Hace unos días leí en la prensa que en Costa Rica, una madre que amamantaba a su hijo en un centro comercial había sido reprendida por el personal de seguridad por hacerlo en un lugar público. Esto motivó una serie de expresiones de descontento y protesta entre diferentes grupos e incluso llevó a la Presidenta de la República a manifestarse al respecto. La historia culminó con una “mamatón”, o una iniciativa en la cual se auto-convocaron madres lactantes en el mismo lugar del incidente para ejercer su derecho de amamantar en público. Este tipo de episodios que se repiten en diferentes espacios y motivan un debate alrededor del amamantar en público surgen cada cierto tiempo y encienden pasiones. Hace unos cinco años hubo un incidente similar cuando una madre daba el pecho a su bebé en el Museo del Prado, en España. En 2012 fue otro museo, esta vez en Taiwán, donde se repitió el hecho. Y recién el año anterior, en Washington DC, donde vivo yo, se armó un gran debate cuando una profesora universitaria amamantó a su bebé mientras dictaba una clase.
Con motivo de la “mamatón” de Costa Rica, he recordado una lectura que me conmovió mucho cuando la hice un tiempo atrás. Hace algunos años, en un zoológico de Ohio celebraron el nacimiento de un bebé gorila. La mamá gorila que dio a luz a la cría había nacido en cautiverio y por lo tanto, nunca vivió con una comunidad de otros de su especie. Por tanto, nunca había visto a otra hembra amamantar. Tras el nacimiento de su primera cría, la gorila no supo alimentarla y el bebé murió. Después de un tiempo, la mamá gorila estaba de nuevo preñada. El personal del zoológico invitó a madres del grupo de apoyo a la lactancia denominado Liga La Leche a visitar el zoológico y amamantar a sus hijos junto a la jaula de los gorilas. Cuando nació el segundo gorilita, su madre tuvo éxito amamantándolo y éste sobrevivió. Esta historia lleva a pensar que el amamantar es un comportamiento aprendido. Y que una de las maneras a través de las cuales ocurre ese aprendizaje es justamente observando a otras madres en la tarea de amamantar.
La lactancia materna es fundamental para el crecimiento y desarrollo saludable de los niños. Además, tiene un papel importante en el apego entre la madre y el niño, cimiento de un desarrollo socio-emocional equilibrado. La Organización Mundial de la Salud recomienda, como mínimo, seis meses de lactancia exclusiva. Después de los seis meses, se debe complementar la leche materna con otros alimentos hasta los dos años. Ahora bien, para tener éxito con la lactancia, una madre necesita del apoyo del sistema de salud, de su familia y de su comunidad.
Esperamos que historias como la de Costa Rica sigan sensibilizando a nuestra comunidad latinoamericana en el respeto y apoyo a las madres lactantes y a la enorme contribución que ellas hacen, con mucho esfuerzo, para criar una generación de niños saludables. Y si este argumento no es suficiente para respetar a una madre que amamanta en público, recordemos la historia de la gorila de Ohio. Es probable que también a nuestra especie le haga bien irse acostumbrando a ver a las madres amamantar.
María Isabel Altamirano dice
Excelente, yo pienso que la lactancia les da a los niños no solo defensas contra enfermedades e infecciones que podrían aquejarlos en sus primeros meses de vida sino también un sentimiento de confianza y seguridad que después los hace más seguros de sí mismos. En mi caso, mis dos hijos tuvieron la oportunidad de lactar hasta más allá de los 18 meses. Como ya comían alimentos sólidos, ese encuentro no tenía la finalidad de nutrirlos sino que representaba un momento para crear lazos afectivos más fuertes.