La crianza, el cuidado infantil y las labores del hogar tienen mucho que ver con los roles de género. Según el reporte “Estado de los padres del mundo 2023”, los hombres dedican el 19% de su tiempo total de ocio al trabajo no remunerado, mientras que las mujeres dedican el 55%. No obstante, existe evidencia que refuerza la importancia del involucramiento de la figura paterna en el cuidado parental, mostrando la necesidad de transformar las relaciones y roles tradicionales. Los contextos culturales actuales y los patrones predominantes de género, proclives a feminizar el cuidado infantil, pueden incluso provocar sensaciones de vergüenza o desvalorización afectiva en el hombre y restringir su implicación y compromiso con el cuidado y la crianza cariñosa basada en el apego.
Ser un cuidador masculino no solo involucra a padres biológicos y adoptivos, sino también a padrastros, abuelos, tíos u otros miembros de la familia que tengan un vínculo con los niños y dediquen tiempo a su cuidado. Y esto es independiente de la etnia, capacidades, identidades de género y orientaciones sexuales. Según la Organización Mundial de la Salud, varios estudios resaltan los beneficios para la sociedad de un mayor compromiso del hombre en estos roles. ¿Cuáles son estos beneficios y cómo las políticas pueden impulsar un mayor compromiso masculino con la crianza?
Por qué es importante que los hombres se involucren en las tareas de cuidado
La participación de los hombres en la crianza puede contribuir a mejores resultados, tanto para ellos mismos como para mujeres y niños.
Para las mujeres, por ejemplo, cuando el padre se involucra en la salud de la madre y el niño durante el embarazo, se registran más controles prenatales, mejor nutrición de la madre y preparación para el parto, así como una mayor demanda de atención posnatal. Estos comportamientos del padre pueden ser reforzados a partir de su involucramiento en programas comúnmente hechos para las madres, como las visitas domiciliarias, programas de educación comunitaria y programas de valorización del cuidado parental en el trabajo. Además, cuando el hombre brinda el apoyo y estímulo necesario, contribuye a reducir el estrés provocado por la maternidad y la violencia en su entorno. La buena calidad en la relación de pareja está estrechamente relacionada con la salud mental perinatal.
Promover la participación de los hombres en actividades de cuidado incluso permitiría a las mujeres mejorar sus niveles de ingreso y productividad: según la ENEMDU, en Ecuador la brecha del ingreso entre hombres y mujeres es de 14,4% del salario básico unificado, que se amplía aún más en la ruralidad (21,3%).
Los beneficios para los niños incluyen, por ejemplo, que los padres fomenten mejores prácticas de lactancia cuando están informados sobre sus beneficios. La interacción del padre en actividades de juego y ocio con el niño favorecen su desarrollo cognitivo, social y emocional. Además, una mayor participación y compromiso del padre en el hogar genera menos problemas de conducta en niños y problemas psicológicos en adolescentes.
Para los hombres, estar involucrados en vínculos familiares y establecer nexos afectuosos y no violentos con sus parejas e hijos contribuye a su felicidad, su salud física y mental. El tiempo dedicado al cuidado infantil mejora el vínculo emocional y el apego.
¿Cómo lograr más hombres comprometidos con el cuidado y la crianza?
En un post reciente de Primeros Pasos por el Día del Padre, analizamos el papel de los padres en la primera infancia y el impacto de las intervenciones para lograr una participación más plena. Es importante, a su vez, que desde las políticas se generen los contextos para propiciar e impulsar un mayor involucramiento de los hombres en el cuidado con estrategias tales como:
- Identificar las barreras culturales en torno al rol del hombre durante la gestación, el parto y el cuidado del bebé para contrastarla con los potenciales beneficios del cambio de comportamiento en la familia y comunidad.
- Involucrar en mayor medida a los hombres en los servicios públicos sociales, de salud preventiva y educación.
- Complementar el diseño curricular de los programas de desarrollo infantil con la promoción de la paternidad activa y el rol de los padres cuidadores.
- Invitar a los hombres a los servicios de maternidad con el permiso de las mujeres, así como a los controles de salud y vacunación de los niños.
- Brindar espacios comunitarios seguros para que el cuidador masculino pueda expresar sus ideas y practicar habilidades de cuidado, como el contacto piel con piel, el juego, la disciplina positiva o la alimentación complementaria.
- Fomentar las licencias por paternidad, que promueven la responsabilidad del cuidado e incentivan una distribución más equitativa de las tareas domésticas.
Transformar las actitudes, las normas de género y explorar los beneficios de un cambio de comportamiento y mentalidad en la comunidad se convierte en un desafío imponente. El compromiso de los varones en las relaciones parentales implica fomentar relaciones sanas, respetuosas, no violentas y equitativas dentro del núcleo familiar. Los primeros pasos deben reconocer el hecho de que hay hombres motivados que ya brindan el apoyo parental y de crianza sin reducir la autonomía o el acceso de las mujeres a sus derechos inherentes y a los servicios de protección social actuales.
Gabriela Gatú dice
Excelente artículo!