*Este artículo fue publicado el 20 de enero de 2017 en El Mal Economista http://blogs.elespectador.com/economia/el-mal-economista/4-cambios-las-ciudades-colombianas-mas-sostenibles
El crecimiento urbano ha aumentado de manera considerable a nivel global, pero el crecimiento en América Latina y el Caribe no tiene precedentes en la historia de la región. La tasa de urbanización pasó de 41% en 1950 a 80% en 2014 y la ONU estima que la población de la región para 2030 será 721 millones. Esto quiere decir que, si seguimos con esta alta tasa de urbanización, para 2030 habrá aproximadamente 577 millones de personas viviendo en nuestras ciudades.
Para nuestra región esto representa un desafío enorme porque históricamente hemos tenido una urbanización rápida, desordenada y no planificada, además de que la mayoría de nuestros ciudadanos vive en condiciones de pobreza. Esta falta de planificación ha traído enormes retos que debemos enfrentar para poder ser ciudades sostenibles y competitivas: la inequidad y el desempleo han aumentado, nuestra productividad es baja, hemos degradado el medio ambiente, la seguridad se ha deteriorado y los servicios públicos se muestran ineficientes y son insuficientes para la cantidad de personas que migra a las ciudades cada año.
Es importante que entendamos que, aunque estos problemas son creados por la aglomeración de personas en las áreas urbanas, no son imposibles de resolver. Al final de cuentas las ciudades son las que nos llevarán a convertirnos en países competitivos con miras hacia un futuro sostenible.
Las personas migran a las ciudades por diferentes motivos, pero sobre todo porque la densidad urbana ofrece un posible escape de la pobreza. En los centros urbanos los recién llegados encuentran nuevas ideas, costumbres y formas de pensar. Allí los locales, las empresas y los recién llegados se conjugan para dar espacio a la innovación. Según el Profesor Edward Glaeser, de la universidad de Harvard, “existe una casi perfecta correlación entre la urbanización y la prosperidad de las naciones. En promedio, mientras que la población de un país que es urbana aumenta en 10%, la producción per cápita del país aumenta por 30%”.
Creo que es importante tener claro el concepto de ciudad sostenible para entender cómo podemos volver sostenibles y agradables a nuestras ciudades: de acuerdo con la División de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una ciudad sostenible “es aquella que ofrece una adecuada calidad de vida a sus ciudadanos, minimiza sus impactos al medio natural, preserva sus activos ambientales y físicos para generaciones futuras, y promueve el desarrollo económico y la competitividad. De la misma manera, cuenta con un gobierno con capacidad fiscal y administrativa para llevar a cabo sus funciones urbanas con la participación activa de la ciudadanía”.
En Colombia, aproximadamente el 40% de la población está concentrada en 10 ciudades: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Ibagué, Bucaramanga, Pereira, Valledupar y Manizales. Para que sean ciudades sostenibles y sigan teniendo un desarrollo competitivo se deben hacer algunos cambios drásticos de manera inmediata. Aunque sean difíciles de implementar, porque las ciudades ya están dotadas y desarrolladas, se deben hacer porque son necesarios para un mayor progreso social.
Los principales cambios que se deben hacer son:
- Reglamentar un crecimiento más ordenado y vertical, de mayor densificación. Así se evita que las ciudades se extiendan y generen más polución y problemas de movilidad, además de desigualdad y marginalización de las personas con bajos recursos hacia la periferia. Las ciudades con más densidad son más sostenibles que las ciudades que han crecido horizontalmente y se han extendido hacia los suburbios o los pueblos cercanos. Las ciudades con crecimiento horizontal tienden a tener casas más grandes y ser dependientes de los carros, por lo que consumen mucha más energía, contaminando el medio ambiente. Las ciudades densas, con buena planeación y espacios públicos, son más caminables, al comercio le va mejor y son más seguras para los habitantes.
- Invertir en infraestructura urbana, obras públicas, con el apoyo del sector privado. Esto ayudará a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y la apariencia física de la ciudad. El sector privado es fundamental en este proceso porque apoya al sector público con recursos y a proveer un servicio de buena calidad y competitivo para los ciudadanos. Muchas veces este apoyo se da a través de una asociación público-privada (APP) donde, según el Banco Mundial: “el sector privado suministra un servicio al sector público directamente”. Parte de las infraestructuras necesarias que necesitan de financiación público-privada son:
- Energética
- Sanitaria
- Telecomunicaciones
- Transporte
- Usos: educación, salud, vivienda, entre otros.
- Atacar de raíz la corrupción, que se roba los recursos que deben ser destinados a bienes y servicios públicos. Esto se logra mejorando la gestión gubernamental, creando entes que coordinen las acciones de los funcionarios y las agencias públicas que intervengan en las políticas de la ciudad y obligando a los funcionarios y entidades públicas a rendir cuentas de sus ingresos y gastos. La sociedad civil juega un rol fundamental porque es la que puede exigirle a los gobernantes y funcionarios que respeten los recursos públicos y cumplan con las normas y leyes que ellos mismos crean o hacen cumplir.
- Generar una política de estado y no de gobierno. Este es el reto más importante para nuestras ciudades y permite que las buenas prácticas y políticas públicas de una administración no se pierdan con la siguiente. Debe ser trazado un camino claro para las próximas décadas, donde la ciudad y sus habitantes sean la prioridad. En Colombia, Medellín es un ejemplo perfecto de la creación de una política de estado. A lo largo de las últimas administraciones, no todas de la misma corriente política, se han desarrollado proyectos y megaproyectos que le han cambiado la cara a la ciudad. Al tener un plan de desarrollo claro y una imagen de ciudad a la que se quiere llegar, los proyectos pueden continuar de administración en administración, porque lo importante son la ciudad y sus habitantes, no las aspiraciones políticas de sus gobernantes.
Aunque gran parte de la responsabilidad de esta transformación es de nuestras autoridades locales y nacionales, es importante tener en cuenta que los ciudadanos jugamos un papel fundamental y que tenemos que dejar de escondernos de nuestras responsabilidades.
Si no quiere que las calles estén llenas de basura y las calles se inunden, use las canecas; si no quiere que la corrupción siga secando las arcas de su ciudad, quéjese ante los funcionarios elegidos, hágase oír, y lo más importante, no vuelva a votar por ellos. Si no quiere que la ciudad esté llena de carros y que la movilidad sea imposible use el transporte público, salga en bicicleta o camine. Entre todos podemos ayudar a que nuestras ciudades mejoren. Exijamos respeto hacia nuestras ciudades y respetémoslas. Entendamos que para que todo el país esté mejor, las ciudades deben florecer como entes de innovación, ideas y socialización.
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