, pero no tenía un número de docentes. Inmediatamente, el director de educación primaria lo corrigió, él contaba con un listado mucho más elevado de escuelas y con un 20% más de alumnos. Al salir de la reunión, Oscar solo tenía una palabra en su cabeza: “¡Ayuda!”
Esta situación ficticia es desgraciadamente más común de lo que nos imaginamos.
Aunque determinar un dato tan simple como el número de estudiante y escuelas debería estar al alcance de un clic, en los sistemas educativos de muchos países de América Latina este no es el caso. Una simple vista de los Ministerios de Educación de la región muestra una multitud de registros de información en papel. Para encontrar cualquier dato, es necesario sumergirse en un mar de documentos, carpetas, y archivos en papel que llevan acumulándose desde hace años en el sótano de algún edificio auxiliar adscrito al Ministerio.
El Diagnóstico SIGED
Un Sistema de Información y Gestión Educativa de alto impacto constituye un sistema que permite gestionar todos los procesos del sistema educativo de una manera integral y eficiente en todos los niveles (central, regional y de escuelas) incorporando nuevas tecnologías. Para Oscar, por ejemplo, sin saber cuántos alumnos de primaria son atendidos en las escuelas públicas gestionadas por el ministerio, no puede preparar presupuestos o planes para atenderlos con material escolar.
Preocupado, Oscar se pregunta, ¿mi país es el único que se encuentra en desventaja en cuanto a sus sistemas de gestión?
Con el propósito de medir el nivel de desarrollo de la eficiencia de la gestión en América Latina y el Caribe, la División de Educación del BID ha analizado un total de 17 estudios de caso: Bogotá, Costa Rica, El Salvador, Espírito Santo, Honduras, Mendoza, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay, Florianópolis, Córdoba, Jamaica y pronto Ecuador, Surinam, Paraguay y las Bahamas. Oscar no está solo: existe un gran margen de mejora para que la región cuente con datos y procesos automatizados disponibles para una buena gestión y toma de decisiones de las entidades educativas.
En 62% de los sistemas estudiados, no es posible identificar de manera individual a sus estudiantes: a veces aparece un mismo estudiante más de una vez en el sistema o, por el contrario, estudiantes que no tienen ningún registro. No es sorpresa que Oscar no tenga forma de identificar de forma nominal a sus estudiantes y acceder a datos precisos sobre cada uno para verificar que existen, asisten de forma frecuente, o cuáles son sus condiciones de contexto para ofrecerles mejores servicios.
Además, en la mayoría de los casos observados en la región no es posible identificar con claridad la escuela en la que están inscritos los estudiantes. El personal de Oscar, por ejemplo, tendrá que validar esta información realizando visitas a cada escuela para verificar el número de escuelas y datos sobre cada una (número de estudiantes en cada escuela, distrito en que se encuentran, entre otros datos), una tarea que consumirá tiempo y recursos adicionales.
Por último, ningún sistema de la región registra en formato digital y de manera periódica el material educativo que reciben las escuelas, como libros, material didáctico o demás útiles escolares. Solamente un 15% tiene algún tipo de registro, aunque con información desactualizada y de baja calidad. Si este es el caso de Oscar, a futuro constituirá un obstáculo a su gestión. Sin saber qué materiales ya se han impartido en cada escuela y a cada estudiante en el pasado, ni los costos asociados, será difícil tomar decisiones sobre transferencia de nuevos recursos a estudiantes.
Al no lograr responder a preguntas tan simples, Oscar se da cuenta que miles de preguntas similares surgen a diario: las notas de los estudiantes en una determinada escuela, los costos en los que el mismo Ministerio ha incurrido, los recursos externos que recibe cada escuela, cuánto se ha invertido en mantenimiento de infraestructura, cuántos docentes se han retirado y no se les debe seguir pagando. En este punto se siente algo desesperado. ¿Qué puede hacer para mejorar?
La iniciativa de #EducaciónDigital del BID toca precisamente esta pregunta: proporciona una herramienta para medir el nivel de desarrollo, diagnosticar las áreas de mejora en los casos estudiar, y difundir información sobre qué constituye un SIGED eficiente. A través de esta iniciativa se espera impulsar un cambio a través de la región para que personas como Oscar, directores, docentes, y demás actores no solamente puedan responder preguntas tan simples como el número de alumnos con solo un clic, sino que también utilicen esa información para automatizar procesos y tomar decisiones informadas para una mejor gestión educativa.
Aprende más sobre esta iniciativa, haciendo clic en la Nota Técnica de SIGED.