*Este texto sobre las brechas de género en la educación en el Caribe fue publicado originalmente en el blog Tendencias de Desarrollo del Caribe (Caribbean Development Trends, en inglés) del Banco Interamericano de Desarrollo.
La región del Caribe ha logrado avances considerables en términos de acceso a la educación, alcanzando una matrícula prácticamente universal en la escuela primaria y niveles similares de logro educativo en comparación con países equivalentes. Sin embargo, persisten desigualdades de aprendizaje a lo largo del ciclo de vida de los estudiantes, a medida que avanzan de la educación primaria a la secundaria y terciaria. Además, existen brechas de género crecientes que dejan atrás a los varones en términos de logro educativo. Es urgente comprender mejor los determinantes de esta realidad, ya que no abordarlos podría traducirse en desigualdades a largo plazo relacionadas con la productividad que podrían frenar el crecimiento óptimo.
Desigualdades de aprendizaje persistentes a lo largo del ciclo de vida de los estudiantes
Datos administrativos recientemente recopilados que cubren a toda la población de Barbados, Jamaica y Trinidad y Tobago revelan que, en promedio, solo el 65% de los estudiantes que completan la escuela primaria califican para la educación terciaria en base a los exámenes del Certificado de Educación Secundaria del Caribe (CSEC, por sus siglas en inglés) administrados por el Consejo de Exámenes del Caribe. Esta estadística agregada oculta importantes heterogeneidades, ya que las desigualdades tempranas de aprendizaje persisten en el tiempo.
De hecho, como muestra la Figura 1, el rendimiento académico en la escuela primaria es un fuerte predictor de la probabilidad de que los estudiantes califiquen para la educación terciaria. Los estudiantes que terminan la escuela primaria por debajo del percentil 40 de la distribución nacional de logros no tienen prácticamente ninguna posibilidad de calificar para la educación terciaria al final de la escuela secundaria. Como tal, identificar los apoyos pedagógicos apropiados para mejorar las habilidades de los estudiantes con bajo rendimiento debería ser una prioridad alta, especialmente durante los primeros años y en la escuela primaria, y también en la escuela secundaria.
Figura 1. Probabilidad de calificar para la educación terciaria según el puntaje del examen primario
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Crecientes brechas de aprendizaje que relegan a los varones
Además de la persistencia general de las desigualdades de aprendizaje a lo largo del ciclo de vida de los estudiantes, un estudio reciente documenta una ventaja creciente de las mujeres sobre los hombres en términos de resultados de aprendizaje. Si bien la matrícula en la escuela primaria y secundaria, así como las tasas de finalización de la escuela primaria, son similares para niñas y niños, las tasas de finalización de la escuela secundaria favorecen ampliamente a las niñas. Las mujeres también superan a los hombres en términos de matrícula en la educación postsecundaria, y los hombres tienen significativamente más probabilidades de formar parte de la población que no está en educación, empleo o capacitación (NINI). Además, las mujeres en los países del Caribe muestran consistentemente un mayor rendimiento académico en los niveles de educación primaria, secundaria y postsecundaria, y esta brecha entre mujeres y hombres está presente en todos los espectros socioeconómicos.
En este sentido, los datos del CSEC revelan estas brechas consistentes que favorecen a las mujeres en términos de tasas de aprobación y proporción de mejores estudiantes. Las mujeres en el Caribe, en efecto, están logrando tasas de aprobación y rendimientos sobresalientes desproporcionadamente más altos que los hombres en todas las asignaturas (Figura 2).
Figura 2. Brechas de género en la tasa de aprobación y la tasa de mejores estudiantes, CSEC. Jamaica (2020), Barbados (2020) y Trinidad y Tobago (2016)
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Las mujeres logran consistentemente un mayor nivel educativo
La proporción de mujeres que completan la educación terciaria en el Caribe es más alta que la de los hombres, siendo esto particularmente cierto para las generaciones más jóvenes.
Esta tendencia también se observa para los países de América Latina, donde las mujeres más jóvenes también están más educadas que los hombres. Sin embargo, mientras que los hombres en América Latina han mejorado consistentemente las tasas de matrícula terciaria a través de las generaciones, los hombres mayores en el Caribe muestran un estancamiento relativo intergeneracional (Figura 3). No parece haber una mejora intergeneracional entre los hombres caribeños actualmente mayores de 65 años y los de 45 a 54 años, con alguna mejora entre las generaciones menores de 44 años.
Por el contrario, las mujeres en el Caribe han mejorado constantemente a través de las generaciones, con más de un cuarto de las de 25 a 34 años habiendo alcanzado la educación terciaria. Esto muestra que las brechas de género se revierten en el Caribe a nivel intergeneracional, de una forma más marcada y temprana que en América Latina. Esto se refleja en el porcentaje de mujeres y hombres con educación terciaria para el grupo de edad de 25 a 34 años: la brecha que favorece a las mujeres sobre los hombres es de 8,4 puntos porcentuales en el Caribe versus 5,2 puntos porcentuales en América Latina.
Figura 3. Educación terciaria en América Latina y el Caribe, por grupo de edad
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¿Cuáles son los posibles determinantes de estas brechas?
Las diferencias en términos de los resultados educativos alcanzados por mujeres y hombres en el Caribe podrían estar impulsadas por diferentes factores, como los roles de género, los procesos de socialización tanto para niñas como para niños, y la pedagogía en las aulas de las escuelas.
Dentro del entorno escolar, la pedagogía se ha caracterizado como centrada en el docente, autoritaria, tradicional y abstracta. Un estudio encuentra que esto podría ser contraproducente para los niños, quienes parecen responder mejor a clases interactivas y experienciales, incluyendo debates y argumentos. Además, la profesión docente está ampliamente dominada por mujeres. En Jamaica, por ejemplo, alrededor del 80% de los maestros de primaria y secundaria son mujeres. Observaciones cualitativas sugieren que los niños pueden estar menos entusiasmados con las asignaturas académicas y participar menos en clase cuando son enseñados por maestras mujeres, y esto puede estar correlacionado con un bajo rendimiento académico.
Por otro lado, tal desequilibrio de género en la profesión docente parece haber afectado la visión de los maestros sobre los estudiantes. Un estudio encontró que los maestros describían las actitudes de los niños dentro del aula como “perezosos”, “disruptivos”, “ruidosos” y “mediocres”; pero usaron palabras como “atentas”, “aplicadas”, “serias” y “alentadoras” para describir a las niñas. En términos de los efectos de la escuela en dimensiones no académicas, evidencia reciente muestra que las escuelas secundarias preferidas en Barbados y Trinidad y Tobago redujeron significativamente el embarazo adolescente, lo cual, a más largo plazo, favoreció un mayor logro educativo y una mayor resiliencia en el mercado laboral durante la crisis de COVID-19 entre las mujeres.
Más allá del entorno escolar, las normas sociales caribeñas sobre los comportamientos esperados por género en el hogar podrían transferirse al entorno de aprendizaje. Mientras que la socialización de las niñas dicta una supervisión más cercana y enseña obediencia, cooperación y otras habilidades que las ayudan a adaptarse a las rutinas escolares, se supone que los niños “deben salir a jugar” y tienden a no ser monitoreados tan de cerca, lo que generalmente se asocia con niveles más bajos de responsabilidad y autocontrol. Además, las nociones de masculinidad están fuertemente relacionadas con la capacidad de mantenerse a uno mismo y a su familia. Por lo tanto, el ingreso temprano al mercado laboral es un determinante significativo del abandono escolar entre los varones. Esto se refuerza por la dinámica del mercado laboral del Caribe, donde las tasas de empleo masculino son más altas con respecto a las femeninas, independientemente de su nivel de logro educativo. De hecho, parece que cuando los hogares caribeños enfrentan restricciones financieras, a menudo se retira a los niños de la escuela para aumentar los ingresos familiares, mientras que se mantiene a las niñas en la escuela para retrasar el embarazo precoz. Consistente con esta noción, la Encuesta de Condiciones de Vida de Trinidad y Tobago de 2014 muestra que si los padres tuvieran que decidir a cuál de sus hijos enviarían a la escuela si enfrentaran restricciones financieras, la proporción que enviaría a una niña (35%) es significativamente más alta que los que enviarían a un niño (22%).
Parece, por lo tanto, que múltiples factores presentes no solo en el sistema educativo sino también en los hogares caribeños están contribuyendo al creciente bajo rendimiento de los varones. Es probable que estas dinámicas indeseables limiten la productividad y el potencial de crecimiento a largo plazo. También puede impactar el mercado matrimonial y la fertilidad. Se necesita una investigación más rigurosa sobre estos temas para dar forma a políticas basadas en evidencia y promover la igualdad de género educativa en el Caribe.
Para un análisis más profundo de las brechas de género en el Caribe de habla inglesa, te invitamos a consultar la nueva publicación: Brechas de género en el Caribe de habla inglesa: educación, habilidades y salarios
Dentro de lo que significaría aprendizaje, se considera como principal teórico a Bandura quién en 1969 sostuvo que se refiere al cambio en las pautas sobre el comportamiento, respuestas en el orden cognitivo o mental, considerando teorías psicológicas, cual factor desencadenado a partir del trato que manifiesta el individuo con su entorno (Ocadiz, 2018).
El aprendizaje, cuando se examina en el contexto escolar, se concibe como el proceso de adquirir y retener conocimientos. Dentro de este marco, se puede definir el aprendizaje receptivo como aquellas situaciones en las que el contenido de la tarea de aprendizaje, es decir, lo que se debe aprender, se presenta al aprendiz en lugar de requerir que lo descubra de forma independiente (Moreira, 2017).
El aprendizaje se produce cuando un estudiante puede conectar sus nuevos conocimientos con lo que ya sabe, permitiéndole dar sentido a lo que ha aprendido y aplicarlo en diferentes situaciones de la vida. En otras palabras, se da cuando el nuevo conocimiento se integra de manera profunda, lógica y coherente en los conceptos y proposiciones ya presentes en su base de conocimientos, con claridad, estabilidad y suficiente diferenciación (Baque y Portilla, 2021).