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Cada año, delegados de todos los países del mundo se reúnen en la Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para discutir un acuerdo que sirva para proteger a nuestro planeta contra el cambio climático. La reunión de este año—la Vigésima Conferencia de las Partes (COP20) que actualmente se desarrolla en Lima—es un foro clave para desarrollar una plataforma que abra el camino hacia un ambicioso acuerdo global que se discutirá el próximo año en la reunión anual en Paris.
A pesar de que dicho acuerdo se manejará a nivel de gobiernos nacionales, el resultado de la COP20 será de gran importancia para actores sub-nacionales. Tal como se demostró recientemente durante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima en Nueva York, las ciudades han sido catalizadoras del cambio climático durante años. Con el apoyo de políticas nacionales, pudieran llegar a emplear todo su potencial para reducir sus emisiones y volverse menos vulnerables ante los efectos del cambio climático.
La COP20 es también una ocasión para que especialistas, investigadores y activistas en materia de cambio climático se reúnan para discutir los retos que estamos enfrentando y diseñar posibles soluciones. Para la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), un evento de gran importancia fue el lanzamiento de la nueva versión del Protocolo Global de Inventarios de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero en las Comunidades Urbanas (GPC). Este protocolo contiene una serie de principios y estándares que nos permitirán ser más precisos al estimar los gases de efecto invernadero en las ciudades, ser más efectivos al diseñar estrategias para reducir estas emisiones, y ser más eficientes al monitorear su progreso.
Hasta la fecha, como parte de la metodología ICES, hemos desarrollado inventarios de emisiones basados en este protocolo para 10 ciudades en América Latina y el Caribe. Puedes revisar estos estudios en nuestro Dashboard Urbano.
Además, estamos desarrollando inventarios para otras 11 ciudades, tales como Tegucigalpa donde—de la mano de uno de los autores principales del protocolo—estamos entrenando a un equipo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras para que desarrollen su propio inventario.
La nueva versión del protocolo es mucho más detallada que la anterior, y permite responder mejor ante los desafíos que enfrentan las ciudades tales como información limitada y capacidad reducida para medir sus emisiones. Esperamos con ansias poder empezar a trabajar con el nuevo protocolo a fin de proveer una asesoría cada vez mejor a los líderes locales sobre cómo sus ciudades pueden volverse más instrumentales para mitigar el cambio climático.
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