[Este artículo está disponible también en inglés]
El departamento haitiano de Artibonite, con sus 28.000 hectáreas de regadío en el valle del Artibonite, es el granero de la nación en cuanto a producción de cereales, como maíz, sorgo y arroz. Es la mayor región productora de arroz del país, con más del 50% de la superficie total cultivada de este cereal. En la parte norte del Departamento, en Alto Artibonite, la tierra agrícola utilizable en la llanura de Gonaïves se estima en 2.400 hectáreas[1], y en 2015, tenía una población de 190.349 residentes urbanos y 17.809 habitantes rurales[2].
La llanura de Gonaïves, atravesada por el río Quinte, está situada en una región seca con una precipitación media anual de 544 mm y una temperatura de 26,1°C. La estación seca, una de las más largas, alcanza su punto álgido entre agosto y octubre. Durante la estación lluviosa, las precipitaciones mensuales rara vez superan los 100 mm. Para mantener la producción agrícola y contribuir a la seguridad alimentaria local, la utilización del acuífero de la llanura de Gonaïves es esencial para satisfacer las demandas de agua potable, comercial y agrícola en una de las regiones con menor precipitaciones de Haití.
Desde 2018, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financia el Programa de Innovación Tecnológica Agrícola y Agroforestal (PITAG), ejecutado a través del Ministerio de Agricultura de Haití (MARNDR). Este proyecto tiene como objetivo aumentar los ingresos agrícolas y la seguridad alimentaria de los agricultores haitianos. El PITAG apoya la investigación y la formación agrícolas promoviendo tecnologías agrícolas sostenibles. Como parte de este esfuerzo, el PITAG ha adquirido y suministrado 28 bombas de riego alimentadas por energía solar que ya están operativas en la llanura baja de Gonaïves.
Estas bombas desempeñan un papel vital a la hora de garantizar un suministro de agua constante y estable para los cultivos, lo que permite su diversificación y contribuye a la seguridad alimentaria al mitigar las variaciones de rendimiento. En promedio, pueden regar 50 hectáreas, y algunas hasta 100 hectáreas. Su funcionamiento depende de la duración de la insolación diaria, que es de aproximadamente ocho horas al día, dada la nubosidad mínima de la región. Anteriormente, las bombas convencionales alimentadas por la empresa estatal sufrían inestabilidad por problemas de suministro eléctrico y frecuentes averías.
Mecanismo de gobernanza y gestión de las bombas
Cada bomba está gestionada por un comité de cinco miembros responsables de su seguridad, gestión, distribución de agua, cobro de tasas y resolución de conflictos. Estos comités están representados en las distintas zonas de la llanura de Gonaïves, con un total de cinco zonas. Cada zona tiene una asociación compuesta de tres miembros por comité de bombeo. Juntas, estas asociaciones forman la FEPIPGO (Federación de Plantadores de Regadío de la Llanura de Gonaïves). La creación de esta federación fue consecuencia directa de la instalación de las bombas. La Dirección Departamental de Artibonite también cuenta con tres técnicos formados que se encargan del mantenimiento de las bombas (aunque éstas son conocidas por necesitar un mantenimiento mínimo)[3].
Impacto de las bombas solares
Las bombas solares han tenido un triple impacto en la comunidad:
- Agronómico: Antes de la instalación de las bombas solares del PITAG, los principales cultivos eran el maíz, el sorgo, las judías, las batatas y la mandioca. Con las bombas solares instaladas, ha sido posible una mayor diversificación de los cultivos, centrándose en cultivos hortícolas de alto valor comercial.
- Económico: En las zonas que rodean la llanura de Gonaïves, las bombas de combustible tradicionales cuestan 500 HTG (aproximadamente 4 USD) por hora de agua. Con las bombas solares, el coste de un ciclo de riego es de sólo 70 HTG (aproximadamente 0,5 USD), lo que las hace siete veces más baratas que las bombas tradicionales. Tras acceder a las bombas solares, una parcela de 0,25 hectáreas genera un valor añadido cinco veces mayor que antes, lo que se traduce en creación de riqueza y una fuerte contribución a la seguridad alimentaria local.
- Social: La instalación de bombas solares ha ayudado a frenar la fragmentación de la tierra y la urbanización en la llanura de Gonaïves. Ha contribuido a la estabilidad de la Dirección Departamental de Agricultura, con menos protestas y conflictos relacionados con el reparto de los recursos hídricos. Además, ha reforzado los lazos sociales gracias a la creación de la FEPIPGO. Las cuencas de distribución sirven de lugar de reunión para los miembros de la población, sobre todo porque el agua bombeada también se utiliza para bañarse, lavarse, abrevar al ganado, etc.
Principales retos y perspectivas
Aunque las bombas solares han mitigado algunos conflictos de reparto de recursos, sigue habiendo tensiones, sobre todo porque se favorece a los propietarios de parcelas cercanas a las bombas en detrimento de los de aguas abajo. También es necesario poner en marcha medidas adecuadas para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de las bombas (optimizar el flujo de agua por los canales, mejorar la asistencia técnica y garantizar el mantenimiento general de las bombas).
En este contexto, es deseable la consolidación del papel y las funciones de la FEPIPGO. Resultando necesario otorgarles un lugar permanente en los espacios de decisión y concertación que afectan a los intereses de las comunidades. Por último, un estudio de impacto ambiental y social permitiría identificar las acciones a realizar a escala de toda la cuenca del río Quinte para la reposición de sus acuíferos, y la sensibilización de la población local sobre la gestión ambiental y concretamente sobre la conservación del equilibrio agroecológico local.
[1] MARNDR (2019), Analyse de l’intervention portant sur l’installation de 15 pompes d’irrigation solaires dans la plaine des Gonaïves.
[2] Bérut, C. (2020), Études agricoles sur des pompes solaires dans la Plaine des Gonaïves, Haïti.
[3] Una de las principales ventajas de las bombas es la escasa necesidad de piezas de repuesto, a diferencia de las bombas convencionales. La bomba solar tiene una vida media de 8 años sin ninguna intervención, mientras que los paneles fotovoltaicos pueden durar una media de 25 años.
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