Los pediatras invierten una gran cantidad de esfuerzos para promover el crecimiento acelerado de los niños menores de dos años que no están creciendo al ritmo al que deberían hacerlo. Lo hacen porque existe mucha evidencia que sugiere que el rezago en el crecimiento en este periodo de la vida tiene efectos negativos sobre la morbilidad, la mortalidad y el desarrollo cognitivo futuro. Sin embargo, evidencia reciente sugiere que la ganancia de peso acelerada durante los primeros dos años de vida está asociada con un mayor riesgo de obesidad y resistencia a la insulina en la adultez.
En años recientes se ha aprendido mucho sobre cómo ciertos aspectos de la salud y el bienestar en la primera infancia –en particular durante los primeros mil días de vida contados a partir de la gestación – tienen efectos de largo plazo sobre la salud de las personas. En marzo de este año, la prestigiosa revista de medicina The Lancet publicó un artículo que nos da luces sobre este interrogante.
El artículo en mención es interesante, entre otras cosas, porque emplea datos de cinco países de ingreso bajos y medios: Brasil, Filipinas, Guatemala, India y Sudáfrica. En este sentido, sus hallazgos podrían tener validez en otros países de características similares. La investigación se enfoca en tres momentos claves: el nacimiento, los dos años de edad, y la infancia (definida como el período entre los 4-8 años). Evalúa cómo el peso al nacer, el crecimiento en talla y la ganancia de peso relativa al crecimiento en talla se relacionan con el tamaño y composición del cuerpo, los factores de riesgo cardio-metabólicos y algunos resultados de desarrollo humano como la talla y el nivel de escolaridad en la adultez.
Los hallazgos de este estudio son alentadores:
- El nacimiento: Se encuentra que el peso al nacer está asociado con una mayor probabilidad de sobrepeso futuro, pero también con un menor riesgo de otro tipo de condiciones de salud negativas.
- Los dos primeros años de vida: Un mayor peso relativo a la edad de 2 años se relaciona con mayor riesgo de sobrepeso en la adultez y con mayor probabilidad de tener problemas de presión alta. Sin embargo, no parece estar asociado con la talla en la vida adulta, con el nivel de escolaridad, ni con el riesgo de diabetes. Una mayor talla relativa a los dos años se asocia con riesgos menores de estatura corta en la adultez y con mayor escolaridad.
- La infancia (el período entre los 4 y los 8 años): Por el contrario, un mayor peso relativo durante la infancia sí se encuentra asociado con mayor riesgo de sobrepeso y presión alta en la adultez y tiene efectos sobre el nivel de escolaridad. Una mayor talla relativa durante la infancia se asocia con riesgos menores de estatura corta en la adultez y con mayor escolaridad.
Vale la pena destacar que un mayor peso al nacer y un mayor peso relativo a los 2 años de edad parecen estar positivamente asociados con una masa corporal baja en grasas en la adultez. Por el contrario, un mayor peso relativo en la infancia está más correlacionado con una masa corporal grasosa en la vida adulta.
La evidencia de esta investigación respalda las intervenciones enfocadas en la promoción del peso al nacer y del crecimiento durante los primeros dos años de vida por sus efectos sobre la escolaridad y la talla en la vida adulta, pero también por su potencial protector contra enfermedades crónicas. Es decir, es una evidencia que sustenta la importancia de los primeros mil días de vida con una ventana de oportunidad para las intervenciones nutricionales. Además, esta investigación ilustra que pasados los dos años de vida, son fundamentales las intervenciones nutricionales que prevengan el sobrepeso y la obesidad. De cara a la política pública, parece darnos luces claras sobre la importancia de que las acciones nutricionales lleguen a los niños con los mensajes correctos y en el momento oportuno.
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