Hoy el 2 de marzo se celebra el Día de los datos abiertos, el ODD19. En el contexto de esta celebración mundial, nos damos cuenta no solamente de la participación sino del liderazgo de América Latina en este campo: somos anfitriones de más del 20% de los eventos (56 de 258) que se realizarán en simultáneo por el mundo el día de hoy, a pesar de contar solamente con el 8.55% de la población mundial.
Desde sus inicios en el 2013, una comunidad vibrante de datos abiertos ha crecido en América Latina, como muestra la trayectoria de los eventos regionales como Abrelatam y ConDatos hasta el IODC, la conferencia mundial más importante de este campo. Por primera vez en 2018 se organizó el IODC en Argentina, un país del sur global.
Cuando hablamos de datos abiertos en América Latina, no nos referimos sólo a un estándar técnico de publicación de datos, sino a instrumentos y estrategias para atacar los principales problemas de nuestros países. Desarrollo, transparencia, igualdad, e inclusión son problemas a nivel global, pero particularmente recurrentes en América Latina. Así nacieron iniciativas para monitorear la prestación de servicios de salud, los contratos públicos, educación, monitoreo de presupuesto local, entre muchas otras. Algunas de estas iniciativas fueron en alianza con los gobiernos, otras a pesar de ellos, pero todas se basaron en la premisa que se podían construir con datos abiertos. Desde 2012, en ILDA hemos venido trabajando en la intersección de datos, problemas y capacidades, mapeando los desafíos de esta agenda para avanzar, e intentado realizar un aporte para superarlos. Las políticas de datos abiertos, el lanzamiento de los primeros portales, la publicación efectiva de los datos y el destacado lugar que adquirieron algunos países latinoamericanos en varios instrumentos de medición fueron logros interesantes. Sin embargo, en la medida que la apertura llegaba a nuevos dominios, también aparecieron nuevos desafíos para enfocar nuestro trabajo. En este texto, vamos a mirar un par de estos desafíos:
Seguir creando oportunidades para incorporar capacidades “dateras” en el sector público
Un desafío reiterado que hemos encontrado por ILDA es robustecer las capacidades en el sector público, tanto a nivel de gestión como técnicas. A pesar de que existan políticas de datos abiertos nacionales, no significa que esto derive en planes de apertura de cada una de las organizaciones del Estado, ni que estos planes se hagan efectivos. A los efectos de resolver parte de este problema, junto con el BID, SocialTic, Fundación Avina y el gobierno de Costa Rica exploramos cómo incorporar capacidades en manejo de datos en el sector público. En el 2018, se realizó el fellowship de Estado Abierto en Costa Rica con el objetivo de incorporar al Estado capacidades ausentes, así como formas y metodologías de trabajo distintas. Recibió más de 30 postulaciones de excelente nivel.


También identificamos la contribución que estos nuevos perfiles pueden hacer al Estado, particularmente a la hora de estandarizar y liberar datos. A modo de ejemplo, Eugenia Loría y Guillermo Durán, el equipo de fellows de Costa Rica, desarrollaron guías para abrir datos en el sector de contrataciones públicas y cambio climático durante su estancia en el sector público.
Estas guías abiertas reflejan un aprendizaje y resaltan la importancia del contexto a la hora abrir y utilizar datos.
Aprender cómo aplicar las nuevas tecnologías de manera equitativa
Un segundo desafío que encontramos, tiene que ver con la evolución de la agenda de datos y la aparición de técnicas que no eran populares 10 años atrás, tales como las distintas variantes de aprendizaje automático, popularmente denominadas como inteligencia artificial. El diseño de herramientas capaces de aprender en base a los datos y automatizar procesos es un salto cualitativo importante. En nuestro trabajo Automatizar con cautela, hacemos referencia a varios desafíos que presenta la aplicación de algoritmos en el sector público, particularmente en la automatización de decisiones y análisis por parte del gobierno. ¿Podemos identificar mejor a poblaciones vulneradas? ¿Podemos identificar patrones de conducta sospechosos en compras públicas? Posiblemente sí. Pero para muchos de estos procesos se requiere más que datos abiertos.
En el centro de este tema emergente se encuentra la necesidad de que la sociedad participe y controle estos desarrollos tecnológicos, así como un debate más complejo sobre cómo se comparten los datos del sector público. Y se requiere un gran esfuerzo para democratizar el diseño y el uso de estas técnicas que hoy casi se confunden con magia. La apertura en datos y en herramientas seguirá siendo un aspecto importante.
El futuro de los datos y su apertura en América Latina aún no está decidido. Estados y sociedades deberán seguir generando capacidades para construir, entender y eventualmente publicar datos que serán utilizados de múltiples formas. Esto implica sostener o reformar leyes y decretos, capacitar al servicio civil, pero sobre todo generar asociaciones virtuosas para que el uso de los datos aporte soluciones a los problemas más acuciantes del continente. Lo bueno es que a juzgar por el contenido de los eventos, esos cientos de entusiastas en todos los países de la región, lo tienen bastante claro.
Por Fabrizio Scrollini, Director de ILDA