En un blog anterior comentábamos algunas acciones que se están llevando a cabo en la ganadería pastoril de algunos países de la región para contrarrestar los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la deforestación. En esta oportunidad analizaremos la vinculación entre la producción de carne vacuna y la seguridad alimentaria en los países de América Latina y el Caribe (ALC).
Según palabras del Director General de la FAO “…El sector ganadero es uno de los pilares de la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales y la comunidad internacional debe trabajar de forma conjunta para garantizar que se aproveche toda su contribución potencial al desarrollo sostenible…”. El aumento del consumo de productos de origen animal mejora la nutrición, en particular para los niños en los países en desarrollo, cuyo desarrollo cognitivo y físico requiere de, además de proteínas y hierro, micronutrientes cruciales como el zinc y selenio que son provistos por la carne vacuna, así como la vitamina B12.
Primero, es importante aclarar que el enfoque moderno de seguridad alimentaria y nutricional tiene una perspectiva sistémica, abarcando no solo la producción de alimentos, sino también los aspectos de la demanda y el estado nutricional de la población[1]. En consecuencia, la seguridad alimentaria involucra aspectos de: (i) disponibilidad de alimentos, que se refiere a la oferta de alimentos (de producción nacional o importada); (ii) acceso a los alimentos, pues se debe contar con suficientes recursos físicos y financieros para acceder a ellos; y (iii) la utilización de los alimentos que considera la calidad de los mismos para alcanzar un estado nutricional adecuando.
¿Qué vínculo existe entre la ganadería y la seguridad alimentaria? Buscando responder esa pregunta, nos propusimos investigar qué importancia tiene el rubro en los países de la región. Para ello se consideró la incidencia de la carne vacuna en el valor bruto de producción (VBP) agropecuario, para lo cual tomamos los datos de Agrimonitor, clasificando los países en dos grupos.. El primer grupo son los países donde la participación es del 10% o más (Grupo A), y el segundo grupo, son los países donde la participación es menor al 10% (Grupo B). El grupo A quedó conformado por países donde la ganadería tiene alta y media incidencia en el VBP: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Nicaragua, Paraguay, Republica Dominicana y Uruguay; el grupo B por países con baja incidencia: Honduras, México, Haití, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, Chile, Perú, El Salvador, Surinam, Jamaica, Belice, Guyana y Trinidad y Tobago.
Asimismo, se recopiló información sobre las distintas dimensiones de la seguridad alimentaria: (i) disponibilidad, (ii) acceso y (iii) utilización, para lo que identificamos indicadores por país para cada una de las mismas: (i) prevalencia de desnutrición; (ii) déficit de alimentos (kcal/cápita/día); y (iii) el Índice Global de Hambre (GHI) por sus siglas en inglés[2](compuesto por la prevalencias de desnutrición poblacional, la mortalidad de niños menores de 5 años, la desnutrición aguda y crónica en niños menores de 5 años), respectivamente. Sin pretender causalidad, para lo cual necesitaríamos un análisis econométrico, se hizo simplemente una comparación de medias, y el resultado fue que los países del grupo A presentan en promedio una menor prevalencia de desnutrición, un menor déficit de alimentos y un menor GHI. Este análisis nos estaría indicando que los países donde la ganadería vacuna tiene mayor incidencia en la producción agropecuaria tendrían mejor desempeño en las diferentes dimensiones de la seguridad alimentaria.
La demanda por carne vacuna seguirá creciendo en el mundo como consecuencia del aumento en la clase media a nivel mundial (alcanzaría en 2019, 3.200 millones, el 42% de la población total según el Foro Económico Mundial) y el incremento del poder de compra que se traduce en un incremento del consumo, entre otros, de carne vacuna.
¿Frente a estas perspectivas, qué aspectos preocupan más a la demanda sobre la carne vacuna? En Estados Unidos de América se lleva a cabo, cada cinco años desde 1991, una encuesta denominada Auditoría Nacional de Calidad de Carne (NBQA por sus siglas en inglés) que evalúa los esfuerzos de la industria frigorífica para mejorar la calidad de la carne y los factores que afectan la demanda de los consumidores de carne vacuna. Las primeras auditorías de calidad de la carne vacuna se centraban casi exclusivamente en los atributos físicos de la carne vacuna y sus subproductos – factores como el marmoleado, grasa externa, peso y defectos de la canal. Si bien estos siguen siendo importantes, en la encuesta 2016, las expectativas del consumidor respecto de la calidad del producto están enfocadas en temas como la seguridad alimentaria, la sostenibilidad, el bienestar animal y la trazabilidad.
El consumo de carne vacuna y en particular la de alta calidad crecerá y en paralelo el consumidor, cada vez más educado en materia alimentaria, exigirá más en temas de calidad, sostenibilidad y conocimiento de lo que ingieren. La seguridad alimentaria es una condición compleja que requiere un enfoque holístico de todas las formas de malnutrición, la productividad y los ingresos de los pequeños productores de alimentos, la resiliencia de los sistemas de producción de alimentos y el uso sostenible de la biodiversidad. El incremento de la producción de carne vacuna, controlando las emisiones de GEI y la desforestación, se presenta como una gran oportunidad para el desafío de mejorar la seguridad alimentaria en ALC, tomando en consideración las exigencias de la demanda.
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[1] Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (2018). Documento de Marco Sectorial de Seguridad Alimentaria. Washington, DC
[2] GHI – Global Hunger Index del IFPRI (International Food Policy Research Institute) – La puntuación está en el rango de 0 a 100, a más alto el índice una mayor inseguridad alimentaria.
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