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Algo tan cotidiano y agradable como pasear por una calle un día de verano podría llegar a convertirse en una actividad de riesgo en muchas ciudades del planeta. ¿El motivo? Todo apunta a que, si no actuamos rápido, nuestras ciudades serán demasiado cálidas para permitirlo, lo que afectará negativamente a la productividad de nuestros municipios, la calidad de vida de quienes residen en ellos y la salud de todo el planeta.
En este artículo, que forma parte de una serie sobre el futuro de las ciudades de América Latina y el Caribe (ALC), compartimos algunos de los retos climáticos que afrontan las áreas urbanas y sus efectos entre la población. ¡Sigue leyendo para conocer todos los detalles!
Calor extremo
Uno de los efectos más evidentes del cambio climático, que ya afecta a muchas ciudades de ALC, es la isla de calor urbana (ICU). ¿De qué trata este fenómeno?
La ICU es un fenómeno que se produce en aquellas zonas urbanas que experimentan temperaturas más altas que las zonas circundantes. La densidad de edificios, las grandes extensiones de superficies impermeables y la limitada cobertura arbórea y vegetal en las ciudades son las responsables indirectas de las islas de calor urbanas.
El efecto de ICU es uno de los factores por los que los espacios urbanos se están calentando al doble de la tasa del promedio global. En las ocho ciudades más grandes de ALC, este efecto aumentará las temperaturas urbanas entre 3°C y 8°C. Para mediados del siglo XXI, la frecuencia de días extremadamente calurosos (definidos como días por encima del percentil 95 de la distribución de la temperatura media diaria entre 1961 y 1990) aumentará de cinco a diez veces en las ciudades más grandes de América del Sur.
Izquierda: Imagen satelital obtenida con URSA, un software del BID, que detecta las UHI | Derecha: Imagen de Sao Paulo durante el verano
Si esto no fuera poco, los comportamientos y patrones de consumo de los residentes urbanos pueden contribuir a subir aún más las temperaturas locales. Por ejemplo, para hacer frente a las altas temperaturas, los residentes aumentan el uso de automóviles y aire acondicionado (AC), lo que expulsa más aire caliente como escape y también consume más energía, frecuentemente a través de combustibles fósiles. Todo ello empeora la contaminación del aire, y contribuye al cambio climático. Si la tendencia actual continúa, el aumento del uso de automóviles y aire acondicionado costará a la ciudad promedio casi el 6% de su producción económica.
Efectos del calor: riesgos para la salud y las poblaciones más vulnerables
El aumento de las temperaturas puede tener un efecto negativo en nuestra salud. Está comprobado que las ciudades más calurosas están correlacionadas con peores indicadores de salud pública. Por ejemplo, el calor extremo y las olas de calor prolongadas aumentan el riesgo de enfermedades y muertes debido al estrés por calor y la expansión de vectores de enfermedades tales como el dengue y otros parásitos.
Además, las temperaturas más altas facilitan la propagación de patógenos transmitidos por alimentos, agua, insectos u otros animales, lo que es una preocupación para los mercados urbanos. Los climas cálidos prolongan el ciclo de vida de mosquitos, garrapatas y roedores que transmiten enfermedades contagiosas. La mayor densidad de población de las ciudades favorece la rápida propagación de enfermedades, especialmente en vecindarios que carecen de servicios de saneamiento y alcantarillado adecuados.
El calor no afecta a todo el mundo por igual. Los hogares más pobres lo sufren mucho más, pues tienden a estar ubicados en edificios menos aislados y en áreas más calurosas de la ciudad. Además, no pueden permitirse unidades de aire acondicionado. El acceso a AC será clave para poder sobrellevar las olas de calor. Sin embargo, en ALC, menos del 10 % de todos los hogares tienen posibilidad de contar con unidades de AC. Los datos nos confirman esta afirmación, pues en Estados Unidos, la difusión del AC residencial produjo una disminución del 75% en el impacto mortal de los días con temperatura media superior a 26,6 °C.
Seguridad hídrica
El futuro de nuestras ciudades no será solo más cálido, sino también más seco. Las temperaturas más altas del aire no solo fomentan la creación de condiciones de sequía, sino que incluso pueden llegar a intensificarlas. Si a esto le agregamos que la población urbana no parará de crecer, y que el suministro de agua está mal mantenido y es insuficiente, obtenemos un escenario en el que la seguridad del acceso a agua podría no estar garantizada para todos los habitantes de las ciudades y, muy especialmente, para los residentes en áreas informales. Algunas ciudades de la región, como Ciudad de México, en México, y La Paz, en Bolivia, sufren ya estrés hídrico causado por el cambio climático.
Además, se espera que el crecimiento urbano y las temperaturas más altas aumenten aún más la demanda de agua, tanto directamente (para consumo directo), como a través de un mayor uso de energía, ya que la energía hidroeléctrica genera más del 50% de la electricidad en ALC. Como consecuencia de esto, la futura escasez de agua podrá provocar cortes eléctricos y apagones para las empresas, lo que socavará las actividades económicas en las ciudades.
La seguridad del acceso al agua puede no estar garantizada para todos los residentes de la ciudad, especialmente los de los asentamientos informales
Pero los efectos del calor y la seguridad hídrica no quedan ahí. Un estudio que utiliza encuestas mensuales de fuerza laboral de 78 ciudades en ALC pone de relieve la correlación directa entre disponibilidad de agua y empleo. En concreto, muestra que grandes eventos secos duraderos disminuyen la probabilidad de estar empleado, los salarios por hora, las horas trabajadas y los ingresos laborales. También deja patente que los trabajadores informales son los más afectados por ello.
Incendios
La combinación de un aumento de las temperaturas, junto a sequías duraderas y a un rápido crecimiento urbano, propicia un mayor impacto de incendios forestales en áreas urbanas cerca de tierras silvestres.
De 2015 a 2018, los incendios forestales afectaron a un récord de 152 países en todo el mundo. Estos fenómenos son devastadores: causan deforestación, aumentan la susceptibilidad a deslizamientos de tierra y pueden ocasionar lesiones, muertes directas, así como enfermedades oculares y respiratorias. Por ejemplo, en 2017, Chile sufrió el incendio de paisaje más intenso registrado en la Tierra hasta esa fecha. Se estima que el 74% de la población chilena (casi 13 millones de personas ese año) estuvo expuesta a un aumento inusual en los niveles de materia particulada debido al humo de los incendios forestales. Un estudio a largo plazo en Chile encontró una relación dosis-respuesta también observada para la neumonía, mostrando que afecta particularmente a niños más jóvenes cuando hay un aumento en el número de incendios forestales.
Chile sufrió el incendio de paisaje más intenso registrado en la Tierra hasta esa fecha
¿Cómo prevenir y mitigar los efectos del cambio climático en nuestras ciudades?
Si no se adoptan las políticas adecuadas a tiempo, nuestras ciudades serán lugares más cálidos, secos, insalubres y vulnerables a incendios. El cambio climático provoca en las ciudades riesgos que amenazan la vida de las personas y los negocios. En el próximo artículo de esta serie abordaremos cuáles son las herramientas más efectivas para gestionar el cambio climático. Algunas de ellas incluyen las regulaciones urbanas, el fomento del cambio de comportamiento entre los residentes y la mejora en el marco de gobernanza local.
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Milka Ullón dice
La isla de calor urbana es un desafío común, con temperaturas más altas en áreas urbanas debido a la densidad de edificios y la falta de vegetación. Es crucial que las ciudades tomen medidas para combatir este fenómeno y contribuir a la acción climática global. Además, la pérdida de glaciares en el país tiene consecuencias en la biodiversidad, la agricultura y la disponibilidad de agua dulce .