Las ciudades son el hogar de cuatro de cada cinco habitantes de América Latina y el Caribe (ALC), lo que propicia la demanda de centros urbanos integrados, conectados y con oferta de vivienda adecuada. Pese a que se estima que el 89% de la población de la región residirá en áreas urbanas para 2050, la inversión en el sector residencial se encuentra aún por debajo del requerimiento para cubrir esta proyección y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París (AP).
Aunque la tendencia regional apunta hacia la construcción de viviendas nuevas, factores como el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el impacto desproporcionado del cambio climático en la región dejan patente la necesidad urgente de aplicar estrategias innovadoras en la planificación urbana. Para ello habrá que considerar aspectos como movilidad, conectividad de servicios e infraestructura social.
En el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) somos conscientes de esta realidad. Nuestras intervenciones en Paraguay, República Dominicana y Argentina demuestran que la aplicación de estándares de urbanismo sostenible promueven una mejor planificación e inversiones en espacios públicos, movilidad y vivienda verde para mejorar la calidad de vida de los segmentos más pobres de la población, en su mayoría residentes de asentamientos informales.
Con esta entrada de blog iniciamos una serie de 8 artículos que abordarán los principales retos y oportunidades del sector vivienda en ALC. Comenzamos hoy analizando cómo la energía, los códigos de construcción verde y las certificaciones influyen en la transición de viviendas sociales sostenibles adaptadas al cambio climático. Sigue leyendo para conocer más detalles.
Energía y vivienda verde
El sector residencial representa el 21% del consumo global de energía y contribuye al 17% de emisiones globales de CO2, concentrándose en servicios esenciales como iluminación, cocción de alimentos y agua, calefacción y refrigeración de espacios y electrodomésticos.
Décadas de políticas y programas han impulsado la disminución de demanda de energía a través de incentivos fiscales, financieros y soluciones tecnológicas. Esto ha generado nuevos sistemas energéticos más resistentes y menos costosos. No obstante, para los hogares más pobres en ALC, la proporción del presupuesto familiar para el pago del servicio supera el 24% de sus ingresos.
Porcentaje de población en ALC con acceso a servicios esenciales. Elaboración propia. Adaptado de Más allá de la Electricidad
Las soluciones tecnológicas para la transición son claras. Incluyen códigos energéticos y de construcción sostenible que impulsan la reducción del consumo eléctrico mediante la incorporación de materiales de aislamiento de alto rendimiento y bajo costo, control solar, sistemas eficientes de calefacción y refrigeración, electrodomésticos de alto rendimiento y sistemas de control inteligentes. Un claro ejemplo es el Manual de Construcción Sostenible para la Vivienda Social en Paraguay, que brinda herramientas para la construcción de vivienda adecuada a la zona climática, que incidirá en la reducción del consumo energético y ahorros familiares.
Códigos y certificaciones verdes
Varias son las acciones críticas para que el sector de la construcción alcance los objetivos del Acuerdo de París. Entre ellas, encontramos los códigos energéticos obligatorios y certificaciones verdespara edificios nuevos y existentes. Certificaciones verdes como BREEAM y LEED, han sido reconocidas durante más de 30 años por su enfoque en mejorar el desempeño ambiental de los edificios. Actualmente existen unos 74 sistemas de certificación global y la inversión en certificación de edificaciones ha aumentado un 19% respecto a 2020. Se proyecta que un aumento del 1% en este sector expanda el PIB per cápita en un 0,07%, y basado en la sostenibilidad puede impulsar una recuperación económica baja en carbono.
Todos los países de ALC cuentan con al menos un sistema de certificación internacional. Sin embargo, existen barreras para su aplicación, como los costos iniciales, falta de apoyo político, regulaciones y conciencia pública. Para superar estas barreras, se puede proporcionar información sobre prácticas y normativas, aumentar la inversión tecnológica y fomentar cambios de hábitos y consumos. Las certificaciones verdes voluntarias pueden ser útiles especialmente en países de la región que no cuentan con estos instrumentos.
Un estudio del BID (en desarrollo) en ALC ha identificado más de 70 códigos de construcción sostenible para vivienda, de los que 51 son obligatorios. También ha registrado 92 documentos técnicos y programas e incentivos de financiamiento y 15 certificaciones de vivienda verde y sellos de sostenibilidad, que consideran aspectos como materiales de construcción, consumo de agua, calidad ambiental, residuos y conectividad. Sin embargo, algunos países no necesariamente los aplican.
Certificaciones Verdes y Sellos de Vivienda Verde en ALC. Elaboración propia. Adaptado de Códigos de Construcción en Materia de Resiliencia y Sostenibilidad en ALC (en desarrollo)
Urgencia ante el cambio climático
ALC es la segunda región más susceptible a desastres naturales, y se prevé que los eventos extremos continúen intensificándose en magnitud y frecuencia debido al cambio climático. Aunque en las últimas décadas ha habido un aumento en la construcción verde, ésta no asegura la capacidad de adaptación y recuperación ante eventos climáticos más frecuentes y severos.
Los códigos y certificaciones verdes evolucionan y establecen criterios tendenciales de evaluación. La adopción de lineamientos normativos para mejorar la capacidad de adaptación y recuperación de las viviendas frente al cambio climático representan ahorros a largo plazo dada la reducción de costos de mantenimiento y menor probabilidad de interrupciones en los servicios.
Acciones para la transición
ALC se encamina hacia una transición energética verde, pero requiere mayor liderazgo político y organizacional para implementar acciones que apoyen la descarbonización y la transición verde. Si bien la política pública es una herramienta crucial, las brechas de capacidades institucionales y financieras son mayores.
El BID fomenta la vivienda sostenible mediante certificaciones internacionales como LEED y EDGE, que, aunque pueden no ajustarse a condiciones locales, culturales, calidad constructiva y asequibilidad, elevan la conciencia pública y guían decisiones de inversiones sostenibles.
A pesar del lento progreso y la falta de acción en la reducción de emisiones de CO2, se están logrando avances a medida que más gobiernos reconocen el papel del consumo energético residencial en sus acciones de descarbonización. La región tiene el potencial de adoptar modelos económicos sostenibles e inclusivos debido a su biodiversidad y potencial de energía renovable, suficiente para cubrir más de 22 veces la demanda eléctrica proyectada para el 2050.
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Las autoras agradecen el trabajo de edición de Jorge Guerrero y Juan José Cervantes.
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