¿Visitaste el mar alguna vez? ¿Te preguntaste qué tan importante son sus servicios en nuestra vida diaria? Gozar de todo lo que nos entrega, en términos de alimentación y entretenimiento, podría estar en riesgo si no tomamos acción inmediata sobre el manejo de sus recursos y la protección de sus ecosistemas. Este cuerpo de agua tan antiguo y tan lleno de vida ocupa el 70% de la superficie terrestre y se estima que más de mil millones de personas dependen de sus productos. Lamentablemente en este momento, los efectos combinados de la contaminación ambiental junto al calentamiento de la atmosfera, productos de la actividad antropogénica están dando inicio a cambios profundos en nuestros océanos, lo que podría afectar, entre otras cosas, nuestra comida de mar peruana.
Si seguimos con este deterioro acelerado, disfrutar de un menú gastronómico tan rico como el que ofrecen países como el Perú por ejemplo, podría convertirse en recuerdos del pasado. Que los mejores platos marinos del Perú sean tan populares, no es casual: este país es, después de China, la segunda mayor potencia pesquera del mundo, con el 10% de las capturas a nivel mundial, el mar peruano es considerado como el más productivo a nivel global. La corriente fría de Humboldt, junto con los vientos que soplan a lo largo de la costa peruana generan un sistema de afloramiento que lleva hacia la superficie nutrientes y aguas frías de zonas profundas, fertilizando la costa peruana e incrementando la disponibilidad de alimento para peces e invertebrados.
Según diversos estudios, la combinación de los efectos del cambio climático, combinados con la sobrepesca y la contaminación ambiental, generaran graves impactos en la población de anchoveta y otras especies, lo que podría afectar el equilibrio de las poblaciones de peces del país y la biodiversidad de la costa, impactando la calidad de los hábitats y los ciclos vitales de organismos y ecosistemas marinos. Esta situación tendrá también importantes efectos a nivel socioeconómico en las zonas costeras, afectando la subsistencia de los pescadores y su capacidad de generar renta.
Gran parte del sector depende de una sola especie, la anchoveta (engraulis ringens)- un pequeño pescado similar a la sardina que, además de destinarse al consumo humano, se utiliza para fabricar harina y aceite de pescado, dos productos en los que Perú es líder con el 35% de la producción global. La anchoveta no es solo importante para la industria pesquera: también canaliza la productividad primaria de las aguas, llevando nutrientes hacia niveles tróficos superiores y es alimento de algunos mamíferos, aves marinas y peces mayores con gran valor de mercado como el bonito, el jurel y la caballa.
Como respuesta ante esta situación, el BID y el gobierno del Perú implementaron con éxito un proyecto que permite responder a algunas de las preguntas relacionadas con la extensión y naturaleza de los impactos del cambio climático sobre el sector pesquero. Dicho proyecto financió la adquisición de computadoras de alto rendimiento para el uso y análisis de modelos acoplados océano-atmósfera, un vehiculó submarino autónomo (glider) y otros equipos de medición y monitoreo de variables oceanográficas y climáticas, además de un estudio de evaluación de la vulnerabilidad y riesgos ecológicos de los ecosistemas de la costa del país.
También se implementaron algunas actividades piloto en un grupo de comunidades de pescadores artesanales situadas en Huacho-Chancay-Chimbote, Pisco e Ilo-Morro Sama que incluyen el desarrollo y entrenamiento en el uso de redes de pesca ecológicas para reducir la presión sobre los recursos pesqueros. Adicionalmente, el programa financió: (i) el desarrollo de una propuesta de política nacional de manejo integrado de zonas marino-costeras, (ii) la formulación del programa nacional de manejo integrado de zonas marino-costeras y (iii) la elaboración de planes locales para el manejo integrado de zonas marino-costeras en las áreas piloto de Ilo y Huacho.
Con estas medidas, esperamos poder tener información valiosa que nos permita manejar sosteniblemente los recursos del mar y conservar sus ecosistemas y ayudar así a las comunidades que los habitan a adaptarse a los retos del cambio climático. Solo así podemos garantizar que el mar del Perú siga siendo uno de los más ricos y biodiversos del mundo y que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de los tesoros naturales (y también gastronómicos) de la costa peruana.
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