La introducción de tecnología en educación está teniendo un importante crecimiento en el mundo. En particular, los modelos Uno-a-Uno están desarrollándose rápidamente en América Latina y el Caribe. El término Uno-a-Uno describe la tasa de computadores por estudiante, donde cada uno de ellos recibe un dispositivo digital, regularmente un computador portátil, para apoyar su aprendizaje.
Esta semana hemos publicado un reporte llamado “Modelos Uno a Uno en América Latina y el Caribe. Panorama y Perspectivas” con el objetivo de ofrecer una revisión de los proyectos de este tipo, y proponer las bases de una aproximación sistemática focalizada en el mejoramiento de la calidad de la educación, incluyendo una revisión de los costos y las condiciones para la evaluación de las iniciativas.
Las justificaciones que se han dado para el desarrollo de proyectos Uno-a-Uno en la región están frecuentemente teñidas por el cálculo político de corto plazo y las presiones de la industria. Por encima de ello, es posible encontrar tres tipos de justificaciones e impactos deseados para estas iniciativas:
Desde una perspectiva económica, las tecnologías en educación son vistas como una oportunidad para mejorar los procesos productivos y sus resultados. A través de la provisión de computadores a estudiantes se espera que ellos estén mejor preparados para un mundo laboral donde las tecnologías tienen un lugar crecientemente relevante, apoyando así la competitividad del país.
Desde el punto de vista social, en cambio, los programas de computadores para estudiantes se han propuesto como una forma de disminuir las diferencias sociales y la brecha digital. Ellos permiten el acceso de familias y comunidades que de otra manera no podrían tenerlo.
Finalmente, desde el punto de vista educativo, se ha planteado que los equipos en las manos de niñas y niños podrían facilitar nuevas prácticas educativas, centradas en los estudiantes y que desarrollarían de mejor manera nuevas habilidades y competencias, necesarias en la sociedad del conocimiento.
Las iniciativas Uno-a-Uno han sido implementadas en muchos países de la región, incluyendo Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. Nuestro reporte incluye una rápida revisión de estas experiencias y otras en el mundo.
Las formas en que cada uno de estos programas ha sido diseñado, implementado y evaluado han sido muy diversas. Hasta ahora, la investigación no ha ofrecido resultados concluyentes respecto del impacto económico, social o educativo de estos programas. Esto es lógico, dado el corto tiempo de ejecución (es sabido que los “tiempos educativos” son lentos), pero también es resultado de cierta falta de rigor en su seguimiento y evaluación, y la ausencia de instrumentos adecuados para medir esos impactos.
Desde la experiencia recogida en la revisión de todos estos programas en curso, en el documento proponemos:
- Un modelo para el desarrollo de las iniciativas Uno-a-Uno que se focalice en los estudiantes y sus aprendizajes. En lugar de describir este tipo de programas desde la relación entre un dispositivo digital y un niño o niña, proponemos entendernos como una relación entre cada estudiante y el aprendizaje, mediada por el apoyo de tecnologías, entre otros insumos y procesos.
- Una aproximación sistemática para el diseño e implementación de iniciativas Uno-a-Uno que considere simultáneamente los desafíos en infraestructura, contenidos digitales, formación y apoyo a los docentes, involucramiento de la comunidad, y todo en el contexto de políticas educativas integrales.
- Una revisión de los Costos Totales de Apropiación (CTA), asociados con estas iniciativas, los que consideran las inversiones iniciales, pero también las condiciones para darle sustentabilidad a lo largo del tiempo. Nuestra revisión nos reporta que un intento serio de este tipo tiene un costo de 150 dólares al año por estudiante.
- Un énfasis en el papel de los sistemas más rigurosos de monitoreo y evaluación de las iniciativas.
No hay soluciones mágicas en educación. La tecnología, en este sentido, no es diferente de otros esfuerzos en el campo educativo. La sola distribución de equipos no tendrá efecto alguno en los resultados de aprendizaje, a menos que se considere como parte de procesos de reforma integrales, focalizados en el aprendizaje y que se proponga explícitamente el cambio de las prácticas educativas tradicionales.
Amparo Sichi Ojanama dice
Esta primera mirada evaluativa al modelo 1 a 1 destaca la necesidad de un énfasis en objetivos y resultados pedagógicos que pienso son imprescindibles para alcanzar los impactos desde las tres perspectivas propuestas pues desde la perspectiva educativa es posible dar sentido y generar las condiciones para la consecución de impactos en las otras dimensiones.
El uso de las tecnologías sin una intención educativa en la que les corresponda el papel de herramienta o medio para potenciar la calidad de los aprendizajes desvirtúa su uso en los sistemas educativos y podría darse el caso de invertir el efecto deseado.