Alcanzar las metas del Acuerdo de París requiere que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan drásticamente hasta llegar a cero neto a mediados de siglo. Esto representa todo un reto para países como los andinos, cuya economía depende en gran medida de industrias contaminantes. Sin embargo, la transición hacia cero emisiones netas no tiene por qué ser vista sólo como una amenaza. Si se planifica cuidadosamente, puede convertirse en una oportunidad para modernizar la economía, atraer inversión extranjera y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Los sectores del plástico, textil, automotriz y pesquero son pilares económicos en la región, pero también contribuyen a las emisiones de carbono. Un estudio reciente del BID muestra como pueden ser parte de una transición hacia una economía con cero emisiones netas. En el caso del plástico, es necesario transitar de un modelo lineal a uno circular, reduciendo su producción y consumo e invirtiendo en nuevos materiales y procesos de reciclaje. La industria textil, por su parte, debe alejarse del modelo de “moda rápida” basado en fibras sintéticas y apostar por diseños de mayor calidad y durabilidad.
En cuanto al sector automotriz, la clave está en descarbonizar toda la cadena de suministro, desde la extracción de materias primas hasta la gestión de residuos al final de la vida útil del vehículo. Por último, en el sector pesquero es preciso avanzar hacia prácticas más sostenibles en todas sus etapas: construcción y desguace de buques, procesamiento de pescado, etc.
Afortunadamente, la región andina cuenta con recursos para liderar esta transición. Colombia, Ecuador y Perú poseen un enorme potencial renovable, sobre todo solar, que podría satisfacer holgadamente sus necesidades energéticas. El reto está en desarrollar las redes que permitan transportar esa energía limpia desde las zonas de generación hasta los centros de consumo. Ecuador ha dado pasos importantes en este sentido con grandes proyectos hidroeléctricos, mientras Colombia apuesta por la reindustrialización verde en su Plan Nacional de Desarrollo.
Otra palanca clave para la descarbonización es la economía circular. Colombia y Perú lideran esfuerzos regionales con estrategias integrales en este ámbito. Se trata de optimizar el uso de los recursos, prolongando la vida útil de los productos y reciclando los materiales al final de su ciclo. Así se reducen tanto la extracción de materias primas como la generación de residuos contaminantes.
Para que esta transición sea exitosa, los gobiernos deben trazar hojas de ruta ambiciosas pero realistas, pensando más allá de ciclos políticos, y buscando la coordinación entre todos los actores. También es clave atraer inversión extranjera, demostrando capacidad y compromiso con la descarbonización. Los fondos y tecnologías foráneos pueden complementar los esfuerzos nacionales.
Cambiar el modelo productivo no será fácil y seguramente habrá resistencias de grupos afectados. Pero una transición planificada y justa puede crear muchas más oportunidades que amenazas: empleos verdes, ciudades más limpias e industrias más competitivas. Y lo que es más importante: un planeta habitable para las futuras generaciones. Los países andinos tienen ante sí el reto de convertirse en líderes de la descarbonización en América Latina. Su prosperidad futura probablemente dependa de cómo gestionen esta transición.
Para saber más sobre este tema, te invitamos a descargar nuestra publicación Cero emisiones netas en los Andes: Descarbonización de los sectores del plástico, textil, automotriz y pesquero en Colombia, Ecuador y Perú.
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