En las ciudades de América Latina, sin importar el tamaño, los usuarios de transporte público comparten características similares, en las cuales se puede considerar, los patrones de viaje, el ingreso económico de los usuarios, requerimientos de accesibilidad universal y las necesidades para realizar los desplazamientos. Por esta razón, es necesario que las autoridades diseñen las soluciones para el mejoramiento del transporte público, basadas en la mejora de la experiencia del beneficiario final, la eficiencia, seguridad y la transparencia.
¿Pero cuáles aspectos se deben considerar, cuando pensamos en la visión del usuario con respecto al transporte público? David Gómez, fundador de la empresa social BiciBus, en San José, Costa Rica y usuario del transporte público, con experiencias de viajes en muchas ciudades del mundo, nos indica que “cuando se tiene que desplazar en una ciudad busca la mayor conveniencia posible. Si tuviera que elegir entre una ciudad complicada, ineficiente y tediosa, y una ciudad ágil, fluida y disfrutable, en la que pueda vivir una vida eficiente y confortable, sin duda tomaría la segunda”.
Según el informe del Observatorio de Movilidad Urbana de la CAF (2015-2016) en las áreas metropolitanas de América Latina se realizan en promedio alrededor de 288 millones de viajes. La mayor parte de estos desplazamientos se hacen caminando (26%) o utilizando el transporte colectivo (42%), además se indica que los autobuses y microbuses son los medios de transporte colectivo que satisfacen la mayor parte de la demanda (102 millones de viajes al día), seguidos por los metros y trenes (19 millones de viajes al día).
Los sistemas de recaudo electrónico interoperables en el transporte público, parecen ser una tendencia que viene a satisfacer muchas de las necesidades de los usuarios, si se implementan correctamente.
En una muestra de 22 ciudades de la región ALC en 2013, solamente ocho ciudades: Ciudad del México, Ciudad de São Paulo, Región Metropolitana de São Paulo, Región Metropolitana de Rio de Janeiro, Buenos Aires, Caracas, Santiago y Guatemala, contaban con un sistema electrónico de recaudo intermodal (al menos se incluye autobuses y Bus Rapid Transit, BRTs)[1]. En el año 2019 ha incrementado a nueve ciudades incluyendo a Lima, Bogotá y Montevideo[2] y varias ciudades[3] están en procesos de ampliar la funcionalidad del sistema de recaudo actual, entre ellas Santo Domingo, Guatemala o Asunción.
Estos sistemas de recaudo electrónico permiten asegurar una experiencia de viaje:
- Eficiente, brindando agilidad en el acceso a los medios de transporte y reduciendo tiempos de espera en el viaje.
- Segura, eliminando el manejo de efectivo por parte del usuario y el operador, lo cual reduce la tendencia a asaltos y además permite que el conductor se concentre únicamente en la conducción del vehículo, mejorando la seguridad vial del viaje.
- Transparente, el usuario se asegura que el cobro es el respectivo según tarifa y no hay posibilidades de variaciones o cobros adicionales por el chofer.
- Integral/Intermodal, en los casos en que el sistema es intermodal, permite el acceso a los diferentes medios de transporte con una sola forma de pago, lo cual es mucho más confortable y fácil para el usuario.
Esta percepción de mejora de la experiencia de viaje nos conlleva a considerar el concepto de movilidad como un servicio, en lo que se puede trabajar en el desarrollo de aplicaciones y herramientas tecnológicas que permitan obtener información de transporte público y otros servicios, cálculo de ruta integral, planificación con personalización al usuario y la integración del sistema de pago y de reservas, entre otros servicios que se pueden considerar.
Es importante tener claro que para que un sistema de recaudo electrónico funcione correctamente debe satisfacer las necesidades de todos los actores: autoridades, operadores, sector privado y el usuario. Sin embargo, el éxito no se concentra en la tecnología que se elija sino en el diseño del proceso o sistema de recaudo que se implemente en la ciudad, el cual debe ajustarse a la cultura de los ciudadanos, las tendencias de crecimiento y de desarrollo de la ciudad, y las características del transporte público existente.
Por esta razón es que el diseño de un sistema de recaudo electrónico se debe desarrollar desde la perspectiva institucional para la definición de la estructura de Gobierno y toma de decisión, así como la asignación de roles y responsabilidades; desde la perspectiva comercial para la distribución de los ingresos y la definición de las comisiones de los sistemas de interoperabilidad; y desde la perspectiva técnica donde se debe garantizar la interoperabilidad entre operadores, seleccionar la metodología de los medios de pago y garantizar la seguridad del Sistema[1].
Asimismo, los patrones culturales de la sociedad son la clave para definir la tecnología que se puede requerir a futuro y la escalabilidad requerida para los sistemas. David nos indica que, “la compatibilidad de un mecanismo de cobro electrónico para transporte público con otros servicios también es clave. Debemos aspirar a tener literalmente las llaves de la ciudad, una para cada ciudadano, para satisfacer nuestras necesidades sin ninguna barrera. Otros requerimientos de la llave es que se integre a tecnologías que ya se usan, específicamente teléfono móvil, que no haya más comprobantes impresos, y que sea fácilmente recargable”.
Los usuarios son los que terminan dando la pauta, y, a fin de cuentas, también son los que garantizan que el sistema funcione.
Los esfuerzos de las autoridades y de los operadores deben enfocarse en los requerimientos del beneficiario final para buscar un balance, de forma que el sistema de recaudo que se implemente permita obtener una relación de “ganar-ganar” entre todos los actores involucrados.
Ariel Perassi, Coordinador Arquitectura de Soluciones- SUBE, Nación Servicios indica que “la política y la tecnología en algún momento se tienen que dar la mano y trabajar de manera conjunta y debe transcender de las coyunturas políticas, no puede depender de un Gobierno y otro Gobierno”, así mismo Leandro Gatti, Subgerente de Soluciones Tecnológicas- SUBE, Nación Servicios, señala que “se arrancó resolviendo una problemática y ahora se hace planificación del transporte con los sistemas de gestión de flota, dándole facilidades a la gente, simplificando los procesos y ahorrándole mucho dinero al Estado”.
El BID como socio estratégico de los países de América Latina, apoya a los Gobiernos en el desarrollo de sus proyectos por medio de las mejores prácticas y las lecciones aprendidas a nivel internacional. Bajo esta línea se realiza el Seminario Latinoamericano de Tecnologías de Recaudo en Transporte Público, cuya segunda edición se llevó acabo en octubre de 2019, en la Ciudad de Panamá, en el cual participaron delegaciones Gubernamentales de más de 10 países y se expusieron las experiencias regionales y globales, así como las tendencias tecnológicas en la materia.
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Modelo de interoperabilidad para Lisboa
Interoperabilidad y sistemas de pagos abiertos.
La importancia de los estándares abiertos para el desarrollo del transporte público
La tarjeta SUBE
Implementación del sistema interoperable de recuado.
Diseñando el primer sistema de recaudo electrónico en Quito.
Aceptación de tarjetas bancarias contactless EMV en transporte público.
El desarrollo de las tarjetas inteligentes.
La ciberseguridad y los pagos en transporte.
[1] Interoperabilidad en los Sistema de Recaudo para Transporte Público en América Latina y el Caribe. BID, Manuel Rodríguez Porcel y Fabio Gordillo, noviembre 2018.
[1] Sistema de billetes electrónicos para el transporte público en América Latina, UITP, 2013
[2] Por el momento de publicación los sistemas de Caracas y Guatemala no están cumpliendo con funciones de recaudo integral intermodal.
[3] The Future of Fare Media in Automated Fare Collection Systems for Urban Mobility in the Latin America and Caribbean Region, Hollnagel & Fook, 2019
Ivánj darío Upegui dice
Vale la pena tener en cuenta, dentro de las ciudades que cuentan con recaudo electrónico intermodal, el caso de Medellín y su tarjeta Cívica, la cual sirve para usar el metro, los metrocables (teleféricos), los buses articulados y padrones y las rutas integradas al sistema (buses y busetas). Cívica, además, avanza en la integración de otros servicios de ciudad a través de aplicaciones digitales.