Para muchos ciudadanos la noche es sinónimo de peligro, miedo e inseguridad. Pero, ¿qué tal si pudiéramos recuperar este espacio temporal que parece perdido?
Foto por Flickr Aristedes Roble
La noche, al igual que el día, es objeto de estudio para el desarrollo de políticas públicas en muchas ciudades. Sin embargo, hasta la fecha, han sido pocos los alcaldes en países en desarrollo que han prestado atención a este espacio temporal de gran riqueza cultural, económica y social.
Los mayores conocedores de la noche se encuentran en el Reino Unido y en América del Norte, donde la corriente de estudios conocida como “night studies” (estudios nocturnos) ha tomado dos vertientes principales. La primera, es la llamada “economía nocturna” que comprende la revitalización comercial y generación de empleo a partir de la proliferación de actividades recreativas en la noche (cines, restaurantes, bares y establecimientos “24 horas”) y la mejora de las condiciones laborales asociadas a los oficios nocturnos (vigilancia, transporte, aseo). La segunda, explora el lado social de la noche referente a las actitudes, hábitos, expresiones y manifestaciones culturales que tienen su origen en este espacio.
Debido a su configuración demográfica, las ciudades en América Latina y el Caribe tienen gran potencial para el desarrollo de políticas nocturnas. La mayoría concentra una gran población de jóvenes para quienes la noche es el espacio primario para socializar, desarrollar valores e identidades culturales propias. Pero en una de las regiones más violentas del planeta, el espacio más libre es también el más peligroso.
Encuestas de opinión pública administradas en el marco de la metodología de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles revelan que la inseguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos en América Latina. Se estima que más de un millón de personas han muerto por causas violentas en la última década, y ciudades como Tegucigalpa—la cual se sumó a la Iniciativa en 2014—ocupan los primeros lugares en los índices de violencia.
Como resultado, muchas ciudades han visto desaparecer sus espacios públicos, los cuales poco a poco han sido remplazados por centros comerciales como el principal espacio de consumo. Al caer la noche, los jóvenes se reúnen cada vez más en lugares privados donde valores como la diversidad y la confianza en el otro pierden gran importancia. A la larga, la ausencia de espacios seguros que permitan la interacción de hombres y mujeres sin importar su clase o status socioeconómico, tiene efectos muy negativos sobre el capital humano y social de nuestros países.
Los comercios y espacios privados también son víctimas de esta situación. En Caracas— ciudad que fue mi hogar por 20 años y otra de las ciudades más peligrosas del continente—los jóvenes ven la noche como un espacio que solo los más valientes se atreven a explorar. Como resultado, la oferta de bares y restaurantes es cada vez más reducida, y las funciones de cine después de las 9:00 p.m. ya son cosa del pasado.
Foto por Flickr HausOf_Diegoo
En este sentido, el reto para nuestras ciudades está en desarrollar políticas que “humanicen” y promuevan la noche como un espacio social positivo y menos restringido. Sin embargo, dichas políticas deben ir más allá del “hardware” (alumbrado, seguridad y rescate de espacios públicos) y promover una transformación fundamental en la cultura de los ciudadanos.
Algunas ciudades ya han comenzado a trabajar en esta dirección. En 2013, Buenos Aires movilizó a más de 800 mil personas a visitar de noche casi 200 museos y espacios culturales de la ciudad, México D.F. organizó paseos nocturnos en bici por el Bosque de Chapultepec, y Caracas invitó a la ciudadanía a disfrutar de música y arte nocturno por octavo año consecutivo. Estas y otras intervenciones recuerdan al ciudadano la importancia de rescatar la noche de manos de la violencia, y promueven el surgimiento de una economía nocturna que puede traer grandes beneficios para el crecimiento económico de nuestras ciudades.
La noche de los Museos, Buenos Aires. Foto: Flickr
La seguridad ciudadana es un objetivo fundamental de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles. Ha llegado el momento de que las ciudades intermedias de la región comiencen a ser “24 horas,” con una oferta cada vez más amplia de espacios públicos y de esparcimiento que sean seguros y accesibles tanto de día, como de noche.
Adriano Reis dice
Culto y actividades religiosas también pueden componer un cuadro interesante de actividades nocturnas en las ciudades.