Recientemente, tuvimos el enorme privilegio de reunir en las oficinas del BID en Washington a un grupo muy destacado de expertos internacionales en temas de calidad de los servicios de cuidado (salas cuna, guarderías, estancias) con un énfasis en aquellos que atienden a los niños de entre 0-3 años.
El grupo reflexionó sobre dos temas que surgen con frecuencia en nuestras conversaciones con los programas que proveen este tipo de servicios en la región: ¿cuáles son las dimensiones críticas que determinan la calidad de un servicio de cuidado? y ¿cómo se las puede medir y monitorear?
El diálogo fue muy rico y sería imposible intentar resumirlo en este espacio. Por eso me enfoco en comentar un solo tema. Este panel de expertos coincidió en la importancia que tiene la calidad de las interacciones entre los niños y sus cuidadores, en particular, para este grupo de edad. Alrededor de este tema, surgieron varias reflexiones que vale la pena compartir:
- En donde se han estudiado las interacciones entre los niños de 0-3 años de edad y sus cuidadores, se ha encontrado que éstas son muy escasas.
- La mayoría de centros de cuidado no pone suficiente atención en garantizar interacciones consistentes: que sea siempre el mismo adulto quien interactúa con el mismo niño.
- La atención individualizada es fundamental para este grupo de edad pero muchas veces se tiende a tratar a los niños como clases o grupos (es decir, como en un ambiente escolar).
- Algunos atributos importantes que deben caracterizar a las interacciones de calidad son: calidez, frecuencia, un alto grado de reacción, que incluyan a todos los niños presentes, con mucha comunicación verbal, y que minimicen la interrupción o interferencia cuando los niños se encuentran concentrados en explorar sus alrededores.
¿Qué piensan? ¿Por dónde creen ustedes que debemos empezar a actuar para asegurar que los niños latinoamericanos y caribeños que asisten a diario a los centros de cuidado infantil experimenten interacciones de calidad?
Clara A. dice
Aunque resulta bastante evidente, pienso que es clave la seleccion y perfil de l@s educadores. Es claro que cuidar/educar nin@s requiere por un lado comprender la importancia que para un chiquit@ tiene la mirada amorosa del adult@ de referencia, que l@ reafirma como individu@, que le haga saber que es valios@, digno de atencion, apoyarlo en su capacidad creciente de resolver problemas, darle oportunidades de elegir, tomar decisiones, explorar diferentes experiencias y desarrollar habilidades, independientemente de quien sea y de donde venga (sexo, raza/etnia, nivel socio-economico, composicion familiar, etc). Por otro lado, la capacitacion de un educador/cuidador en COMO poder acompanar de cerca a un/a chiquit@ en este proceso de crecimiento, a traves de la interaccion de calidad de la que hablas, es fundamental. Muchos de los cuidadores que trabajan en estos centros no necesariamente responden a este perfil y/o no han sido entrenados en este sentido.
María Caridad Araujo dice
Tienes toda la razón, Clara, hay mucho que hacer en términos de la construcción de competencias en el personal que atiende a los niños en este tipo de centros. Pero tras invertir en construir esas capacidades, debemos preocuparnos por mantener a ese personal (motivado, remunerado). En muchos países, este es un sector caracterizado por el movimiento en términos de la gente que entra y sale de esta actividad.
Clara A. dice
Totalmente de acuerdo. Capacitación + remuneración/condiciones ofrecidas a cuidadores con vocación debería reflejarse en un mejor desempeño de las intervenciones de desarrollo infantil temprano en el aprendizaje/bienestar de los niñ@os, y a su vez esto contribuiría a un mayor nivel de satisfacción y menor rotación del personal. Sin embargo, faltaría acompañar este potencial círculo virtuoso con un ambiente posibilitador que sostenga intervenciones de DIT más efectivas (sistema integral y coordinado de protección social y un contexto que ofrezca posibilidades de superación de la pobreza sin los cuales los esfuerzos de un centro de DIT no pueden subsanar las diferentes dimensiones de rezago y vulnerabilidad en las que viven los niñ@s que atienden), quizás lo mas complejo a cambiar